Título original: Darlin’ Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 95 min. Género: Drama, Terror Director: Pollyanna McIntosh Guión: Pollyanna McIntosh Reparto: Pollyanna McIntosh, Nora Noone, Eugenie Bondurant, Bryan Batt, Peyton Wich, Cooper Andrews, Sabrina Gennarino, Charlie Talbert, Carol Sutton, Maddie Nichols, Thomas Murphy, Mackenzie Graham, Geraldine Singer, Lauryn Canny, Jeff Pope, Jo Robinson, Carl Palmer, Kristina Arntz, Autumn Walker, Ryleigh Rogers y Danny Lewis
Sinopsis
Tras ser encontrada en un hospital en lamentables condiciones una adolescente salvaje es enviada a un hogar de acogida muy religioso...
Valoración
Lo mejor: la nostalgia (e incertidumbre) que produce contemplar de nuevo a Pollyanna McIntosh (quien además de actriz ejerce de directora y guionista) en pantalla cediendo su testigo a una inconmensurable Nora Noone, y es que su incursión en la película original marcó un hito (“no puede haber un después sin un antes”) tanto en su carrera como en la vida de quienes la visionaron, manteniendo (e incluso incrementando) su (auto)destructiva faceta (anti)humanística para mostrar (e inculcar) su ferocidad; la (muy) delgada línea que se traza entre salvajismo total e inocencia pura es formidable, siendo el giro argumental que se da a la franquicia tan certero como el sentido del humor del que hace gala en algunos compases la cinta, plagada de clandestinidad educativa e intereses ocultos; el proceso de evangelización personalizado es simplemente sensacional, abundando confesiones (la que hace referencia a la sangre blanca es sublime) e imposiciones (la redención que ansía la joven que trata de rehuir de sus orígenes para optar a una forzada reinserción social deriva en una confrontación interna exteriorizada con extrema explicitud) por igual.
Lo peor: el crecimiento de naturaleza tras el paso de cierto personaje es lo más parecido a un simbólico fálico que uno recuerda, siendo este el preludio de un canibalismo sin justificación secundado por multitud de comentarios demagogos, feministas, homofóbicos, machistas y de otras índoles igualmente criticables; el descubrimiento de los placeres de la civilización en detrimento de las durezas de las ordinarias vidas existenciales de las protagonistas (conviene pluralizar al recaer sobre ambas el peso de la trama) está tan desvirtuado como el cambio drástico hacia la depravación que en cierto punto se da, haciendo que las magníficas sensaciones despertadas hasta entonces de desvanezcan al optar por una retahíla de muertes que acontece no por coherencia sino por inercia; el proceso de aprendizaje (y sobre todo comprensión) del dialecto es apresurado e inasumible, sin especificarse plazo temporal alguno en una especie de misericordia adulterada que alarmará creyentes sobremanera, y es que la dualidad éticoreligiosa se expone severamente (la manera de referirse a las eminencias de sus siervos es cuanto menos ofensiva) sin clemencia.
Daniel Espinosa
Historias de la morgue
(Ryan Spindell, 2019)
Ficha técnica
Título original: The mortuary collection Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 108 min. Género: Suspense, Terror Director: Ryan Spindell Guión: Ryan Spindell Reparto: Clancy Brown, Caitlin Custer, Christine Kilmer, Jacob Elordi, Ema Horvath, Jennifer Irwin, James Bachman, Barak Hardley, Sarah Hay, Ben Hethcoat, Mike Nelson, Brennan Murray y Anthony Fontana
Sinopsis
Una joven adolescente se refugia en un decrépito viejo mortuorio...
Valoración
Lo mejor: la participación de Clancy Brown encarnando a un excéntrico director de funeraria es digna de premiarse en festivales especializados, certámenes en los que la cinta agradaría tanto como lo hará en toda velada festiva (sobre todo en fechas próximas a Halloween) que se precie en el ámbito doméstico; el conjunto de los relatos es plausible en cuanto a calidad de los mismos se refiere, con una serie de críticas sociales a modo de lecciones que hacen valer las frases populares que simbolizan (las más evidentes son “la curiosidad mató al gato”, “hasta que la muerte nos separe” y “más vale prevenir que curar”) al tiempo que justifican (medianamente) los hechos acaecidos; el humor (sumamente macabro) del que hace gala la cinta es igual de sensacional que la lúgubre estética que prima en todo momento, mas quienes disfruten de este tipo de retorcidas propuestas hallarán en la presente una de las más destacables de la temporada.
Lo peor: la larga duración de la producción (en comparación con otras de idéntica índole como la atrevida Southbound o cualquier entrega de la sensacional saga V/H/S) hace que el hilo conductor de las historias (cuatro autoconclusivas y una central) presuntamente interconectadas no termine de formalizarse, por lo que tildar de antología al producto que ocupa sería un error ya que los episodios narrados apenas guardan relación entre sí amén de algún que otro intérprete que asume roles diferentes en varias; el escalofrío que provocan algunas escenas (el redescubrimiento de la nueva versión de un mito infantil es tan estremecedor como sublime) contrarresta con la desidia que despiertan otras, alternándose impases de verdadero mérito pavoroso con otros de auténtica vergüenza ajena; la posibilidad póstuma (muy viable) de una secuela se antoja demasiado ambiciosa, y es que ofrecer una nueva experiencia siguiendo las idénticas directrices no encandila.
Daniel Espinosa
Midsommar
(Ari Aster, 2019)
Ficha técnica
Título original: Midsommar Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 143 min. Género: Drama, Suspense Director: Ari Aster Guión: Ari Aster Reparto: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren y Julia Ragnarsson
Sinopsis
Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento sentimental acude con unos amigos a un extraño festival de verano que se celebra cada noventa años en una remota aldea sueca...
Valoración
Lo mejor: el primer tercio de cinta es soberbio (precisamente el más arraigado en la cruda realidad en contraposición a los dos restantes), plasmándose circunstancias muy turbias de un modo sutil e impactante; la escena del precipicio es majestuosa, no tanto por su violenta resolución (sin duda la más salvaje de todo el metraje) como por su contundente mensaje (el sentimiento de pertenencia que se trata de difundir se capta sin concesiones); el atractivo del trasfondo religioso (puede llegar a confundirse con el sectarismo menos racional pero el verdadero es este) es indiscutible, colmando de gozo (al menos mínimamente) los detalles que paulatinamente se revelan sobre la vida cuotidiana de este tipo de (anti)sociedades aparentemente idílicas que prontamente se revelan contra quienes discuten sus rigurosas normas.
Lo peor: la superficialidad con la que se trata el tema del solsticio (aquel momento del año en que el astro pasa por uno de los puntos de la eclíptica más alejados del ecuador en el que se da la máxima diferencia de duración entre el día y la noche) es ingrata, pudiendo haber dado infinitamente más de sí; la inmediatez con la que se olvidan las sucesivas desapariciones es deshonrosa, mas tratándose de ausencias no de extraños sino de allegados el error actitudinal se antoja tan lapidario como el ritmo narrativo, pausado como pocos; la relevancia del integrante disfuncional de la comunidad en la que trascurren los hechos es escasa, siendo dicha figura meramente testimonial o directamente un guiño totalmente gratuito a la anterior obra del autor Hereditary, con la que comparte muchos otros detalles.