Título original: Rings Año: 2017 Nacionalidad: EEUU Duración: 97 min. Género: Suspense, Terror Director: Javier Gutiérrez Guión: Akiva Goldsman, David Loucka y Jacob Estes Reparto: Matilda Lutz, Alex Roe, Johnny Galecki, Vincent Donofrio, Aimee Teegarden, Laura Wiggins, Bonnie Morgan, Zach Roerig, Brandon Larracuente, Surely Alvelo, Andrea Powell y Chris Greene
Sinopsis
Una joven se preocupa por su novio cuando explora una subcultura...
Valoración
Lo mejor: la recuperación del material audiovisual clásico de la saga despierta una dulce añoranza que, además, se ve alimentada más si cabe con la introducción de otro nuevo muy logrado y consecuente, inquietando aquel y este de semejante forma mediante similares técnicas (el agua y las moscas siguen siendo piezas clave pero las redes sociales y demás aproximaciones al público más contemporáneo apenas desentonan); el elaborado atrevimiento de abrir frentes hasta ahora obviados, en especial el de las motivaciones de los progenitores de la popular niña del pozo sobre la que pivota la trama a partir de su famosa advertencia “siete días...” (en referencia a las jornadas que restan para que quien ha visionado su cinta maldita fallezca tras personarse frente a él y mantener un mínimo contacto visual) para actuar de la manera que lo hicieron; la ampliación del significado de cierto número con determinado botón de un ascensor universitario, siendo este la restrictiva puerta de acceso a una planta destinada exclusivamente a los participantes de un experimento para demostrar la eternidad del alma y su afán por ocupar un cuerpo cuando le ha sido arrebatado el genuino, algo muy filosófico pero vacío de explicaciones.
Lo peor: el desasosiego que provoca comprobar cómo buenas ideas pueden plantearse mal y resolverse peor hasta antojarse peyorativas, y es que el trasfondo renacentista es más que interesante pero las muchas (demasiadas) coincidencias que lo consuman no convencen en absoluto, siendo más insultantes que provocativas; el constante desfile de repentinas interrupciones (las escenas comienzan y terminan sin formalidad alguna) y distanciamientos temporales (el primero de dos años y el segundo de una quincena amén del esencial, no especificado pero obligatoriamente de décadas); el ritmo no es el conveniente y solo el último tercio del filme transcurre fluida y vertiginosamente, perdiéndose hasta entonces en banales matices que permiten cerrar los ojos, gozar de microsueños y continuar la historia sin pausarla en el reproductor sin consecuencias, algo magnífico para una experiencia doméstica pero fatal para una de cine que aspira a impactar con tintes de crudeza extrema (las referencias a Martyrs y No respires son las más obvias) poco elocuentes para la presente ocasión.