“Tesoro pirata”, de Juan Pelotas Team



“Increíble pero cierto... un mapa dentro de una botella... un supuesto tesoro y una leyenda de un pirata apodado Capa Negra... cuenta la leyenda que Capa Negra protegió muy bien su tesoro... sólo los intrépidos e inteligentes lograrán salir de una caverna que está a punto de explotar... tienes sesenta minutos para lograr descifrar los acertijos de Capa Negra y escapar antes de que todo vuele por los aires”; así versa la apoteósica introducción que sirve para contextualizar una aventura cuya historia se limita a la misma, no extendiéndose más al respecto amén de con escuetas cartas de ruta (se incide con acierto en la vertiente náutica) siguiendo las sencillas instrucciones subsiguientes.



Lo anteriormente citado no debe considerarse un error sino todo lo contrario atendiendo a que la sala virtual (no se enumerarán las ventajas de dicho formato al haberse hecho ya en muchos artículos de semejante índole) va dirigida principalmente (no exclusivamente puesto que algunos de los conceptos básicos a los que se recurren se imparten en primaria pero no serán recordados por la totalidad de adultos) a los menores del hogar; la dificultad de los enigmas se adecúa perfectamente al aludido sector demográfico, propiciando que estos acentúen sus dotes de deducción, observación, orientación y, en definitiva, pensamiento lateral (creativamente) libre y inteligentemente.



La obra luce audiovisualmente sensacional (una sola melodía y tres espectaculares estancias bastan para sumergir al grumete en una trama en la que el fundamento narrativo resta en un segundo plano para otorgar el interés al raciocinio) y, aunque los retos no abundan (formalmente son cuatro pero para resolverlos es necesario deliberar detenidamente sobre la relación entre los elementos dispuestos), abarcan un loable abanico de nociones educativas; como aspectos negativos (adoptando una postura excesivamente crítica) señalar que no es apta para quienes padezcan daltonismo (sería oportuna una alternativa geométrica) y se extraña alguna prueba de agudeza sonora.



La temática sobre la que pivota la propuesta (en riguroso e intuitivo Click & Play) se respeta desde el inicio (con un objetivo nada definido) hasta el final (con un desenlace un tanto contemplativo), un hecho tan complicado (e inusual) como plausible; ciertos detalles clave son intermitentes (conviene mantenerse alerta para captarlos en el momento preciso ya que no aparecen en pantalla de forma perenne) y otros cautivan sin remedio invitando a deleitarlos (que nadie olvide que la cuenta regresiva no entiende de concesiones ni dilaciones adicionales), exprimiéndose al máximo la enorme labor de Sabrina Pujol, quien ejerce de ilustradora de excepción en la presente ocasión.



En la vertiente participativa (a diferencia de El ático, la otra experiencia de pago de la firma en la que es prácticamente imprescindible jugar en equipo para alcanzar el éxito) sería recomendable proceder desde un único dispositivo (un ordenador es la opción óptima pero un móvil también cumpliría los requisitos técnicos mínimos) para lograr una mayor inmersión, concretamente con el infante (suponiendo que la adquisición es para uno como teóricamente se presupone) junto a su progenitor o figura análoga (para supervisar e incentivar el progreso del mismo); por todo lo expuesto se debe aconsejar encarecidamente el producto que ocupa al rezumar calidad en cualquiera de sus apartados.



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Daniel Espinosa, a fecha 23 de diciembre del 2021