- Laser evil infection 26-04-2024 11:14 (UTC)
   
 

              “Laser evil infection”, de Laser quest y Z-infection



Laser evil infection



28/12/18, sede de Cementerio de noticias (BCN): FASE INFORMATIVA

Si alguien se conocedor absoluto sobre la temática zombie estaba muy equivocado, y es que con la llegada de la Laser evil infection, la nueva propuesta impulsada por los compañeros de Z-infection (dos miembros de esta humilde página ya disfrutaron de una de sus clásicas ediciones, encontrándose la crónica fotográfica al respecto en el oportuno apartado) junto a Laser quest (las instalaciones de dicha compañía serán el epicentro de la trama), cobra una dimensión hasta ahora inusitada, siendo un buen e inmediato ejemplo de la seriedad y profesionalidad denotadas el cambio en la política de edad mínima de participación (de los clásicos diez años para menores acompañados y catorce en solitario a los doce y dieciséis respectivamente) atendiendo a la exigencia de las revolucionarias ideas a consumar (si bien es cierto que la actividad se desarrolla en un local cerrado con espacios reducidos no lo es menos que la oscuridad es prácticamente total y las armas de última generación a emplear de elevado coste, sin mencionar la tensión que genera en propios y extraños la intrigante e intensa historia); la aventura se inicia cual inocente visita educativa a un complejo biológico pero, sin apenas ocasión de aprendizaje, cierto incidente provoca la activación del protocolo de emergencias, confinando a los incautos invitados en el interior sin contacto alguno con el exterior sin otro objetivo que continuar con vida... y poco más se ha desvelado oficialmente, aunque Cementerio de noticias tiene el privilegio de compartir con sus seguidores, en rigurosa exclusiva y gracias a Marc Bayé (quien atenta y gentilmente ha posibilitado la presente colaboración), más suculentas y reveladoras particularidades.

Por todos es sabido que la compra de entradas (la cantidad monetaria vía tarjeta de crédito a abonar es de veinticinco euros por persona) lleva aparejada la elección de la sesión deseada (de seis de la tarde a diez de la noche del viernes ocho, sábado nueve y domingo diez de febrero), debiendo estar los asistentes un cuarto de hora antes para asegurar el correcto devenir de la experiencia sin que afecte a otros (en caso de retraso se podrá consensuar la espera previa o la reincorporación posterior si no se excede el margen concedido a tal efecto), pero tal vez no que las intrépidas tropas están compuestas por un máximo de catorce integrantes por grupo (jugarán dos simultáneamente aunque no coincidirán en ningún momento por la mecánica que a continuación se detallará) y mucho menos que el cometido común no implicará la sinergia conjunta de principio a fin, pues la ansiada evacuación conllevará la asunción de primitivos instintos de supervivencia; asimismo, el conocimiento explícito del evento era un secreto y, aun siéndolo todavía en gran medida, ha sido confirmada la división en dos actos perfectamente diferenciados (obviando la eventualidad de antesalas para amenizar indeseables e inevitables imprevistos varios), uno centrado en la exploración (al más puro estilo escape room) y el otro en la acción (desenfundando pistolas láser para combatir a los no muertos), sumando ambas unos cincuenta  minutos de duración, corroborándose así que la exigencia será máxima y el cuidado superlativo, solo restando instar a todo el mundo a que se inscriba para presenciar el último, más emocionante y original capítulo apocalíptico acaecido en la pionera e independentista región catalana.
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 07/02/19, sede de Cementerio de noticias (BCN): FASE PRELIMINAR

Adoptando en esta ocasión una postura de mero relator (término de rigurosa actualidad política) debido a un síndrome confesional de índole personal (en caso contrario se hubiera procedido a la presente cobertura desde una vertiente mucho más subjetiva y, sobre todo, presencial), Cementerio de noticias tiene el placer de difundir las primeras sensaciones (extraídas directamente de una conversación bilateral con el principal responsable de las Z-Infection) con motivo de la primera (y última) sesión de prueba de la inminente Laser evil infection en Laser quest; entrecomillando textualmente de ahora en adelante las declaraciones emitidas, el ensayo “ha concluido con el tiempo correcto y los testers han salido con una sonrisa de oreja a oreja” y, aunque “han empezado con risas tontas mientras los actores afinaban sus palabras”, aceptando el muy complicado y más sacrificado rol que les ha sido atribuido, “han tenido que concentrarse a fondo para resolver las situaciones que se les han planteado y han acabado corriendo en medio de... sujetos de experimentos biológicos”.

La parte de autocrítica del éxito (entendiendo como tal la finalidad con la que se afrontaba la jornada, que no era otra que la de ofrecer, a la postre, la mejor experiencia posible en los oficiales días venideros) se corresponde con la confesión que versa “hemos detectado un montón y medio de cosas que pueden mejorarse (más allá de más de una nota manuscrita a última hora que se han encontrado aún)”, lo cual no hace sino ejemplificar la modestia y profesionalidad con la se asume el reto de tan atípica partida de Laser quest; la despedida no puede ser más enérgica porque, en vísperas del gran estreno al público, la misma reza “ya solo nos queda una larga noche y mañana... acabar con todo detalle que nos queda”, restando asistir como miembros colaboradores infiltrados (no en sentido estricto pero no deja de ser así) en un grupo en apenas unas horas para, al fin, plasmar las impresiones en esta extensa y minuciosa crónica, lo cual promete e ilusiona de igual modo para los dos integrantes asignados, Daniel Espinosa y María Alves, poniendo nombre a quienes tal vez no vuelvan sanos y salvos a casa.
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     10/02/19, centro de Raccon City (Mataró): FASE EXPERIMENTAL

En este penúltimo párrafo del artículo se recogen las principales sensaciones suscitadas en los dos miembros asistentes, cabiendo señalar entre aquellas menos celebrables la pobre afluencia de público (recibir la notificación de que la mayoría de sesiones no están completas deprime), el montante dinerario a abonar (considerar que es excesivo para lo ofertado pero ajustado en aras de recaudar simbólicas ganancias humaniza), la explicación de las directrices básicas (incidir en pautas que después no se siguen desorienta), la inconsistencia de la historia misma (reducir todo a una trama sumamente sencilla con fugaces transiciones recela), la incoherencia del reto inicial (dividir el grupo en dos con el deber de colaborar entre sí sin una correlación de intercambio informativo claro desespera), el plagio de la popular franquicia que todo el mundo vincula de inmediato a este tipo de propuestas (identificar inmediatamente nomenclaturas con escasa cortesía desmoraliza), la nula visibilidad en algunos tramos (iluminar con una única arma al resto de compañeros ante ciertos peligros perjudica), el recuento de la puntuación final (apreciar un milagro divino para alzarse vencedor tras una nefasta partida colectiva inquieta), el errático sistema de captación de impactos (incidir en la imprecisión de los sensores de proximidad de los chalecos ajusticia) y, sobre todo, la inefectividad de la tecnología (disparar con certera puntería al lugar indicado sin que surta el efecto asignado irrita); no obstante, es menester aclarar que hay muchos aspectos positivos a destacar, tales como la excelsa puntualidad (empezar a la hora asignada reconforta), el aprovechamiento de los recursos (disfrutar de una promesa lúdica con tan poco presupuesto pero enorme dedicación ilusiona), el espacio dispuesto para la actividad (recorrer el circuito buscando la mejor posición para sobrevivir vicia), el cuidado de los escenarios (inmiscuirse en cada recoveco para descubrir los secretos seduce), la seriedad actoral (observar cómo se esfuerza el personal para la interiorización de roles emociona), la interacción con los personajes (asesorar en la medida de lo posible sin interferir demasiado alegra), la variedad de enemigos (batallar contra tres clases diferentes de contagiados con sus respectivos ratios para recibir e infringir daño aterra), el nivel del maquillaje (alucinar con los retoques faciales fanatiza), la entrega de un obsequio conmemorativo (recordar el evento con un elegante pin encanta) y, en especial, el regocijo del segundo acto (batallar por clanes con zombies asediando a ambos entusiasma).

Tratando de respetar al máximo la objetividad que caracteriza a la página (sin obviar hacer alusión a anécdotas propias, pues de lo contrario no tendría validez la presente crónica), el cometido de esta serie de constructivas críticas y meritorias alabanzas (diez de cada para mantener el equilibrio que se persigue habitualmente con comprensión, respeto, transparencia y, ante todo, admiración) no es otro que el de corresponder el exquisito trato brindado por un equipo de aficionados (comandado por Marc Bayé) que contagian a propios y extraños con su energía y simpatía (así como generosidad global, porque por solo publicar la opinión en redes sociales los jugadores entran en el sorteo de una copia de la revisión para consolas del aclamado Resident vil 2), logrando que uno se sienta como el protagonista de una película apocalíptica y se deleite sufriendo como nunca antes (en el sector es casi quimérico afirmarlo pero aventurarse a ello no es descabellado) con una cruenta contienda plagada de ficticias muertes (la obligación de recargar con constancia lleva aparejada la acción de resucitar otras tantas veces) que, conviene advertir, se antoja un tanto desigual si la experiencia en el terreno de los integrantes era importante; buenas ideas no tan bien ejecutadas (en gran medida, como ha quedado reflejado, por causas atribuibles a la empresa distribuidora, Laser quest, u otros elementos externos a la organizadora, Z-infection, debiendo responder ésta en último término al aceptar, siendo extremistas, las virtudes y los defectos implícitos de antemano), esa es la mejor síntesis del parecer (que no padecer) de una dupla de incautos que ha vuelto a la infancia dejándose llevar por el ritmo (en constante crecimiento) que la ocasión ofrece, transcurriendo los cincuenta minutos como si de segundos se tratase (técnicamente es así pero la expresión debe entenderse como un órdago a la diversión más completista al converger ambientación y ciencia, amén de ocurrencias pioneras varias, de sensacional modo), restando un colosal margen de mejora para próximas entregas (en idéntico marco de acción u otro distinto), lo cual es una genial noticia en aras de alcanzar la excelencia en dichas futuribles repeticiones, de las que de buen seguro (es más una promesa espontánea que un compromiso premeditado) se formará parte (de alguna manera) con menos estrés (la exigencia profesional ha sido inmensamente mayor a la física, que ya es decir), ya que se ha traducido en un impedimento de predisposición colaborativa corpórea más allá de la cabal duración.
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