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“El orfanato”, de Fear Factory Experiences
La conscientemente escueta (para no saturar) pero rotundamente imponente (para entusiasmar) sinopsis versa “en mil novecientos cincuenta se sucedieron misteriosas muertes en St.Bartolomé que no se han resuelto a día de hoy... tendréis la posibilidad de descubrir la verdad pero para ello deberéis revivir el pasado”, enfatizándose el carácter detectivesco de un secreto (por tildar de una manera un tanto simplista la turbia e inquietante intríngulis que subyace como formal telón de fondo) que flirtea con lo paranormal (en la vertiente más física del concepto) con un brioso componente religioso que invita a reflexionar sobre las intenciones de entidades supuestamente malignas; “no tornaré más a maldecir la tierra por causa del hombre... ni volveré más a destruir todo viviente como he hecho” (Génesis 8:21).
Con una original e hipnótica entrada (el recibimiento en el exterior es sublime y la presentación propiamente dicha un auténtico show teatral con una interacción digna de emularse en cualquier escape room) comienza el desafiante e inolvidable sendero hacia las tinieblas mismas, un arduo inicio de viaje (sin duda es la parte más estresante al tener que recopilarse e interrelacionarse abundantes piezas e informaciones para avanzar) en el que ya se atisba tanto la excelsa calidad de la decoración (la sensación de encontrarse en un hospicio es tan realista que abruma) como la detallista personalización (en el caso de Cementerio de Noticias con siglas incluidas) que primarán en adelante sorprendiendo mayúsculamente; “a la puerta tres veces llamaréis cuando todos juntos estéis... ¿os atreveréis?” (Fear Factory).
La siguiente fase se caracteriza (entre otras cosas igualmente atractivas) por ofrecer una serie de rompecabezas (directos o disimulados) de rápida resolución (obviamente cuando se divisa el quiz de la cuestión) que justifican la prematuramente anunciada regla de oro de que cada objeto es de un solo uso (aunque la portación de varios sea tediosa con pericia es sencillo buscar alternativas acumulativas ajenas a las manos) incrementándose tensión e incertidumbre paulatinamente, mas el límite lo dictaminará cada cual al depender en gran medida (por no sentenciar definitivamente) de la predisposición a la sugestión (que nadie escatime en entregarse a la causa puesto que se verá recompensado); “si me hicieres un altar de piedras no lo labres de cantería... si alzares tu cincel sobre él lo profanarás” (Éxodo 20:25).
Un tercer acto altamente dinámico (conviene mantener la cordura entre el caos que provoca la no linealidad con una importante exigencia cardiovascular con tenaces pruebas de valor a afrontar en solitario) se traduce en el último, siendo la oscuridad la protagonista (en ocasiones una mínima fosforescencia es la única iluminación) hasta desembocar en un desenlace de infarto (para algunos de buen seguro que casi literalmente) ligeramente modificable para aquellos que no hayan llegado hasta el éxtasis sin demasiado desahogo para que absolutamente todo el mundo lo viva (la decisión de permitirlo es eternamente plausible ya que de lo contrario arruinaría el espeluznante e inmenso trabajo resultante); “vosotros sois la luz del mundo... una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14).
La estimulación de los cinco sentidos a excepción del gusto (es totalmente comprensible que por razones de seguridad sanitaria se omita) es recurrente ya que el oído (atribuyendo sonidos a elementos del entorno), el olfato (husmeando aromas que transportan a parajes de ensueño), el tacto (palpando materiales a ciegas) y en especial la vista (agudizándola para captar las señales lumínicas que guían) se emplean magistralmente, desviando la atención constantemente para que dilucidar cuál es el requerido no sea tan evidente como aparenta con un fantástico dispositivo (en la línea del clásico recuerdo póstumo) para facilitar puntualmente pistas (también como separatista excusa) que hará las delicias del público con alma bohemia; “hijo mío no andes en camino con ellos... aparta tu pie de sus veredas” (Proverbio 1:15).
La combinación de mecanismos tradicionales (léase candados de diversa índole) con mecánicos (ejecutados automáticamente al realizar ciertas acciones) es tan equilibrada como magnífica, propiciando que las transiciones entre las estancias (no se concretará cuantas hay pero la mayoría son espaciosas para que los grupos amplios se distribuyan las tareas sin problemas obedeciendo las reducidas a motivos argumentales e inmersivos) cobren un epicismo brutal e inmemorial ya sea a través de la modalidad de juego “orfelinato” (la más light para susceptibles o principiantes), “orfanato” (la intermedia con flexibilidad en determinadas situaciones para vacilantes o mixtos) u “orfanatorio” (la más hardcore para valientes o veteranos); “el que me oyere habitará confiadamente... y vivirá reposado sin temor de mal” (Proverbio 1:33).
Los impactos minuciosamente perpetrados (en ningún momento se aprecian forzados), el competitivo abanico de precios (entre setenta y ciento sesenta euros de dos a ocho adoptantes) y la inmaculada labor de los profesionales (Eric controlando exhaustivamente a distancia para intervenir en los instantes precisos concediendo el tiempo suficiente para meditar así como brindando una extensa e interesante conversación postpartida repleta de anécdotas e inquietudes y Eva con sus dotes de contorsionismo ocultándose estratégicamente en lugares sombríos para no detectarla hasta mostrarse en su horripilante pero majestuoso esplendor con nada menos que tres vestimentas distintas) consolidan la firma responsable; “se levantarán falsos profetas dando prodigios... engañarán si fuere posible a los escogidos” (Mateo 24:24).
En conclusión, la experiencia es objetiva e imperiosamente aconsejable tanto para nuevos visitantes (despertará un profundo interés en seguir explorando salas de similar temática al crear afición por el terror en estado puro) como para quienes ya hubieran acudido en el pasado (los cambios no son excesivos pero sí formidables para dotarla de un mayor disfrute aprovechando todavía más el potencial del local sito en el número doscientos cinco de Carretera de Collblanc), presagiando que más de uno optaría por permanecer en tan siniestro sitio por siempre jamás de poder hacerlo merced al excelente trato prestado (la compañía debe considerarse desde ya referencial en el sector por la pasión e implicación de su staff); “en un abrir de ojos los muertos serán levantados sin corrupción... seremos transformados” (Corintios 15:52).
Daniel Espinosa, a fecha 12 de septiembre del 2022 |
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