Día 7 (Sitges Film Festival 2018) 20-04-2024 14:18 (UTC)
   
 

Ghostland
(Pascal Laugier, 2018)






Ficha técnica

Título original: Ghostland
Año: 2018
Nacionalidad: EEUU
Duración: 86 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Pascal Laugier
Guión: Pascal Laugier
Reparto: Crystal Reed, Anastasia Phillips, Mylene Farmer, Taylor Hickson, Emilia Jones, Rob Archer, Suzanne Pringle, Adam Hurtig, Alicia Johnston, Ernesto Griffith, Erik Athava, Kevin Power y Terry Ray


Sinopsis

Una madre y sus dos hijas heredan una casa en la que las asaltan unos psicópatas, viéndose obligadas a luchar para salvar sus vidas...


Valoración

Lo mejor: el camión de golosinas y lo que representa dicho vehículo, un homenaje encubierto a cuantiosas producciones que emplean semejante elemento para horrorizar sin necesidad de recurrir a personajes de carne y hueso que se traduce en la reafirmación de credenciales de Pascal Laugier (tras la mundialmente laureada Martyrs y la popularmente infravalorada The tall man) como contundente e inteligible orquestador de potente e inteligente sadismo en esta nueva invasión doméstica (en la línea de Alta tensión e Inside) que logra generar rabiosa repulsión y sufrida empatía (por villanos y proteaginosas respectivamente), narrando una especie de cuento de hadas en el que una bruja y un ogro (no conviene desvelar ningún detalle más) comprometen seriamente la inocencia de dos jóvenes convirtiendo sus vidas en una perniciosa pesadilla (en algún momento literalmente) que impactará incluso al más ávido de crueldad (la advertencia que antecede al inicio de la proyección de superar la mayoría de edad para proceder al visionado nunca ha estado más justificada); la retahíla de menciones (desde versos hasta fotografías, pasando por caracterizaciones y otras características propias) a la eterna figura del célebre escritor de terror Howard Phillips Lovecraft, un órdago a la creatividad tan meritoria como la introducción de la caja china de rompecabezas (un sugerente espejo con cierto botón secreto que oculta algo en su interior) u otros artilugios igualmente fascinantes.

Lo peor: el juego de cámaras es muy dinámico pero, a intervalos, poco funcional, manteniendo en tensión al respetable mediante una serie de logradas escenas dirigidas únicamente al sobresalto valiéndose de poco racional canibalismo, fetichismo, salvajismo e inhumanidad varia, contrariando tanto o más que la aparente falta de rigor argumental, poco coherente más allá de suponer un ejercicio de expiación de pecados llevado al extremo, si bien a la postre el guión se expone en todo su esplendor y la verdadera esencia de la cinta se puede interiorizar sin mucho esfuerzo); la desvirtuada e imaginativa excusa para justificar ciertos saltos temporales y plantear así una dualidad de posturas ante un hecho traumático que, aunque creíble (aquellos más sensibles lo pasarán realmente mal por el frenético e intenso devenir de los acontecimientos), no termina de alejarse del convencionalismo más comercial; la desquiciante certeza de no encontrar ningún producto patrio a la altura del presente sin que este, no obstante, sea el mejor de los procedentes del amplio abanico de autores franceses circunscritos en el riesgo cinéfilo para reivindicar sus mensajes (los citados durante la presente crónica, que premeditadamente comparten dicho país de origen, son superiores al resultar mucho más originales y concluyentes si cabe) pese a ser este tan sugestivo como absorbente.



Daniel Espinosa




Summer of 84
(Anouk Whissell, François Simard e Yoann Whissell, 2018)






Ficha técnica

Título original: Summer of 84
Año: 2018
Nacionalidad: Canadá
Duración: 102 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Anouk Whissell, François Simard e Yoann Whissell
Guión: Matt Leslie y Stephen Smith
Reparto: Graham Verchere, Judah Lewis, Caleb Emery, Cory Gruter, Tiera Skovbye, Rich Sommer, Jason Stanford y Shauna Johannesen


Sinopsis

Cuando un teórico de las conspiraciones empieza a sospechar que su vecino podría ser el asesino en serie que aparece en las noticias él y sus tres amigos empiezan una investigación que se vuelve peligrosa...


Valoración

Lo mejor: la propuesta transporta al espectador a la época en la que se sitúan los hechos relatados, un año marcado en el propio título que se recrea no solo mediante la banda sonora (los temas son minimalistas pero sumamente evocadores) sino también estéticamente (decorados, vehículos y vestimentas, así como un sinfín de detalles, rinden un sentido tributo a la misma), logrando que el resultado sea magnífico en dicho aspecto; el entusiasmo generado al inicio de la cinta no se va diluyendo con el paso de los minutos sino que va incrementando en contenido e intensidad hasta el punto álgido, un desenlace que, si bien se desarrolla en un entorno hasta entonces inédito (y, por ende, inconexo con el resto de la trama), llega precedido de un oscuro e inesperado giro argumental que provoca la conversión de simple nostalgia a laburado suspense; el regreso de la aclamada tríada direccional responsable de la sobrevalorada Turbo kid (la misma, para aquellos pocos desconocedores, les sirvió tres años atrás para presentarse en numerosos circuitos festivaleros para ser considerados instantáneamente unos talentosos creadores a seguir muy de cerca) no puede ser más satisfactorio, y es que la misma mantiene intacta su esencia haciendo gala de mucha más elegancia y, sobre todo, seriedad, valiéndose de abundantes homenajes (el más obvio tal vez sea el de Disturbia) para perturbar e inquietar sin necesidad de violentar explícitamente a cada segundo aunque, cuando se decide recurrir al impacto visual, se hace en todo su extraordinario esplendor.

Lo peor: el sentimentalismo (problemáticas parentales, separaciones conyugales y sobreexplotaciones laborales incluidas) es todo un clásico del género que, cómo no, no falta aquí, mostrándose más trivial e infantil si cabe que de costumbre para, como casi siempre, no aportar nada sustancial más allá de evidenciar que cada cual padece sus miserias y demonios; la constante chanza materna (por no generalizar hasta el feminismo, porque afirmar que “las vaginas son mágicas” es de mal gusto) entre amigos no congratula sino que decepciona sobremanera, ya no solo por su recurrencia sino por la gratuidad con la que se emplea, tratándose de comentarios (al menos para un servidor) ofensivos y no cómicos; el guión, aunque el elenco se esfuerza para diferenciarlo del de producciones semejantes con sus notables actuaciones, no difiere lo más mínimo de la fórmula prefijada (It, Los goonies y un largo etcétera son inmediatos ejemplos), es decir, un grupo de preadolescentes (el número exacto es indiferente pero suele oscilar entre cuatro y cinco integrantes, amén de una chica deseada por todos) tan estereotipados como entrañables ávidos de aventuras veraniegas que, promovidos por la amistad, en esta ocasión asumen la tarea de descubrir la identidad de un peligroso asesino en serie (que a nadie se le olvide, incluso ellos viven al lado de alguien...) en un juego de falsas apariencias en el que cualquiera puede pasar de ser héroe a villano de un momento a otro (determinadas actitudes aparentemente delatoras de varios personajes hacen que poner nombre y rostro al homicida se convierta en una ardua tarea, si bien lo que parece ser a veces sencillamente es) y sospechar de las verdaderas intenciones de cada cual es, más que una remota opción, una ineludible obligación.



Daniel Espinosa




The devil’s doorway
(Aislinn Clarke, 2018)






Ficha técnica

Título original: The devil’s doorway
Año: 2018
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 73 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Aislinn Clarke
Guión: Aislinn Clarke, Michael Jackson y William Brennan
Reparto: Lalor Roddy, Ciarán Flynn, Helena Bereen, Lauren Coe, Carleen Melaugh, Dearbhail Carr, Charlie Bonnerman y Cathy Brennan


Sinopsis

Dos sacerdotes visitan un convento de clausura donde filman el asilo...


Valoración

Lo mejor: el cuidado de la debutante cineasta para aparentar lo que no es, es decir, el trabajo detrás de las focos para conseguir que la simulación de un reportaje de índole religiosa cobre tintes mayormente creíbles (incluso el reducido formato de presentación, en ocho milímetros cual sucesión de diapositivas domésticas, incide en ello) aprovechando, tal vez (meras suposiciones, ya que la producción que ocupa posee entidad propia y es, sin duda, mucho más seria y valiosa que la siguiente), el reclamo comercial de La monja; la negativa de señales divinas por parte de quienes, en teoría, deben defender esa clase de místicos mensajes a ultranza contradice el eterno enfrentamiento entre creyentes y escépticos para trasladarlo al mismo seno adorador de manera contundente, rigurosa e irreverente a partir de una visión subjetiva (en estricta primera persona) y un apartado sonoro de infarto (los efectos casi provocarán tal consecuencia en aquellos más susceptibles), resultando una obra muy bien ejecutada (aunque excesivamente convencional) que hará las delicias de los amantes del género; la vida en un convento de clausura, repleta de secretos y prohibiciones, está muy lograda en cuanto a recreación hipotética se refiere (siempre será pura ficción al no disponer de testigos verídicos a causa tanto del restrictivo celibato como de la privativa devoción), complementándose las imágenes artificiosas (futo de la imaginación de la directora) con informaciones históricas (registradas en archivos oficiales) para desafiar el orden preestablecido brindando alarmantes curiosidades (antaño las mujeres no podían cantar en misa y fue un célebre cantante el que propició tan necesario cambio), reflexivas frases (“no hay absolutos en este mundo” al custodiar escrupuloso recelo) e hilarantes interpelaciones (“¿estás robando el vino del altar?” al relatarse cierta experiencia paranormal) en aras de embaucar (término que se emplea con asiduidad) al público.

Lo peor: el texto introductorio que versa “durante más de doscientos años la iglesia católica irlandesa mantuvo a mujeres en asilos denominados Lavanderías Magdalenas” suscita un interés que no se ve correspondido con lo plasmado, narrándose la odisea de dos sacerdotes enviados por el obispado que poca empatía despiertan y menos trascendencia asumen (las interpretaciones son más que correctas pero el guión no las ajustician) con discutible e irregular raciocinio; el falso documental en el que se traduce la propuesta comienza como un excelente homenaje a El exorcista y termina como un burdo plagio de El proyecto de la bruja de Blair porque, como bien indica Fionnuala Halligan en su crítica para el prestigioso Screendaily, la película está “grabada con creatividad llevando el arte de la cámara al hombro hasta el extremo de la agitación”, debiendo entender dicha conmoción en sentido literal; la previsibilidad del desarrollo lega a ser desesperante, pues a pesar de los muchos elementos confluyentes (sangrantes estatuas, titánicas reverendas, nocturnos llantos, fantasmagóricas apariciones, multilingües posesiones, satánicos santuarios, etcétera) todos y cada uno de ellos desembocan en un fraude mayor que el presumido por los protagonistas, quienes acuden al (muy) tenebroso lugar para investigar un supuesto milagro reportado.



Daniel Espinosa

 
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