Título original: Tickled
Año: 2016
Nacionalidad: Nueva Zelanda
Duración: 90 min.
Género: Drama, Suspense
Director:David Farrier y Dylan Reeve
Guión: David Farrier y Dylan Reeve
Reparto: David Farrier y Dylan Reeve
Sinopsis
Un periodista especializado en buscar cosas bizarras por internet se topa con una misteriosa competición online y, a medida que se sumerge más en ella, se encuentra una resistencia más podrosa y feroz a investigar...
Valoración
Lo mejor: la técnica narrativa logra, al menos a compases, fascinar hasta límites inimaginables al recordar (amén de fílmicamente a Catfish de Henry Joost y Ariel Schulman) a los majestuosos inicios del polifacético Sacha Baron Cohen y del polémico Michael Moore, respetando la sátira característica de ambos sin un ápice de complicidad con el espectador, decantándose los responsables por la crueldad disfrazada y la perversidad sumergida para evidenciar que cualquier actividad (deportiva o no), por inocente que parezca, puede resultar una táctica militar de tortura si se emplea con turbias intenciones; la artificial naturalidad, aunque parezca contradictorio, de un acoso posicional tan enfermizo como la vida misma, habiendo cierta coherencia entre tanta locura por demostrar que la obsesión puede presentarse con cualquier tipo de forma y abarcar insondables temáticas; la labor interpretativa de David Farrier encarnando en este aparentemente falso documental avalado por el prestigioso canal HBO a un carismático reportero, ídolo de masas y audiencia, de la cultura pop de Nueva Zelanda, entrevistador de dispares rostros populares como el cantante Justin Bieber y el grupo musical Lords que ha construido su carrera profesional a partir de explorar el lado inusual del mundo y que, a raíz de un extraño vídeo online de una compañía acerca de la conocida como “competencia de resistencia de cosquillas” y la celebración de un evento mensual con suculentas recompensas para quienes salgan victoriosos de la misma, se ve envuelto en una espiral de ataques personales y amenazas legales de una oscura organización que no parece destinar su tiempo a mimar a sus atletas sino a ridiculizarlos e impedir que se llegue a revertir la situación.
Lo peor: el macabro planteamiento de perturbación humana, no en un sector concreto sino en todo ser viviente del planeta, se antoja una absoluta divagación por parte de los dos debutantes detrás de las cámaras (protagonistas también en la pantalla al asumir asimismo ese rol), quienes pecan de ambiciosos en su afán de sorprender aludiendo al surrealismo más extremo sin fundamentar las bases de las que parten aun cuidando su fijación sobre el sádico y erótico fetichismo tratado, atractivos en primera instancia pero desesperantes a la postre al originar una tremenda desidia las inválidas connotaciones aludidas; el enfoque final de todo cuanto se plasma hacia una vertiente sexual resta enteros a un fanatismo como cualquier otro abanderado por millonarios ansiosos de abusar de su poder que, por contra y para beneplácito del público, no es apenas conocido salvo por unos pocos dementes; la recopilación de testimonios, si bien complementa la trama, termina por dilapidar cualquier intento de atribuir credibilidad a la película, ya que la verosimilitud de lo contado brilla por su ausencia por más que la publicidad de la misma vaya dirigida precisamente a lo contrario, a reafirmar que la realidad supera la ficción y los hechos son veraces.
Daniel Espinosa
Tunnel
(Kim Seong-Hoon, 2016)
Ficha técnica
Título original: Teoneol
Año: 2016
Nacionalidad: Corea del Sur
Duración: 123 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Kim Seong-Hoon
Guión: Kim Seong-Hoon
Reparto: Ha Jung-Woo, Bae Doo-Na, Oh Dal-Su y Kim Jong-Soo
Sinopsis
Un túnel se derrumba y un hombre queda atrapado debajo de este...
Valoración
Lo mejor: el fiel reflejo de incompetencia a nivel global ejemplificada en la planificación del equipo de rescate que se propone auxiliar al hombre que ha quedado atrapado a más de cien metros de profundidad bajo el tramo del ventilador número tres de un túnel derrumbado totalmente apenas un mes después de su fabricación a causa de su nula rigurosidad arquitectónica (por desgracia el incumplimiento de los estándares de seguridad es muy común), dependiendo el grupo de inservibles protocolos (solamente disponibles en su idioma original), ineficaz tecnología (valiéndose de drones exploradores que pierden la señal inalámbrica con suma facilidad) y erróneas estimaciones (la cifra que se da en un principio para llevar a cabo la misión es de una semana y ésta termina aumentando a medida que avanzan las jornadas hasta los treinta y cinco días), todo ello para evidenciar la falta de previsión a la hora de subsanar este tipo de incidentes; el melodrama catastrofista dirigido y escrito por Kim Seong-Hoon funciona maravillosamente al seguir inteligentemente la senda de Buried en una vertiente menos minimalista y más sensacionalista, empleando planos cortos y cerrados para provocar angustia en un espectador que sentirá irremediable empatía a partir de destellos de humor y escenificación de valores humanos, así como dos escenas de contundente calidad que se corresponden con sendos hundimientos sobre la carretera afectada; la entrevista telefónica que le realizan al optimista mártir, oportunista como cabría esperar por parte de los reporteros, obviando el insalvable contratiempo de la soledad como más dilapidaría que las propias rocas en aras de mantener la calma para evitar arritmias (el suspense se refuerza con sonidos cardíacos en los compases de mayor tensión).
Lo peor: la parsimoniosa tranquilidad y sospechosa vitalidad con la que el personaje encarnado por Ha Jung-Woo, actor que lleva a cabo una complicada y formidable labor, afronta su supervivencia en solitario (al menos durante gran parte de la historia) optimizando esfuerzos y racionalizando suministros, manteniendo su autoestima intacta aun cuando las esperanzas se declaran por sí mismas explícitamente falsas y se ve precipitado a plantearse la hidratación con orina propia y la alimentación con comida de perros, acumulando incomprensibles reacciones que se alejan de la desesperación y la frustración que asolarían y extenuarían a cualquiera; la cobertura del móvil del anteriormente citado protagonista no parece resentirse lo más mínimo pese a las extremas circunstancias en las que se encuentra, algo nada creíble al soler perderse en plena calle con asiduidad y, con mayor normalidad si cabe, desvanecerse por agotamiento de la batería, extendiéndose aquí mucho aunque el uso que se le da no es demasiado pero tampoco escaso; la convincente repulsión de la gran expectación generada por el suceso narrado entre ciudadanos de a pie y, en especial, como ya se ha mencionado en el último alegato del párrafo predecesor, la prensa que, sin escrúpulos, sigue semejante noticia de infinita relevancia mediática sin atender realmente al estado del sepultado, manipulando a su antojo los avances si repercuten sobre la economía gubernamental (el gesto de aprobación final del humilde vendedor de coches cuyo lema de vida gira en torno a ofrecer, entregar y descontar más que el la competencia resulta auténtica poesía visual).
Daniel Espinosa
Viral
(Ariel Schulman y Henry Joost, 2016)
Ficha técnica
Título original: Viral
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 83 min.
Género: Drama, Terror
Director:Ariel Schulman y Henry Joost
Guión: Bárbara Marshall y Christopher Landon
Reparto: Analeigh Tipton, Michael Kelly, Brianne Howey, Travis Tope, Sofia Black, Brendon Egger, Anna Ross, Judyann Elder y Erik Williams
Sinopsis
Una joven que reside en una urbanización de los suburbios verá cómo su vida cambia por completo cuando un virus comienza a extenderse...
Valoración
Lo mejor: la fidelidad con la que se plasma el afán de la juventud por mantener relaciones sexuales, incluso por parte de una chica aparentemente decente, sana e inteligente, aptitudes que suelen darse y, al igual que aquí personalizándose en la figura de una calenturienta hermana y respaldada por unos disfuncionales padres, se ven corrompidas por una sociedad que busca diversión sin considerar las consecuencias de sus actos; la detallada génesis de la epidemia nacional causada por la denominada “gripe del gusano”, cuya transmisión sanguínea implica la contracción de un parásito multicelular que precisa de un huésped, al que manipula para tomar el control de su comportamiento y nutrirse de su oxigenación, para sobrevivir llevando a cabo el preciso comensalismo, una cepa que muta a ritmo alarmante pese a que, según palabras del presidente Barack Obama a través de la transmisión de un mensaje televisivo dirigido a sus conciudadanos, es fácilmente controlable, declarándose a la postre una ley marcial en todo el territorio californiano para poner de manifiesto la falsedad a la que el pueblo, aplicable a cualquier otra zona del planeta, es sometido; el símbolo que emplea el ejército civil para señalar la actuación que ha desempeñado en una casa concreta, indicando el mismo no sólo la incursión sino también los miembros contagiados y los tratados, una cruda pero inequívoca herramienta que, en caso de precisarse algún día si se diera una tesitura similar, sería de gran ayuda para orientarse.
Lo peor: la revelación de que, después de la muerte y el divorcio, mudarse es el tercer asunto más estresante en la vida de una persona, conocimiento tras el cual cambiarse de hogar no volverá a ser lo mismo pese a que hasta ahora ya tuviera la consideración de exigente; el inicio infectivo resta muy poco delimitado y explicado, no especificándose la realidad en ningún momento ni de los hechos globales ni de los particulares respecto a las protagonistas de una trama sin demasiada historia, valga la redundancia, esperándose por lo menos una escena tras los créditos después de un pésimo y complaciente desenlace pero ni con eso se premia la paciencia del espectador, quien comprueba cómo a lo largo de poco más de ochenta minutos la mayor profundidad que se da es la de cierta piscina atisbada al término del metraje, y la misma no alcanzará ni los dos metros; la incomunicación poblacional y la conspiración gubernamental son dos elementos tan típicos (por no citar los predecibles sobresaltos entre portadores y la carnal protección entre hermanas) en esta clase de propuestas que, a la postre, se perciben (y llegan a ser) innecesarios.