Título original: Abattoir
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 95 min.
Género: Fantástico, Suspense
Director:Darren Lynn
Guión: Christopher Monfette, David Schow y Teddy Tenenbaum
Reparto: Joe Anderson, Jessica Lowndes, Dayton Callienger, Lin Shaye, Michael Paré, Julia Alexander, Aiden Flowers y Jay Huguley
Sinopsis
Un agente inmobiliario tiene que limpiar los restos de una masacre que tuvo lugar en una casa que pretende vender, siendo entonces cuando reciba la visita de un retorcido anciano que le introduce en problemas...
Valoración
Lo mejor: la frialdad de un presunto asesino (el del inicio y no el que acapara más minutos como tal haciendo de la cita de Henry Thoreau “nuestras casas son tan poco flexibles que más que alojarnos a veces nos enjaulan” su existencial lema) que se declara culpable sin dilación ni titubeos, sosteniendo que tiene que actuar así para cumplir un objetivo superior, confesión que cabe señalar no se entenderá hasta que la película comience a desarrollarse motivacionalmente; la ocupación del antagonista de hacer desaparecer escenas de crímenes y, sobre todo, su misión recolectora como salvador que exige sacrificios para lograr milagros psicológicos para sus conciudadanos, quienes se conforman con controlar sus desgracias previo pago de deudas contraídas para huir del pasado, una labor más que cuestionable que supone el mayor alegato a la reflexión e innovación del producto; la breve aparición de Lin Shaye y su falsa hospitalidad, congratulando no por su efímera actuación en aras de impedir una negación histriónica en la apertura de un portal al inframundo por parte de un coleccionista de tragedias que construye un ocurrente milagro sino por los maravillosos recuerdos que implica su persona, en especial a la saga Insidious y, en concreto, la primera parte (sin duda la mejor de todas).
Lo peor: la protectora promesa de una ambiciosa y tenaz tía (sin pretender faltar al respeto a una fémina sino citar un lazo familiar) que, cual promiscuo anuncio del desastre que inminentemente acontecerá, desbarata cualquier atisbo de sorpresa en una obra en la que el suspense está mal administrado peor resuelto, siendo poco menos que pésimo en su totalidad al no parecer avanzar nunca el macabro trasfondo que alberga, en gran medida por la escasa contextualización de los destellos de sadismo; la debacle de Darren Lynn como realizador, pues para alguien con tanta experiencia detrás de las cámaras (ha firmado cintas tan dispares como la bestial Saw 3 y la singular Repo!, the genetic opera, así como otras tan bochornosas como 11-11-11 y The barrens y algo más destacables como Mother’s day) dirigir una obra tan incalculablemente patética por su contenido es un despropósito cinematográfico en toda regla, introduciendo absurdeces como observar cómo la grúa se apropia del vehículo de uno alejándose a cinco quilómetros por hora y no intervenir o personajes secundarios, alguacil y detective a la cabeza, que empeoran la sensación global, ya de por sí pobre, al no aportar más que inutilidades; el desfase de una cinta en formato V/H/S (y lo que es más extraño, tener en posesión un reproductor del mismo) en lugar de un DVD, un Blu-Ray o un simple pero más contemporáneo disco duro como medio mensajero, obsoleto detalle al no estar la cinta inspirada en otra época que no sea la actual, resultando tan deplorable e insultante como la premura ocupacional de las viviendas tras ser desalojadas en contra de la voluntad de sus antiguos inquilinos y para máximo provecho de quien está al acecho para lucrarse al respecto.
Daniel Espinosa
In a valley of violence
(Ti West, 2016)
Ficha técnica
Título original: In a valley of violence
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 100 min.
Género: Drama, Suspense
Director:Ti West
Guión: Ti West
Reparto: Ethan Hawke, John Travolta, Taissa Farmiga, Karen Gillan, Burn Gormanson, James Ransone, Tommy Nohilly y Larry Fessenden
Sinopsis
Un cowboy solitario llega a un pequeño pueblo con la intención de no encontrar problemas, pero algo desencadena una ola de violencia...
Valoración
Lo mejor: el canino (y en especial su adiestramiento previo al rodaje) que acompaña al protagonista la mitad de la aventura, loable e imprescindible para conseguir la empatía que éste despierta en el espectador y que, a su vez, ejemplifica la eterna fidelidad entre el mejor amigo del hombre y el mismo a través de un mensaje a medio camino entre la conciencia y la sátira; la estética de la producción, que guarda grandes semejanzas con Quentin Tarantino y su Django desencadenado, engrandece la figura de Ti West, y es que solamente él parece ser capaz de firmar una muy atrevida incursión en un registro totalmente desconocido en su carrera y convertir una mera historia del oeste en una apasionante trama repleta de suspense con excelso éxito, algo a lo que contribuye enormemente el reparto, con un soberbio Ethan Hawke como desertor y un reivindicativo John Travolta (el gran reclamo del largometraje que, pese a aparecer apenas veinticinco minutos, colma de placer al público) como alguacil a la cabeza; el guión, simple pero efectivo, contiene todo lo que uno espera del director al centrarse en un forastero (asesino pero no ladrón, como bien demuestra en su prematuro encuentro con un religioso que finge predicar la fe allá donde va) que ansía pasar desapercibido en su camino hacia el exilio mejicano que, por el contrario, se ve obligado a hacer uso de sus conocimientos militares para matar disparando, apuñalando y degollando a unos maleantes que presumen de sus falsas apariencias y ocultan sus crueles intenciones, tipos rudos que pecan de incontinencia verbal a castigar por alguien sin miramientos.
Lo peor: el grito más famoso del celuloide conocido como “Wilhelm scream”, una seña de comercialidad introducida sin motivación alguna y eso, a quienes aman el séptimo arte en general y al realizador en particular, supone una especie de traición gratuita; la reproducción, fugaz e intermitente, de cierta experiencia bélica causa confusión y en absoluto emoción, siendo por ende un error pasajero tan llamativo como el hecho de querer asesinar a alguien sin comprobar su defunción y resultar que apenas ha sufrido rasguños, la cual cosa sucede justo cuando el filme se encuentra en su ecuador para propiciar un giro argumental radical; el conjunto de decorados, aunque cuidados al máximo, es muy escaso, al igual que el número de actores intervinientes, aunque esto último es una característica del autor (incluso remontándose a sus inicios) logrando excelentes resultados.
Daniel Espinosa
The monster
(Bryan Bertino, 2016)
Ficha técnica
Título original: The monster
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 85 min.
Género: Drama, Terror
Director: Bryan Bertino
Guión: Bryan Bertino
Reparto: Zoe Kazan, Ella Ballentine, Scott Speedman y Aaron Douglas
Sinopsis
Dos chicas se extravían en el bosque, quedando atrapadas en medio de una tormenta colosal y siendo acechadas por una terrible criatura...
Valoración
Lo mejor: el clima, que cambia a su antojo de un instante a otro como lo hacen los sentimientos de las personas, lo cual no parece ser una coincidencia sino todo lo contrario, algo muy intencionado y es que, atendiendo a que seis actores (cuatro de ellos secundarios, amén del monstruo y el lobo, cuyos rostros no se muestran) y dos decorados (una casa con sus respectivas estancias y una carretera adjunta a un frondoso bosque) le bastan a Bryan Bertino para convertir el terror primario en catártico e impresionar de nuevo al respetable como ya lo hiciera con la comercial Los extraños y la independiente Mockingbird (la que ocupa estaría a medio camino presupuestario e intencional entre ambas), sería lo más lógico; el licántropo, un ser poderoso donde los haya, como elemento terrorífico e incontrolable (en sentido figurado y corpóreo), está muy logrado y permiten al espectador entender la rima infantil del mil novecientos tres que se lee al inicio de la película (“están escondidos y observando, sólo espera y verás..., ¡ay!, hay monstruos para ti para mí”); la inversión de roles entre una madre y su hija, siendo la responsable la pequeña y no la adulta, es tan crítica como interesante desde el punto de vista generacional y educacional.
Lo peor: el conflicto paterno-filial que se narra, enfermizo hasta llegar a plantearse una división definitiva entre las dos integrantes implicadas, no se plasma con la mejor de las fluideces, habiendo facilitado el cometido la introducción de alguna escena más explicitica y aclaratoria aunque se sobreentienda sin mucho esfuerzo, entre tanto misterio sin resolver, el mensaje del realizador y guionista (a modo de sutil clave para aquellos menos dados a deducciones fílmicas vale citar la magnífica Alta tensión como referencia, pues la metodología es similar en una y otra y en ella sí se manifiesta patentemente ese amor-odio basado en la dependencia); el trascendental incidente que, fundamentado en aquel que refrán que versa “después de la tempestad llega la calma” (textual visualmente y simbólico argumentalmente), detona la historia, predecible en demasía; el drama de los malos hábitos, plasmado a través de una serie de recuerdos, resulta efectivo pero pícaro para que pasado y presente converjan y se interrelacionen.