Título original: Bone tomahawk
Año: 2015
Nacionalidad: EEUU
Duración: 125 min.
Género: Drama, Terror
Director: Craig Zahler
Guión: Craig Zahler
Reparto: Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox, Lili Simmons, Richard Jenkins, Sean Young, David Arquette, Sid Haig y Kathryn Morris
Sinopsis
A un pequeño pueblo llega un forastero que acaba arrestado tras una disputa; una mujer decide cuidar de él, pero cae la noche y desaparecen.
Valoración
Lo mejor: la recreación de la época en la que transcurre la trama, el año mil ochocientos cincuenta para ser exactos, está realmente lograda sin precisarse grandes alardes ni en vestimentas ni en decorados, los dos apartados más destacados de la producción; el componente sanguinario, aunque limitado a escenas de puro sadismo y fundamentada venganza, roza la perfección en cuanto a impacto visual se refiere, al igual que sucede con la angustia generada por parte del personaje encarnado por Patrick Wilson al sufrir todo tipo de dolores, pese a que en esta ocasión éstos no guarden relación alguna con los que padecía en la atemporal The conjuring: Expediente Warren sino con un rol conyugal de entrega máxima; la temeridad que infunde el clan antagonista, cuyos miembros siguen viejas tradiciones caníbales y veneran con total devoción el terreno que cree propio, es inmensa, pues los cavernícolas en cuestión imponen tal respeto que optar por la huida más desesperada en caso de encontrárselos sería irremediable si uno no muere directamente infartado.
Lo peor: la pronunciación de ciertos pensamientos internos que cualquiera ocultaría con recelo e incluso duraría de reproducirlos para sí mismo es, al igual que otros muchos matices como el desaprovechamiento de la dupla formada por David Arquette y Sid Haig que basa su participación de degollar y maldecir, un vano intento de dibujar una sonrisa en el espectador; el terror, uno de los géneros que constan en la ficha técnica oficial del filme, se limita a una vertiente tan psicológica que poner en entredicho su pertinencia se antoja lo más lógico; la película roza, exagerada e incomprensiblemente, el notable entre los críticos que han publicado una reseña sobre la misma tanto en medios físicos como en virtuales, una valoración que, cuanto menos subjetivamente a tenor de su lentitud, no se corresponde con una medianamente acertada y se traduce en una corrompida promoción.
Daniel Espinosa
The final girls
(Todd Strauss, 2015)
Ficha técnica
Título original: The final girls
Año: 2015
Nacionalidad: EEUU
Duración: 87 min.
Género: Comedia, Terror
Director: Todd Strauss
Guión:Joshua Miller
Reparto: Taissa Farmiga, Malin Akerman, Adam Devine, Thomas Middleditch, Alia Shawkat, Alexander Ludwig, Nina Dobrev, Chloe Bridges, Angela Trimbur, Dave Randolph, Patrick Kearns y Lauren Gros
Sinopsis
Un grupo de amigos son absorbidos por una pantalla de cine para encontrarse en una película en la que se convertirán en futuras víctimas...
Valoración
Lo mejor: el metacine que supone la ficticia película centrada en el campamento de verano amenazado por un asesino en serie, al más puro estilo de la mítica saga “Viernes 13”, en el que los protagonistas se ven misteriosamente inversos tras un fatídico accidente, delicioso tanto para los amantes de la serie z más ortopédica como para quienes ansíen disfrutar de una singular y notable propuesta; el aura de retrospectiva lograda por Todd Strauss, director cuya banal carta de presentación en el largometraje fue “Dos colgaos muy fumaos en Navidad” dos bienios atrás, a partir de un objetivo espiratorio atrayente e irracional, combinándose de manera sublime elementos propios de dos décadas atrás, desde indumentarias hasta temas musicales, pasando por carteles promocionales e imaginativos paisajes; la interrelación entre los personajes respecto a sus desfasados representantes, confrontarse continuamente perspectivas generacionales para dar como resultado una envidiable reconversión de los recurridos géneros de comedia y terror.
Lo peor: el intuitivo devenir de una trama primeramente sorprendente, seguidamente mundana y finalmente inapelable, no entusiasmando pero sí entreteniendo desde el segundo cero hasta el cinco mil doscientos veinte en el que concluyen unas tomas falsas ejemplificadoras del divertido y arduo trabajo que el metraje ha significado; la trascendencia que se intenta infundir con todos los planos, algunos realmente memorables e inolvidables pero otros disfuncionales para conformar el clásico de culto que se pretende, como por ejemplo los dedicados al exagerado estereotipo de la más desinhibida del grupo, destinada a morir por la irritación que motiva; la tonalidad que impera en el tramo conclusivo, cuya decisiva importancia no se aprecia tan claramente como debiera a causa de unos rojizos rayos celestiales que dibujan un marco fantástico muy en sintonía de la atmósfera audiovisual propia de los años ochenta de la que hace gala la obra pero impiden un superlativo disfrute.
Daniel Espinosa
The invitation
(Karyn Kusama, 2015)
Ficha técnica
Título original: The invitation
Año: 2015
Nacionalidad: EEUU
Duración: 96 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Karyn Kusama
Guión: Matt Manfredi y Phil Hay
Reparto: Logan Marshall, Emayatzy Corinealdi, Aiden Lovekamp, Michelle Krusiec, Mike Doyle, Jordi Vilasuso, Jay Larson, Marieh Delfino, Tammy Blanch, Michiel Huisma, Lindsay Burdge y John Carroll
Sinopsis
Una mujer invita a su antigua pareja y otros comensales a una cena...
Valoración
Lo mejor: la peligrosa honestidad impuesta por un juego popular cuya participación, debidamente modificada para beneficiar un interés particular, propulsa el afloramiento de sentimientos internos, pasiones prohibidas y obsesiones imperecederas; el minuto sesenta, clave para transformar espejismos verbales en hecho palpables y convertir una trama sin demasiada alma en una de las más poderosas del año en dicho sentido, cuando la hospitalidad da lugar a la hostilidad, iniciándose una última media hora gloriosa que culmina en una globalización verdaderamente demoledora; el número necesario de figurantes necesario para urdir la extraña reunión mediante la cual los anfitriones deparan un nuevo comienzo para los asistentes, reunidos dos años después siendo elegidos cuidadosamente para formar parte de un culto religioso promovido por la búsqueda de la ayuda mutua, asciende a menos de una veintena y, no obstante, se extiende a millones al poderse sentir identificado, ya sea propia o indirectamente.
Lo peor: la pronunciación de alegatos preestablecidos, citándose frases como “el dolor es opcional” al tratarse de una reacción química modificable, imposiciones disfrazadas de artimañas para coartar a aquellos escépticos ávidos de una excusa para sentirse identificados y reencontrarse consigo mismos sin valorar las consecuencias que no resultan tan prácticas como en, por ejemplo, la notable Sound of my voice, por citar una inmediatamente comparable; el difuso e irregular monopolio de ciertas visiones autodestructivas, pese a contraer un misticismo de índole filosófica, aleja indebidamente a la cinta del sendero de El cazador de sueños, película con la que comparte espiritualidad paranoica a raíz de un suceso traumático susceptible de toda desconfianza ajena; la figura del guía que pretende reclutar a las personas perdidas, entendidas como tales cualquiera que en un momento dado debe superar una circunstancia comprometida, se antoja tan mediocre que ni siquiera merece la pena mencionarla, al contrario que ocurre con el mensaje de optar por una existencia consciente de cura permanente y efímera felicidad, un consuelo fruto de la estratégica manipulación a la que somete a discípulos y víctimas.