Título original: Child’s play Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 88 min. Género: Comedia, Terror Director: Lars Klevberg Guión: Tyler Burton Reparto: Mark Hamill, Aubrey Plaza, Brian Tyree, Tim Matheson, Gabriel Bateman, David Lewis, Ty Consiglio, Amber Taylor, Beatrice Kitsos, Carlease Burke, Hannah Drew, Kristin York, Nicole Anthony, Veenu Sandhu, Ben Andrusco, Johnson Phan, Zahra Anderson, Anantjot Aneja, Marlon Kazadi, Trent Redekop, Eddie Flake, Michael Bardach, Kenneth Tynan, Ariana Nica, Amro Majzoub y Nicholas Dohy
Sinopsis
Una madre le regala a su hijo un muñeco por su cumpleaños sin ser consciente de la naturaleza maligna que éste esconde en su interior...
Valoración
Lo mejor: la procedencia del malévolo proceder del muñeco (remontándose a unos creíbles orígenes creíbles potenciados por un aprendizaje automatizado basado en la experiencia diaria en el seno de la disfuncional familia que lo acoge), mucho mejor explicada que en anteriores entregas (incluso que en la original) además de adecuarse perfectamente a las inquietudes de las nuevas generaciones para captar su atención y (solo tal vez) remover alguna que otra conciencia; la serenidad con la que el autor flirtea con la tragicomedia más surrealista en la especie de subtrama que pivota sobre cierto obsequio, transcurriendo en dichos compases los minutos como si de fugaces segundos de tratase; la sensacional colección de carteles publicados con motivo del lanzamiento en salas comerciales compartido con Toy story 4, uno de los grandes (o el mayor) títulos del dos mil diecinueve.
Lo peor: la apariencia física del juguete provoca tanto rechazo como la repentina atribución del nombre al mismo (acontece mediante una artimaña secundada por una configuración conductual cuanto menos debatible), si bien se traduce en una de tantas novedades que convierten la ocasión en parcialmente genuina; el reclamo de Mark Hamill poniendo voz al antagonista (por momentos convertido en entrañable e inesperada víctima de la historia) es colosal y, aun cumpliendo con su cometido, no dota de la suficiente personalidad a excepción del tema principal de la banda sonora, en el que sí le infiere alma; el componente macabro no se acentúa tanto como pudiera, destinándose gran parte de los esfuerzos argumentales a posibilitar una disparidad de secuencias humorísticas (la mayoría más negras que el carbón) que transitan entre lo grandilocuente y lo deleznable.