Mamá 27-04-2024 11:07 (UTC)
   
 

Mamá
(Andres Muschietti, 2013)


Mamá




Ficha técnica


Título original:
Mamá
Año:
2013
Nacionalidad:
España
Duración:
100 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
Andres Muschietti
Guión:
Andres Muschietti, Barbara Muschietti y Neil Cross
Reparto:
Jessica Chastain, Nikolaj Coster, Megan Charpentier, Daniel Kash, Jane Moffat, Javier Botet, Isabelle Nelisse y Julia Chantrey


Sinopsis


Las hermanas Victoria y Lilly desaparecieron de la urbanización donde vivían sin dejar rastro; su tío Lucas y la novia de éste las han buscado sin cesar desde entonces y, cuando ocurre lo imposible y las niñas aparecen en una cabaña, la pareja las acogen sin pensarlo un instante en su casa...



Crítica


Cinco años atrás, el argentino Andres Muschietti se lanzaba a la dirección con un cortometraje de terror tan impactante como escueto titulado Mamá (el cual centraba su trama en dos hermanas que en plena madrugada trataban de abandonar su casa porque un ser extraño las acechaba en ella, trama que fundamenta la producción aunque injustificada sea su concepción), y tal fue el perfeccionismo que dicha propuesta alcanzó (así como reconocimiento, pues las críticas vertidas sobre ésta oscilaron desde la notabilidad hasta la brillantez) que el director llamó la atención del laureado Guillermo del Toro, quien se encargó de argumentar a la todopoderosa Universal Pictures las infinitas posibilidades que una traslación a la gran pantalla supondría; publicitada como un thriller sobrenatural abrumador a la par que escalofriante, la cinta se aleja ligeramente del clásico subgénero de niños malvados que tan buenos momentos han proporcionado al público (valga mencionar la clásica Los chicos del maíz o la contemporánea La huérfana para ratificar dicha afirmación) para tratar (con más pena que gloria) el supuesto amorío materno que el ser humano contrae desde su concepción, aunque el eje central no sea otro que la ficción más inconcebible (múltiples elecciones se escapan al raciocinio común) presuntamente profunda (confirmar tal oquedad no es sencillo debido a la dificultosa defensa que suscita el cuestionable simbolismo del producto).


El funesto día en el que el padre de las pequeñas Victoria (Megan Charpentier, irregular a lo largo de la película, transitando de una aborrecible corrección a una formidable espontaneidad) y Lilly (Isabelle Nelisse, brutal e intensa) mata a su madre éstas son, ante el atroz suceso, trasladadas por el propio homicida a una cabaña situada en un inhóspito (y trascendental) bosque cercano a la urbanización donde residen; durante cinco largos años, su tío Lucas (Nikolaj Coster, quien asciende de su aparición televisiva en Juego de tronos al celuloide con relativa efectividad) y la novia de éste Annabel (Jessica Chastain, irreconociblemente tatuada y algo menos atractiva, mucho más cercana e igualmente genial que de costumbre), dibujante
él y guitarrista ella, las han buscado insistentemente, hasta que las niñas aparecen en una derruida cabaña en medio del bosque, imprevisible suceso ante el cual la pareja no duda en actuar de inmediato acogiéndolas en una morada facilitada por el doctor Dreyfuss (Daniel Kash, intransigente y prescindible), quien les propone habitar en la misma para poder controlar a las hermanas concienzudamente al suponer un verdadero enigma para la ciencia su supervivencia en un entorno tan salvaje durante un lustro.

Aunque la educación de las pequeñas se presume problemática desde el inicio debido a los hábitos adquiridos por éstas, la situación se vuelve más anómala y peligrosa cuando las malas vibraciones se van apoderando del lugar, premonitorios acontecimientos que parecen estar estrechamente relacionados con las susodichas sobrinas; en un principio se presupone que la inmadurez de Annabel es la causante de tales desdichas, pero la extraña presencia de un malévolo y posesivo espíritu al que las hermanas se refieren bajo el pseudónimo de Mamá (Javier Botet, el icono por excelencia del cine de terror patrio que ha convertido su escuálido y alargado aspecto, fruto de las cuantiosas intervenciones a las que ha sido sometido por el Síndrome de Marfan que padece, en una indiscutible faceta artística de imposible discusión, como ya demostrara en las dos primeras entregas de la franquicia [Rec], visualmente imponente y fonéticamente inclasificable) comienza a apoderarse de los inquilinos del hogar, sucediéndose sobrecogedores hechos que desencadenarán en un desenlace tan dramático como inapropiado.


Mamá logró alcanzar el número uno de la taquilla americana en su fin de semana de estreno con una recaudación de veintiocho millones de dólares (once más que su inmediata seguidora, La noche más oscura), superando de esta forma la apertura de catorce de Los Otros y la de Lo imposible, dato que no hace sino ratificar la abrumadora acogida que la cinta ha protagonizado (la cual se extenderá, muy posiblemente, a todo territorio en el que sea presentada); obviamente, tal éxito no se debe al debutante tras las cámaras (considerado, no obstante, uno de los diez directores a tener en cuenta en el presente año según la prestigiosa revista Variety), sino a la presencia entre el equipo técnico del siempre atrayente Guillermo del Toro, quien vuelve a apadrinar a una joven promesa recién iniciada en el séptimo arte hábida de un impulso propicio para la correcta evolución de su carrera, convirtiéndose de nuevo en productor como ya hiciera con las óperas primas de Juan Antonio Bayona (El Orfanato) y Carlos Cuaron (Rudo y Cursi), lo cual se traduce en una aportación dineraria que más allá de significar un éxito asegurado se convierte en otra producción a añadir a su extenso currículum (ésta es, al menos, la impresión que desprenden sus últimas implicaciones, ya que la misma se limita al aspecto económico e insignificantes cambios en la adaptación del guión elaborado por el propio Andres Muschietti y la hermana de éste, también productora).

El horror se torna fantasía y el interés decepción rápidamente (los compases finales logran el propósito de inquietar al no mostrar físicamente a la antagonista de la película, pero posteriormente se abusa precisamente de lo contrario), y es que vuelve a ser evidente el costoso trabajo que supone trasladar un cortometraje (en esta ocasión de apenas tres minutos de duración, cuya trama está íntegramente plasmada en el presente trabajo en una secuencia poco conveniente pero trascendentalmente terror
ífica) en largometraje aun haciendo valer el don natural del que uno disponga, pues aunque se dirija con primorosa locuacidad si la historia se enfoca desde una perspectiva no tanto errónea como comercial el resultado no podrá ser satisfactorio, y éste es precisamente el gran inconveniente de la cinta, tratar de recoger desordenada e inconclusamente todas las artimañas terroríficas empleadas en metrajes de semejante índole (muchas situaciones se desaprovechan con torpeza y otras tantas tan siquiera se resuelven);  la premisa resultaba sumamente prometedora, qué duda cabe, pero el modo de desarrollar la incertidumbre planteada y el fatigoso misterio subyacente tras ésta no facilitan el visionado del filme lo más mínimo, volviéndose paulatina y cronológicamente previsible y recurrente (incomprensible tipicidad, pues la pieza primigenia no era nada efímera).


Daniel Espinosa




 
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