In their sleep
(Caroline du Potet y Eric du Potet, 2010)
Ficha técnica
Título original: Dans ton sommeil
Año: 2010
País: Francia
Duración: 79 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Caroline du Potet y Eric Du Potet
Guión: Caroline du Potet y Eric Du Potet
Reparto: Anne Parillaud, Arthur Dupont, Jean Anglade y Thierry Frémont
Sinopsis
Sarah es una mujer afligida por la muerte de su hijo adolescente un año atrás que una noche atropella accidentalmente a Arthur, un joven de edad similar a la de su difunto hijo que sale de entre los árboles huyendo de un ladrón que le persigue; Sarah simpatiza con él y le ayuda, aunque acaba siendo también perseguida por ese extraño ladrón de ira asesina.
Crítica
Qué duda cabe que el cine francés ha producido en los últimos años grandiosas obras, Martyrs, Frontier(s), Inside... pues bien, ésta no es una excepción, y In their sleep se une a la larga lista de joyas del cine de terror vecino y, a la postre, éxito internacional rotundo si tienen la oportunidad de trascender mínimamente las fronteras; y es que la propuesta, si bien es cierto que guarda semejanzas visuales con Inside e incluso comparte una escena con la española Secuestrados, no es menos cierto que es original y emotiva como pocas, utilizando la soledad como inspiración para imponer una fuerte carga emocional que rezuma en cada una de sus escenas, admirable recurso para tratar la imperiosa necesidad de sentirse querido (no tanto amado como apreciado) aunque sea a costa de la felicidad de otros, incluso de quienes no tienen culpa.
Hace un año que Sarah (Anne Parillaud) perdió a su hijo, de forma trágica tras una discusión familiar producida en el traslado a su nuevo hogar y es evidente que para una madre sobreprotectora y conciliadora como ella no es nada fácil llevar este suceso, por lo que desde entonces le cuesta inmensamente conciliar el sueño y apenas descansa; una de esas noches, mientras conduce en la penumbra de la noche, atropella accidentalmente a Arthur (Arthur Dupont), un joven de la edad de su fallecido hijo que se cruza en plena noche en medio de la carretera saliendo bruscamente de entre los árboles del frondoso bosque y, malherido, apenas puede balbucear unas palabras de ayuda referidas a un hombre que, sin motivaciones aparentes, le persigue (Thierry Frémont) sin cesar con el objetivo de acabar con su plácida existencia.
Sarah decide auxiliar en su casa a Arthur, curándole las heridas sufridas por el accidente (o quizás por otros motivos que en principio son impensables) y ofreciéndole alojamiento para, a la mañana siguiente, acudir a un hospital y denunciar al psicópata, pero descubre atemorizada que el hombre que perseguía el muchacho les ha seguido hasta el hogar; a partir de este instante comenzarán a sucederse una serie de hechos que irán descubriéndonos el complejo entramado que compone la historia, a lo que ayuda unos detonantes flashbacks para comprender la situación del joven, y contemplar quién es realmente, la verdadera vida de este muchacho tan tímido como desconcertante, que alterna ternura con locura, y que ayudarán a en gran medida a esclarecer los hechos.
Desde el primer momento sospechamos (porque no se oculta en ningún momento y, de hecho, algunos detalles hacen pensar en ello) que Arthur esconde algo, un secreto que probablemente sirvan de explicación a los extraños robos que ha habido en las últimas horas en la zona, y haciéndonos reflexionar una vez más sobre la debilidad humana, que muy pocas veces tiene el sosiego para pensar que en multitud de ocasiones las apariencias engañan, y que confiar en un completo desconocido no suele ser buena idea (y más en este caso, que desde un principio se entrevé un aura misteriosa que envuelve cada uno de los actos y comportamientos que lleva a cabo el chico); el desenlace, uniendo ambas versiones (la de Arthur y la del hombre supuestamente psicópata), es irremplazable, uno de los mejores finales que recuerdo en muchos años (desvelando por completo el confuso inicio del filme e iluminando una historia que por momentos erráticamente parece divagar).
El ritmo frenético ascendiente con el que Caroline du Potet y Eric du Potet dotan al filme es impresionante, ofreciéndonos momentos estelares de tensión y un buen puñado de escenas violenta (sin necesidad de llegar a la náusea, recreándose en lo meramente significativo y primordial) y, aunque la trama propuesta es perfecta y deja siempre con ganas de más al espectador, apenas sorprende su desarrollo, puesto que desde un principio es fácil intuir el final; no obstante, el hilo argumental es magnífico, con una puesta en escena soberbia, unas interpretaciones inmaculadas, un apartado sonoro perfectamente adaptado a cada situación y una atmósfera sobrecogedora y agobiante; todo ello plasmado de forma sutil y elegante, rasgos propios de la mejor producción que uno pueda imaginar.
Daniel Espinosa
Re-cut
(Fritz Manger, 2010)
Ficha técnica
Título original: Re-cut
Año: 2010
País: EEUU
Duración: 81 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Fritz Manger
Guión: Fritz Manger y Dylan Manger
Reparto: Jeff Kober, Ross Kohn, Austin Basis, Meredith Phillips, Christopher Redman, Richard Trapp, Michael Kurz y Ronald Hunter
Sinopsis
Un aspirante a reportero y su amigo emprenderán una investigación, junto a una conocida reportera, para resolver el asesinato de dos jóvenes halladas muertas en un granero familiar de Wisconsin; los tres intentarán desvelar el misterio que envuelve el caso, pero a veces la realidad es más peligrosa que el mito, y sus vidas correrán un serio peligro.
Crítica
Las películas snuff son grabaciones de asesinatos reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) cuya finalidad es registrar estos actos mediante algún soporte audiovisual y posteriormente distribuirlas comercialmente para entretenimiento; pues bien, Re-cut pretende simular una snuff movie en toda regla, y lo cierto es que se aproxima mucho a lograrlo (a pesar de tratarse de una producción de mínimo coste y en la que apenas intervienen alrededor de media docena de actores).
Y es que la cinta parte de una premisa tremendamente prometedora a la par que original (es cierto que otros metrajes tratan temas semejantes, pero éste en concreto no), un asesinato sucedido en un pueblo de Wisconsin, más concretamente en Ledville, consistente en el fallecimiento por motivos desconocidos de unas gemelas de corta edad de nombre Sara y Mary Fowler; los primeros minutos de la cinta (y los últimos, a modo de conclusión y explicación de los hechos sucedidos) giran en torno a la investigación de eso, investigación llevada a cabo por Adam Baumgard (un aspirante a reportero interpretado muy correctamente por Ross Kohn), su amigo David Stankowitz (al que da vida un torpe, tanto en el papel como en la interpretación, Austin Basis) y María, una conocida reportera a nivel local a la que interesa dicha historia (papel llevado a cabo a cargo de una convincente Meredith Phillips).
Los tres viajarán al pueblo en cuestión, siempre guiados indirectamente por el sheriff Tate (Tim Dezarn, el mejor del filme a mi juicio) y con la inestimable y aparentemente amigable ayuda de Clint (Richard Trapp), al que conocen por casualidad en un bar y al que se unirá en una de las paradas del trayecto su amigo Shane (un sorprendentemente brillante Christopher Redman); el grupo emprenderá entonces el viaje a la granja en la que ocurrieron les hechos, descubriendo cosas que jamás hubieran deseado, y destapando de este modo el enrevesado telar que gira en torno a la muerte de las gemelas, concretamente, su explicación.
Como apariciones secundarias destacaría la de Jeff Kober, que encarna al padre de las gemelas ahorcadas en la granja familiar, realizando una interpretación corta pero magnífica; además, las fugaces pero admirables apariciones de Ronald Hunter también dotan de más sentido y cohesión a la trama, que ya de por sí sola se mantiene estable y evoluciona incrementando la tensión y descubriendo detalles sumamente importantes para el desenlace de tan diferente y plausible propuesta.
Las mejores escenas son las que el asesino nos brinda cámara en mano, que provocan irremediablemente te estremezcas con sus cabras actuaciones (en especial el fragmento en el que se vale de una potente aspiradora para dejar sin algunos de sus bienes más preciados a una de sus víctimas); a esto hay que añadirle un final elaborado y coherente con el resto de historia, y una calidad visual irreprochable (los peores aspectos sean quizás las de ciertos acontecimientos, sobreactuados en exceso); Re-cut es una muy buena alternativa al tan explotado terror de cámara en mano, tratándose en esta ocasión de una propuesta de bajo presupuesto que no intenta alcanzar lo que no puede, sino que opta por un guión inteligente y a la postre sorprendente en lugar de intentos fallidos de terror (terror que sí consigue Fritz Manger en los numerosos juegos de cámaras que se van sucediendo durante la película, que encuentran su explicación en el logrado intento de emular un documental real).
Daniel Espinosa
The loved ones
(Sean Byrne, 2009)
Ficha técnica
Título original: The loved ones
Año: 2009
País: Australia
Duración: 97 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Sean Byrne
Guión: Sean Byrne
Reparto: Jessica McNamee, John Brumpton, Richard Wilson, Robin McLeavy, Victoria Thaine, Brandon Burns, Leo Taylor y Tom Mahoney
Sinopsis
La niña buena del instituto quiere salir con un macarra traumatizado por la reciente muerte de su padre en un accidente en la carretera y amante de montárselo en el coche de su bella novia, pero como en realidad no es tan buena, la joven despechada se enfunda su traje rosa y recurre a papá para que éste secuestre a su pretendido, lo vista de etiqueta y lo ate a una silla para su particular y sangriento baile de graduación...
Crítica
The loved ones es una película australiana que ganó el premio a la Mejor Película dentro de la sección Midnight Madness del Festival de Toronto 2009 por una sencilla razón, se trata de una cinta pletórica en todos sus sentidos, a la que difícilmente se le puede reprochar algo (quizás el final feliz, que después de todo lo sucedido en el filme resultaba prácticamente impensable, típico de las grandes producciones); la cinta podría describirse como una mezcla de las comedias adolescentes norteamericanas con baile de graduación de por medio, las torturas de Hostel, y el malsano concepto de familia de La matanza de Texas (de hecho Ojos Brillantes, uno de los estupendos personajes secundarios, hace recordar al abuelo de la mítica película de Tobe Hopper) aunque, pese a esta catalogación, poco tiene que ver con producciones anteriormente vistas, y es que la singularidad de ésta dota de un aire fresco al actualmente tan recurrido género torture-porn (aunque tal adjetivo costosamente se aplicaría pura y explícitamente a la ocasión).
Brent (Xavier Samuel) es un adolescente atormentado por la culpa tras la muerte de su padre en accidente de tráfico (su madre y él no han podido superarlo todavía, una se esconde tras una máscara de pasividad y el otro tras las drogas) que, sumido en una fuerte depresión que le lleva a coquetear con la idea del suicidio, encuentra en Holly (Victoria Thaine), su preciosa novia, una excelente razón para seguir adelante y afrontar el futuro con esperanza; pero un mal día se cruza en su camino Lola (Robin McLeavy), una estudiante algo retraída y tímida que invita a Brent a acompañarla al baile de final de curso del instituto (solicitud que Brent rehúsa amablemente, cosa que significará el mayor error de su vida, ya que lo en un principio no parece tener más consecuencias que un pequeño enfado de la chica termina dando pie a todo suceso venidero).
Lola es una niña mimada hasta la médula por su padre (John Brumpton), un hombre que accede sin pensárselo a la petición de su hija de secuestrar a Brent y hacerle de este baile de fin de curso un auténtico infierno, y vaya si será así, porque el pobre chico sufrirá una tortura tras otra, para uso y disfrute de una Lola que si a primera vista parece la mejor y más formal estudiante, en el fondo resulta ser una adolescente insegura y desequilibrada cuyo dominio del arte de la tortura (sobretodo física) queda patente a medida que avanza la trama y sufre una metamorfosis, transitando de la ingenuidad, la candidez y la ironía hacia la crueldad y el sadismo (es menester hacer especial hincapié en este personaje porque es el icono por excelencia del presente filme).
A la terrible (en el buen sentido) historia principal le acompaña otra paralela, la del mejor amigo de Brent, Jamie (Richard Wilson), manteniendo una turbulenta cita con una guapísima, silenciosa, taciturna y oscura muchacha, Mia (Jessica McNamee), con la que ha tenido la suerte (para él) de asistir al baile de fin de curso (aunque realmente ella solamente accede para aprovecharse de la droga que le puede proporcionar) y cuyo extraño comportamiento de la misma se explicará extensa y coherentemente en el conclusivo tercer acto del metraje.
La soberbia descripción de los personajes, las intensas secuencias de tortura (salpicadas de sangre pero también de un finísimo y delicioso humor negro) y una atmósfera agobiante y terrorífica son las grandes bazas de este filme, y es que las escenas de Lola con su sumiso progenitor (entre los cuales parece haber algo más que la simple relación parental) son de lo mejor de la cinta, unos instantes donde van de la mano la ironía y el gore (sutil, sin necesidad de caer en los típicos tópicos de sangre fácil) y la violencia gráfica alcanza su punto más álgido (aunque en todo momento es plenamente disfrutable y divertida); impresionantes asimismo resultan las cualidades de Robin McLeavy para convertir una historia con pocos elementos a desarrollar en una joya de extremada calidad, con una excelente fotografía, una realización magnifica, unas interpretaciones inconmensurables de todos los actores (tanto principales como secundarios) y una sarcástica selección de apetecibles canciones.