Día 3 (Sitges Film Festival 2010) 21-11-2024 09:31 (UTC)
   
 

Cherry tree lane
(Andrew Williams, 2010)


Cherry Tree Lane




Ficha técnica


Título original:
Cherry tree lane
Año:
2010
País:
EEUU
Duración:
77 min.
Género:
Drama, Suspense
Director:
Andrew Williams
Guión:
Paul Andrew Williams
Reparto:
Ashley Chin, Jennie Jacques, Jumayn Hunter y Rachael Blake


Sinopsis


Christine y Mike son una pareja burguesa de clase media ordinaria que vive en lo que podía ser cualquier casa de cualquier calle; es una tarde normal en la que ellos preparan la cena, abren una botella de vino y discuten sobre cuánto tardará su hijo Sebastián en volver del futbol..
.


Crítica


Mirar quién llama a la puerta cuando hacen sonar el timbre parece un concepto básico y un acto casi instintivo, pero a menudo nos encontramos con películas de ésta índole que nos muestran la parte más estúpida del ser humano, que sin hacer caso a la lógica deciden abrir sin comprobar antes de quien se trata (cuantas veces hemos visto en los últimos tiempos casos similares en semejantes cintas); todo en este filme se basa básicamente en eso, en un desafortunado exceso de confianza (muy asumido por lo general) y unas consecuencias impensables causadas por una acción aparente y costosamente insignificante.


La historia nos cuenta la situación de Michael (Tom Butcher) y Christine (Rachael Blake), un matrimonio con problemas en su relación que se disponen a disfrutar de una cena romántica en el salón de su casa en el número 18 de Cherry Tree Lane mientras esperan a su hijo Sebastián, que tiene que volver del partido de futbol pero, de repente, el timbre suena y tres adolescentes pandilleros londinenses aprovechan el descuido de Christine para asaltar el hogar, amordazando a la pareja y dejándolos completamente vulnerables a su merced; con Michael estirado y atado en el suelo, y con Christine vigilada intensamente por uno de los adolescentes en el sofá, nos encontramos ante un panorama desolador para el matrimonio, que además descubren que su hijo es consumidor de drogas habitual, hecho que es precisamente el desencadenante de la visita, ya que uno de los pandilleros, Rian, busca venganza sobre su hijo porque éste causó el encierro de su primo Jamal en la cárcel siguiendo un plan que parece sencillo, esperar hasta que regrese Sebastián y cobrarse la cruel venganza que le tienen preparada.

Uno de ellos, Ted (Sonny Muslim, el único de los tres que es de raza blanca), se encarga de sustraer las tarjetas de crédito al desvalido Mike y conseguir los números PIN para poder ir a un cajero y sacar el máximo dinero posible, con éste fuera, Rian (Jumayn Hunter, uno de los dos muchachos de color que se quedan vigilando en la casa) decide mantener relaciones sexuales con la mujer, para desespero del marido, a quien le tocará soportar los monólogos del otro chico en cuestión, Asad (Ashley Chin), acerca de sus pensamientos y demás cuestiones (este es uno de los puntos más frustrantes de la cinta, y no dura precisamente poco, ya que se tratan de veinte minutos sin ritmo alguno y soporíferos hasta decir basta); transcurridos unos minutos aparecen en el hogar tres jóvenes más, amigos de escuela de los anteriores, para detonar todavía más (sin ningún motivo) la trama, uno de ellos es un niño de nueve o diez años, que presencia con relativo placer el panorama que se encuentra; llegada la hora señalada para el regreso de Sebastián éste se ve sorprendido por el grupo, sufriendo torturas y vejaciones en el piso de arriba y Michael, de mientras, consigue librarse de las cuerdas e ir a ayudar a su mujer, que se encuentra estirada en el suelo de la habitación, desnuda, tras haber sido violada por Rian; los dos subirán, dando rienda suelta a su locura contra los agresores, que consiguen huir (a excepción de Rian, que termina en el suelo inconsciente fruto de la paliza que le propina Mike), y descubriendo a su hijo completamente cubierto de sangre y con tres amputados, la escena más dura (visualmente).

El proyecto tiene momentos de tensión y violencia (aunque casi todos ellos suceden fuera de plano), y tanto el argumento (chicos jóvenes secuestrando a una familia en su propia casa) como el tratamiento de la violencia (de manera sutil y sin recurrir a ella excesivamente) están ciertamente trabajados, aunque el desarrollo resulta algo tedioso y deficiente, dejando muchos cabos sueltos tras el desenlace, aunque tratándose de una cinta de poco presupuesto y en la que se emplean solamente tres escenarios (comedor, cocina y habitación) no se puede pedir más; por otro lado, se trata de un buen ejemplo de que para transmitir sufrimiento y dolor no hace falta que sea de forma explícita, sino que la imaginación consigue un resultado mucho más eficaz y solemne.


Cherry tree lane es una película dirigida por Paul Andrew Williams, un joven cineasta inglés implicado en recientes éxitos como The cottage (también como director) y The children (como guionista), que en esta ocasión nos ofrece una cinta sumergida en el subgénero de las intrusiones domésticas, del que quizá sea máximo exponente Funny games, del gran Michael Haneke, uno de los títulos más memorables en este terreno; poco o nada nuevo aporta este metraje, aunque la violencia psicológica que presenta está muy bien lograda y las interpretaciones son más que correctas, pero sin lugar a dudas existen muchas mejores opciones si lo que se quiere es visionar algo más de calidad (como lo será próximamente Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas, con unos rasgos parecidos pero muy por encima de esta producción); en definitiva, se trata de una cinta recomendable para pasar el rato y disfrutar de momentos angustiosos y de un dramatismo salvaje, pero de la que no se pueden extraer grandes impresiones porque muy pocos aspectos son los que trata y desarrolla (a pesar de ofrecernos innumerables datos y sucesos paralelos que finalmente caen en saco roto), ya que se centra en el protagonista masculino durante más de media hora, algo que puede resultar desesperante por momentos, concentrados en varios compases.



Daniel Espinosa




La casa muda
(Gustavo Hernández, 2010)


La casa muda




Ficha técnica


Título original:
The silent house
Año:
2010
País:
Uruguay
Duración:
74 min.
Género:
Drama, Terror
Director:
Gustavo Hernández
Guión:
Óscar Estévez
Reparto:
Florencia Colucci, Gustavo Alonso, Abel Trinaldi y María Salazar


Sinopsis


Laura y su padre Wilson se internan en una lejana casa de campo para reacondicionarla, ya que su dueño Néstor muy pronto la pondrá a la venta, ellos pasarán la noche allí, para comenzar los trabajos al día siguiente; todo transcurre con normalidad hasta que Laura escucha un sonido que proviene de fuera y se intensifica en el piso superior de la casa...



Crítica


Antes de nada cabe señalar que no se trata de una típica cinta de terror, sino que se trata de una experiencia en vivo de unos estremecedores sucesos (vistos anteriormente en numerosos proyectos); partiendo de esa premisa, La casa muda puede parecer fuertemente llamativa, y más sabiendo de antemano que los hechos se relatan en una sola toma, cosa que pongo en duda, ya que en ocasiones la cámara se dirige hacia lugares totalmente oscuros, y éstos han podido ser utilizados para pasar de una toma a otra de manera sutil (a pesar de ello en absoluto se debe restar mérito al atrevimiento de Gustavo Hernández en la dirección, ya que es totalmente admirable el empeño de realizar tal hazaña aun sin lograrlo, como se presume tras el oportuno an
álisis, en su totalidad).

No obstante, la gran carencia de esta cinta es la coherencia, ya que ni el director ni Óscar Estévez, el guionista, parecen haberse exprimido mucho el cerebro buscando algo más o menos decente; en lugar de eso se nos presenta una historia directa, fulminante y con grandes momentos de tensión y hasta de terror (aunque éstos son discutibles, ya que apenas hay un par de escenas que realmente puedan llegar a asustar), interpretada exclusivamente por tres actores (además la niña, María Salazar, que va apareciendo de forma fugaz) y con un apartado sonoro (a cargo de Hernán González) valiente y realmente destacable.

Wilson (un correcto pero poco convincente Gustavo Alonso) y Laura (Florencia Colucci, que acapara por completo cada escena del metraje), padre e hija, se disponen a habitar una casa de campo deshabitada hace ya algún tiempo, y es que Néstor (un ausente Abel Tripaldi) ya no reside en ella por motivos que no se nos explican en el filme; los nuevos moradores deciden pasar allí la noche, con el propósito de comenzar al día siguiente la reforma de la casa; un cuarto de hora de tranquilidad será de lo que gocen, ya que a partir de aquí comenzarán a escucharse unos extraños ruidos (primero provenientes de fuera del hogar, después del piso superior de la morada) que obligarán a Wilson a descubrir su procedencia mientras Laura permanecerá en la planta inferior, esperando a su padre; transcurridos unos minutos (y tras escucharse un fuerte estruendo) decide subir en busca de su padre, al cual encuentra tumbado en el suelo muerto y, a partir de este momento, el caos se adueñará de ella, mientras intenta escapar de una extraña presencia, un misterioso individuo la intenta matar y va descubriendo a su paso la inquietante verdad que la casa oculta, resultando ser tan incomprensible como sorprendente (para ella y mucho más para el espectador, que apenas logra alcanzar a entender la mitad de hechos).

La casa muda puede contener (muchos) defectos, pero lo que nadie podrá negar es la agobiante atmósfera que en todo momento tiñe la trama, una sensación de agobio a la que se adapta (de forma sorprendente) a la perfección Florencia Colucci, que en absolutamente toda la duración de la película aparece en pantalla (y a la que únicamente se la pueden achacar un par de escenas sobreactuadas, intentando poner demasiado énfasis en la desesperación de la protagonista); el mayor error, vuelvo a reiterarme, radica en el desarrollo, carente de sentido por completo (esta crítica encuentra su fundamento en que está basado en un suceso real que sucedió en 1944, en una vieja casa de campo donde encontraron los cuerpos de dos hombres brutalmente torturados, sin lengua ni ojos, y es por ello que es de exigir cierta coherencia en el transcurso de la cinta, ya que la base la tenía prescrita de antemano, por lo tanto se podía haber obtenido un resultado mucho mejor, aun tratándose de una obra independiente); por otro lado, choca el ver, de repente, una habitación repleta de inquietantes fotografías (en el caso real fueron la clave para resolver el sangriento crimen), ya que la cámara de fotos no cobra el suficiente protagonismo hasta el momento como para ser uno de los puntos clave del final, asimismo, el recurso empleado para explicar las extrañas apariciones de la niña (que durante la trama van sucediéndose para lograr un truco fácil con el que asustar) no termina de convencer, puesto que nada hasta el momento podía (y por ende ni debía) hacer tan siquiera pensar mínimamente tal desenlace.

Por todo lo expuesto, La casa muda es un buen ejercicio de terror psicológico vivido (prácticamente) en primera persona, pero que apenas consigue inquietar, que principalmente es de lo que debería tratarse esta cinta (y más tratándose de una cinta, como ya he señalado, vacía de historia); la alternativa directa, por guardar una clara similitud en multitud de aspectos (los ruidos repentinos, las apariciones misteriosas, la música que comienza a sonar de forma inexplicable, pocos personajes en la historia...) es Los extraños, que supera con creces todos y cada uno de los apartados de esta producción uruguaya, carente de suficientes motivos como para no considerarla otra de esas películas de pseudoterror a olvidar; a pesar de ello, el remake americano ya está en marcha, y tiene previsto su estreno en 2012, así que una vez más podemos recurrir a ese dicho que versa para gustos los colores.



Daniel Espinosa




Macabre
(Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto, 2010)







Ficha técnica


Título original:
Rumah Dara
Año:
2010
Nacionalidad:
Indonesia
Duración:
93 min.
Género:
Drama, Terror
Director:
Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto
Guión:
Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto
Reparto:
Julie Estelle, Shareefa Daanish, Ario Bayu, Sigi Wimala, Arifin Putra, Daniel Mananta, Ruly Lubis, Mike Muliadro y Dendy Subangil


Sinopsis


Seis amigos celebran una fiesta para despedir a una de las parejas que se marcha a trabajar a Australia; ya en la carretera, recogen a una misteriosa joven en medio de la tormenta que termina convenciéndoles para que todos entren en su casa y puedan recibir los agradecimientos de su familia, aunque lo que realmente les espera es Dara, la inquietante madre que siente un obsesivo y extraño interés por cierto embarazo...



Crítica


Asia siempre se ha caracterizado por producir películas de terror, mediante el susto fácil a través de la utilización de la típica mujer de pelo negro y largo, Macabre no es una de esas cintas, y nos propone una historia mucho más cruda y violenta, aunque argumentalmente se tambalee como un castillo de naipes en toda su duración, a lo que tampoco ayudan las escasas explicaciones sobre el pasado de los protagonistas, la cual cosa podría ayudar a entender un poco mejor los motivos por los cuales se comportan de tal modo; en lugar de eso, de una trama elocuente y comprensible (a la par que aborrecible), se muestran multitud de escenas de extremo sadismo, de las que resultará difícil olvidarse durante un tiempo (aunque a no compensan la falta de sentido común en el desarrollo cuanto menos resultan parcialmente atractivas).


La historia presenta la despedida de seis amigos: Ladya (la camera del lugar en el que se lleva a cabo la fiesta, el Hotel Bandung; Julie Estelle, que protagoniza prácticamente todo el filme de forma más que correcta), su marido Alam (quien propicia una pelea al principio de la trama; Mike Lucock, que realiza aceptablemente su labor), su hermano Adjie (con el que apenas se habla debido a la muerte de sus padres a causa de un accidente de taxi en el que se vio implicado éste; Ario Bayu, que sabe mantener el listón interpretativo muy alto en todas sus apariciones), Astrid (la esposa de Adjie, que será el objetivo principal de la cinta debido a su embarazo; una algo sosa pero convincente Sigi Wimala), y sus amigos Jimmy (un chico de raza asiática que no tiene reparos en decir en todo momento lo que piensa; un inaguantable Daniel Mananta, que sobreactúa de modo desproporcionado) y Eko (que no puede evitar meterse en problemas a lo largo del metraje debido a su impulsividad; Dendy Subangil, el cual no resulta creíble en multitud de ocasiones); el motivo de ello es la partida, por motivos laborales, de la pareja que espera el hijo, quienes planean rehacer sus monótonas vidas.

Cuando van a partir hacia sus respectivos hogares en coche (todos ellos comparten uno), una repentina e intensa tormenta les asalta; al acelerar, tienen que frenar bruscamente para no atropellar a Maya (Imelda Therinne, que logra una de las mejores actuaciones de la película), una extraña adolescente a la que deciden llevar a su hogar (en gran medida porque les dice que está de camino hacia su destino, Yakarta). Una vez en  la casa, y aprovechando la atracción que Eko siente por ella, les invita a entrar, a fin de agradecerles su amabilidad con una suculenta cena. En la morada, conocerán a Dara (la inquietante y terrorífica madre de Maya, encarnada soberbiamente por Shareeda Daanish) y a Adam (el hermano de la joven, interpretado brillantemente por Arifin Putra, quien guarda un enorme parecido con Joseph Gordon Levitt), además de un reservado pero eficiente cocinero; estos curiosos moradores harán de su estancia un infierno, en busca de un objetivo marcado por la secta a la que pertenecen (este hecho se extrae de las fotografías que podemos ver cerca de la conclusión de la cinta, en las que se observa la estricta preparación que han llevado a cabo todos los miembros para convertirse en lo que hoy en día son, unas personas prácticamente inmortales que apenas padecen dolor y llevan cientos de años conviviendo sin pausa).

Las actuaciones, aunque con excepciones destacables (en sentido peyorativo) como la de Daniel Mananta, son más que aceptables, y consiguen transmitir la brutalidad que sus personajes sufren de forma convincente; en cuanto a la técnica llevada a cabo para narrar el filme, no se puede decir que sea incorrecta, pero sí se echa de menos algún que otro cambio de guión o alguna situación inesperada, porque lo cierto es que todo lo que acontece es completamente previsible e incluso poco creíble (todo lo contrario ocurre con el maquilla, una obra de arte); como momento estelar señalaría la escena de Astrid y Adam (uno en cada lado de la puerta, genial y estremecedora a partes iguales), y como situación más desastrosa recalcaría la de Eco y Jimmy en el bosque, en la que teóricamente deberían transmitir pena, agobio y terror y lo que inconsciente y torpemente hacen es dibujar una sonrisa en el espectador.

A pesar de ofrecernos una trama violenta, salvaje, sádica, brutal, encarnizada, insaciable, sanguinaria y enfermiza (con un maquillaje sobresaliente y una banda sonora excepcional), ésta pierde todos los galones que podría tener al carecer por completo de lógica, ya que en ningún momento se nos dan las suficientes explicaciones para poder comprender (aunque fuera en parte) la historia de la familia compuesta por psicópatas sin sentimientos (lo único que sabemos al respecto es que trafican con los órganos de sus víctimas, la cual cosa podemos presenciar en un par de ocasiones); no obstante, merece ser visionada por las innumerables escenas gore que contiene y unos planos tan curiosos como bellos, que recuerdan a los orígenes del mismísimo Quentin Tarantino y dotan a Macabre, una especie de combinación entre Hostel y La matanza de Texas, de una calidad aparentemente amateur (gráficamente así la podríamos catalogar) pero con una puesta en escena de incalculable valor; por todo lo expuesto, puedo concluir que me ha decepcionado enormemente esta propuesta de Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto (sus directores), ya que si bien es cierto que la cuantía de sangre y momentos gore ha superado mis expectativas, no es menos cierto que el argumento me ha resultado el peor que he visionado en mucho tiempo, y es por ello que su visionado es aconsejable (por otro lado completamente obligado para todo amante del género, como es mi caso) teniendo en cuenta que es un producto de entretenimiento sin más, que no busca explicaciones ni coherencia en él y que es un mero festín (y de los grandes) para el público sediento de torturas y vísceras.



Daniel Espinosa

 
 
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