Título original: Escape room Año: 2017 Nacionalidad: EEUU Duración: 82 min. Género: Suspense, Terror Director: Peter Dukes Guión: Peter Dukes Reparto: Skeet Ulrich, Sean Young, Christine Donlon, Randy Wayne, Ashley Gallegos, Hayley Goldstein, Abraham Justice y Taylor Piedmon
Sinopsis
Cuatro amigos se encuentran atrapados en una habitación junto a un asesino poseído por un demonio y tienen menos de una hora para resolver los puzzles necesarios para poder escapar del lugar con vida...
Valoración
Lo mejor: la tensión vinculada a la actividad de ocio más popular del momento que da título a la película, para aquellos menos conocedores de la temática un juego consistente en encerrar a un grupo en una habitación (o varias, pues una suele ser la antesala de otra hasta llegar a la última de ellas) donde deberá solucionar enigmas de todo tipo (de índole más mental que física) para ir desenlazando una historia y conseguir escapar antes de que finalice la incesante cuenta atrás concedida (habitualmente sesenta minutos aunque algunos sobrepasan ese minutaje y otros, como el que se plantea, no lo alcanzan, situándose éste en cincuenta y cinco) está muy lograda, exteriorizando los participantes el nerviosismo típico de los instantes previos; la muestra de rompecabezas que la trama presenta bien podría encontrarse en la vida real en un nivel de exigencia, eso sí, muy esencial, casi insultante para cualquier mente medianamente dada a ejercitarse con asiduidad; la experiencia, sin llegar a ser notable (se trata de una propuesta de corte claramente independiente), sobrepasa con creces el entretenimiento ofrecido por muchos otros largometrajes.
Lo peor: la apertura posiblemente sea de las más desesperanzadoras del celuloide, mostrando cómo dos (supuestamente) valientes excursionistas recorren a pie centenares de quilómetros para (teóricamente) poner a salvo a la humanidad de un insidioso mal; la grotesca falsedad de permitir el uso de dispositivos móviles en semejante pasatiempo cuando, por todos es sabido, que una de las reglas básicas contradice, precisamente, tal ocurrencia; la suma inutilidad de incluir un misterioso objeto sin que tenga valor ni propósito alguno pese a que bien es cierto que, en ocasiones, se colocan esa clase de señuelos (al fin y al cabo lo son) para desorientar todavía más.
Daniel Espinosa
Hereditary (Ari Aster, 2017)
Ficha técnica
Título original: Hereditary Año: 2017 Nacionalidad: EEUU Duración: 123 min. Género: Drama, Terror Director: Ari Aster Guión: Ari Aster Reparto: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro, Ann Dowd, Christy Summerhays, Morgan Lund, Mallory Bechtel, Jake Brown, Harrison Nell, Briann Rachele, Heidi Mendez y Jarrod Phillips
Sinopsis
Una serie de cosas extrañas comienzan a suceder en la casa heredada de una familia a raíz de la muerte de la abuela y matriarca del clan...
Valoración
Lo mejor: el drama (el género más influyente es sin duda éste) que acompaña al macabro mensaje que el debutante tras las cámaras en la gran pantalla (hasta ahora todo lo que había firmado era en formato de cortometraje) propone para invitar a reflexionar al público convirtiendo el duelo ante una fatídica pérdida en una herencia (no solo de inmuebles) en la que la soledad es la peor elección y la culpabilidad una inevitable aliada, aflorando una serie de desconfianzas pasadas y resentimientos presentes en la clásica desestructurada familia solo unida por la histeria conjunta; la sola presencia del polifacético Gabriel Byrne revaloriza al alza un elenco con luces y sombras (en un extremo la pasional Toni Collette y en otro el apático Alex Wolff) y, por consiguiente, su atractivo pese a protagonizar un papel poco singular (de hecho se puede equiparar fácilmente con el que el mismo asumió en Stigmata más allá de enfrentase a insidiosas entidades en ambas) y tremendamente desaprovechado (la problemática estructura narrativa no hace justicia a su portentosa figura actoral); el cúmulo de elementos físicos simbólicos (moscas, medallones, pintadas, pasteles, hormigas, cuadernos...) funciona a las mil maravillas, no pudiéndose aseverar lo mismo de los plasmados sin segundas intenciones (reducidas maquetas, grupacionales terapias, desnudos cuerpos, voladoras amenazas...) al impactar mucho pero no aportar sustancial trasfondo.
Lo peor: el componente esotérico que determina el desenlace decepciona no solo por la mezcla de escepticismo y frivolidad con el que se presenta (una regeneración precipitada propia de la brujería en lugar de una natural contradice la intrínseca esencia de la propuesta) sino por la pretenciosidad que destila, tornándose el suspense (en ningún caso terror) sugestivo en otro profanador en el que visiones, posesiones y sacrificios no llevan aparejada la prometida recompensa para el espectador, cobrando la historia tintes espirituales en sentido estricto en lugar del figurado que con tanto acierto prima hasta entonces; el desesperante trastorno del personaje encarnado por la talentosa Milly Shapiro (sin duda el más intrigante e inquietante de todos hasta por su alergia no a un alimento en particular sino al resto de seres vivos en general) resulta tan práctico como detestable al simular una especie de sonoro e incesante goteo que, si bien como recurso cumple su cometido, no lo hace como nexo de unión explicativo al no revelar absolutamente nada; la larga duración de la cinta (que los números guarden una estricta correlación se presume mera coincidencia) se antoja inadecuada, pues avanza sin pausa por un sendero pero este lleva a un destino tan convencional que la lectura final difiere mucho de la anunciada, una con existencial profundidad.
Daniel Espinosa
Maus
(Yayo Herrero, 2017)
Ficha técnica
Título original: Maus Año: 2017 Nacionalidad: España Duración: 87 min. Género: Ciencia ficción, Drama Director: Yayo Herrero Guión: Yayo Herrero Reparto: August Wittgenstein, Alma Terzic, Aleksandar Seskan, Sanin Milavic, Diana Fernández, Ion Gutta, Viktoria Cerniva y Diego González
Sinopsis
Una pareja enamorada viaja al corazón de Bosnia y Herzegovina cuando su coche encalla en mitad del bosque y deciden hayar ayuda...
Valoración
Lo mejor: la dualidad de caracteres de la pareja protagonista, cuyos integrantes están condenados a no encontrarse por más que se busquen (sin limitar la tesitura a las ocho hectáreas de bosque minado en el que se desarrolla la película), ejemplifica cómo se pueden digerir las adversidades que la vida plantea desde las dos posturas más clásicamente extremistas, con positivismo o negativismo, aunque la ideal sería una híbrida basada en una visión realista libre de generación tanto de falsas esperanzas como de desmesurados desasosiegos (la teoría es sencilla pero la puesta en práctica figurada); la barrera lingüística como método comunicativo (y de negociación presupuestaria aludiendo a la actual crisis económica global) privado, al tiempo que sirve de prueba de confianza, es un simple pero enorme acierto pocas veces recurrido; la multicultural complicidad, tanto fructífera como dañina, del reparto es realmente encomiable al mantenerse del primer al último segundo en una cinta de alta complejidad interpretativa, confluyendo en ella el drama bélico pero también la ficción terrorífica en un conflicto tan reconocible como cruel en el que en un instante mucho (o tal vez todo) puede llegar a cambiar.
Lo peor: la dilatación de las secuencias denota un montaje en el que se ha descuidado en gran medida el ritmo narrativo (el juego del gato y el ratón en la claustrofóbica trinchera se torna insoportable) destacando, por contra, una profundidad (densa, eso sí) argumental que de ningún otro modo podría darse; la vejación como metáfora (o espejo) de la deshumanización que provoca la paranoia suscitada en tiempos de guerra (dichas situaciones invitan a padecer una distorsión apreciativa de absolutamente todo, sin excepción, siendo la ayuda muy relativa y el sentimiento de gratitud más subjetivo aún, mas si las intenciones de terceros no son honestas las raíces de cada cual aflorarán sin censura de la manera más furiosa imaginable) resulta tan contundente como cuestionable, pues muchas otras alegorías funcionarían igual de bien sin tan habitual impacto emocional; la apropiación de útiles (cuerda, cuchillo y radio) contenidos en cierta mochila sin inviable necesidad, un acto tan deleznable como la contradictoria bondad que abanderan los autores que perpetran el mismo, defendida verbal y religiosamente aferrándose y encomendándose al amuleto musulmán (“hamajilija”) que porta la fémina para invocar a la justicia divina “Ya Hafizu” que representa, y es que los ruegos hay que corresponderlos con algo más que con plegarias incluso en momentos de obligada superación personal en aras de lograr sobrevivir en un ambiente de pura hostilidad.