Título original: Underwater Año: 2020 Nacionalidad: EEUU Duración: 95 min. Género: Fantástico, Suspense Director: William Eubank Guión: Adam Cozad y Brian Duffield Reparto: Kristen Stewart, Vincent Cassel, Jessica Henwick, Todd Miller, Mamoudou Athie, Amanda Tropperst, John Gallagher y Gunner Wright
Sinopsis
Una tripulación de seis integrantes queda atrapada en una instalación submarina que se está inundando a causa de un devastador sismo...
Valoración
Lo mejor: la arriesgada aproximación (mayormente lograda) a multitud de clásicos asumida por el director, desde Alien (planteamiento inicial) hasta Armageddon (sacrificio final), pasando por Cloverfield (plasmación enemiga), In the mouth of madness (aproximación lovecraftiana), Prometheus (cartel promocional) y Sanctum (estética general), sin explorar los orígenes de ninguna de las (sub)cuestiones a las que se hace alusión aun resultando un curioso e interesante híbrido de todas ellas; la sensación de angustia se apodera del espectador desde el primer segundo (siendo exactos desde el minuto veinte) gracias a un sinfín de claustrofóbicos recursos que cumplen con creces su desalentador cometido, consiguiendo que la empatía hacia los protagonistas (a excepción del típico humorista del grupo que satura con sus impertinencias para amenizar la velada) crezca a medida que avanzan los minutos; el adrenalítico ritmo de la trama no concede concesión ni dilación alguna, respetando un escrupuloso frenetismo en todo momento que apenas permite respirar sin estar sobrecogido (en especial cuando la subjetividad entra en escena al situarse la cámara en el interior de los trajes) para elevar la propuesta no al olimpo del entretenimiento más destacable pero sí al de la trivialidad más loable.
Lo peor: la primera mitad está circunscrita en el género del terror (pre)adolescente menos carismático, si bien a raíz del ecuador deriva hacia situaciones más oscuras y profundas que el propio océano en el que transcurre la acción (pese a la pretenciosidad que alberga la misma cabe concluir que luce espectacular a pesar de escasa claridad con la que se desarrollan algunos tramos), pudiéndose apreciar dicha transición con precisión casi quirúrgica; el montaje no puede tildarse sino de desdichado, plagando la cinta de constantes e impertinentes cortes secuenciales que impiden disfrutar del espectáculo audiovisual (en cualquier caso abrumador donde los haya) ofrecido cual superproducción veraniega (de estrenarse en salas comerciales en dichas fechas nadie dudaría en adjudicarla semejante catalogación); el aspecto de los seres comensales (aquellos que se aprovechan del siguiente sin beneficiarlo ni perjudicarlo) es pésima, despertando un poderoso sentimiento de rechazo invernantemente proporcional al de la verdadera amenaza (la criatura dominante), primeramente insinuada y posteriormente mostrada en todo su glorioso esplendor para regocijo de quienes idolatren a gigantescos monstruos en general y a los de índole mitológica en particular, siendo viable una secuela más terrenal.