The possession: El origen del mal
(Ole Bornedal, 2012)
Ficha técnica
Título original: The possession
Año: 2012
Nacionalidad: EEUU
Duración: 92 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Ole Bornedal
Guión: Juliet Snowden y Stiles White
Reparto: Jeffrey Dean Morgan, Kyra Sedgwick, Natasha Calis, Grant Show, Madison Davenport, Rob LaBelle, Agam Darshi, Quinn Lord, John Cassini, Nana Gbewonyo, Jim Thorburn, Anna Hagan y Graeme Duffy
Sinopsis
Clyde y Stephanie Brenek no ven motivo alguno de alarma en la extraña obsesión de su hija, Em, por una caja antigua de madera que ha comprado de segunda mano; pero cuando su comportamiento cambia, la pareja empieza a temerse que haya una presencia maléfica entre ellos.
Crítica
Sam Raimi vinculado a una película de posesiones (en esta ocasión como coproductor) se traduce en un hecho aparentemente habitual (ciertamente ésa es la temática que le ha hecho popular y con la que ha cosechado más elogios) en la trayectoria del exitoso director estadounidense, aunque Ole Bornedal infunde a The possession: El origen del mal cierta originalidad que hace de la cinta una propuesta parcialmente atrevida, totalmente disfrutable y apasionantemente locuaz (características por las cuales ha ocupado el número uno de la cartelera americana en su estreno estadounidense, recaudando más de diecisiete millones de dólares); el vídeo promocional, inteligentemente tramposo como pocos, puede hacer presagiar una experiencia única y terrorífica, sin embargo, ésta no acontece como tal al sucederse constantemente tranquilizadoras escenas tras otras sumamente atemorizantes que no llegan a impactar con la contundencia que debieran a causa de la reprochable templanza compensatoria (incomprensible metodología que causa más rechazo que atracción aun suponiendo un acierto verosímil).
El matrimonio compuesto por Clyde (Jeffrey Dean Morgan, inmaculado excepto cuando sobreactúa demoníacamente) y Stephanie (Kyra Sedgwick, cuya belleza es tan peculiar como su forma de encarnar a un personaje secundariamente vacío) se ha terminado recientemente, alternándose el cuidado de sus dos hijas, Em (Natasha Calis, la estrella por excelencia del filme, eclipsando los demás componentes del mismo) y Hannah (Madison Davenport, válida en su labor, sin protagonizar transgresiones), las cuales no han padecido aparentemente cambios psicológicos ni sentimentales; precisamente en una de esas alternancias paterno filiales Em, curiosa y alegre, encuentra en un puesto ambulante una reliquia por la que siente una especial e inexplicable atracción desde el primer instante, una polvorienta caja de madera de la que apenas se deduce información alguna (la primera secuencia del metraje plasma las terribles y fatídicas vivencias sufridas por su antigua propietaria).
A pesar del inofensivo e incluso encantador aspecto que presenta, la caja resulta estar maldita, propiciando terroríficos sucesos en los que la mencionada deberá unirse para sobrevivir a la ira de una fuerza maligna desatada llegando a solicitar los servicios del exorcista judío Tzadok (Matisyahu, famoso cantante americano de reggaetón que físicamente se aproxima al patetismo más absoluto e interpretativa se sumerge en la máxima excentricidad, aunque la crítica más mordaz hacia la asistencia médica actual recae sobre su personaje), el cual comparte nacionalidad con la reliquia, pues la antigüedad pertenece a la mitología hebrea y supuestamente alberga el espíritu de un Dibbouk, un demonio que se introduce en el cuerpo del individuo que abre el citado mecanismo.
La atención del espectador recae absolutamente en todo momento sobre la mística y maléfica caja, un objeto que simboliza el mal extraordinariamente merced a su lúgubre aspecto y misterioso contenido, situando en un segundo plano las magníficas interpretaciones de los actores que encarnan a los respectivos personajes de la historia (en especial Natasha Calis, una desconocida promesa que ya había demostrado en proyectos de mucho menos renombre su calidad actoral, tales como la independiente Christmas caper, la indigerible Impacty la comedia infantil Sharp as marbles), tan poco profundos como trascendentes en la trama; aunque no se pueda tildar de película puramente terrorífica, algunas de las escenas que acontecen en la misma transmiten inconfundibles sensaciones de pánico, las cuales frecuentemente se ven adulteradas sin medida para conseguir su propósito, recurrencia de la que no se vale (agradablemente) la cinta.
El director danés regresa a la dirección tras La sombra de la noche (revisión de su propia película El vigilante nocturno) para dotar a The possession: El origen del mal de un nivel argumental sorprendentemente sobresaliente (a pesar de recoger algunos de los tópicos más típicos del género) a tenor de la poca complejidad que obras de semejante índole suelen presentar, excelencia que se ve contrarrestada negativamente por el clasicismo al que apela en aras de dotar de credibilidad al filme, lo cual se logra en gran medida en virtud de un sistemático transcurso que, convertido en intrascendencia anecdótica, podría haber supuesto un auténtico derroche de espontánea creatividad (sin embargo, ésta desaparece al inundarse la pantalla de recursos aparentemente sorpresivos aunque realmente predecibles); así, la producción basada en una supuesta historia real (afirmación difícilmente creíble y aborrecible, inspirándose en una publicación original de una popular página de subastas en el que su poseedor se refería a la antigua caja de madera objeto del anuncio que supuestamente contenía un espíritu asegurando que “destruiría esta cosa sin pensármelo dos veces si no fuera porque ignoro completamente a lo que estaría exponiéndome”), no revoluciona en absoluto el género al que pertenece, si bien es cierto que lo representa auténtica y positivamente al tratarlo de un modo loable e inhabitual, además de hacer uso de las herramientas tecnológicas mínimas y escasos efectos visuales (la vertiente sonora, mucho más abundante, causa irremediablemente exponenciales sobresaltos de manera efectiva), respetuoso detalle a agradecer.