“City chase”, de Magicbox Games y Korea Board Games
“¡Llamando a todas las unidades... ha habido un atraco!... el ladrón se esconde en uno de los edificios... los helicópteros de la policía patrullan entre ellos para detener la fuga... ¿lo arrestarán o escapará?”, así versa la frenética introducción de City chase rememorando centenares de películas con idéntica situación contextual; ideado para jugarse en parejas (aunque pueden unirse hasta cuatro personas) a partir de los ocho años de edad (básicamente para entender correctamente la mecánica), la nueva propuesta lúdica de Magicbox (colaborando con Korea Board Games) ofrece emociones fuertes desde el propio hogar.
Los componentes son dos tableros (de ronda o acción), once tokens (de rastro), figuras (de los diferentes automóviles e inmuebles) y del reglamento de rigor (en español, ruso, portugués e inglés), todo ello dispuesto en la caja (con acabados de lujo en la portada al destacar el título en relieve barnizado); las dimensiones de esta son holgadas (veintiocho centímetros tanto de largo como de ancho por siete de grosor), pero sin duda necesarias para el óptimo almacenaje (así como protección al incluirse una tapa de plástico a colocar encima) de unos accesorios en los que reside el verdaderio quiz e intríngulis de la obra.
La preparación apenas consiste en fijar en los agujeros del mapa (encajan perfectamente permitiendo manipularlo sin que afecte nada) las construcciones (típicos rascacielos neoyorquinos de dos tipologías que justificarían posibles expansiones futuras con otras) para posteriormente decidir quién asumirá el rol de forajido (el resto representará a miembros de la ley en su búsqueda); este tomará el vehículo terrestre mientras los demás los aéreos, iniciándose en entonces la persecución (o huida) a través de unas fases que difieren según el objetivo (en esencia capturar o evadir serlo) encomendado.
Uno repetirá cierta secuencia (“correr”, “seleccionar” y “ocultar” para decir “hecho” en señal de conclusión), los demás otra (“mover” y “buscar” extrañándose una consigna parecida a la anterior para sumergir en la experiencia al respetable en aras de mayor inmersión); se llegará a un máximo de once turnos terminando inmediatamente al consumarse el arresto o el bloqueo (en beneficio de los agentes), resultando por el contrario victorioso el fugitivo (se presumen las ventajas hacia él pero en absoluto al equipararse merced al inteligente sistema diseñado) de no producirse las dos situaciones mencionadas.
Visualmente se tarta de uno de los trabajos más potentes que un servidor recuerda (la escenografía), si bien dinámicamente dificulta un poco la fluidez (al tener que ir modificando las posiciones de los elementos constantemente se invierte mucho tiempo de los veinte minutos estimados por partida); las escuetas consignas (el libro de instrucciones de limita a dos míseras páginas reversibles a todo color) con menos ejemplos prácticos todavía (en realidad ninguno) complica la comprensión normativa, mas las funciones son tan sencillas e intuitivas que se antojan tal vez no suficientes pero tampoco exiguas.
Por último aclarar que los materiales de fabricación de alta calidad aseguran la integridad de las piezas (sorprende sobremanera que en un sector tan propenso a añadir cartas para algún cometido en esta ocasión el número ascienda a un rotundo cero), con un ajustado precio de venta oficial (veintisiete paupérrimos euros) que se traduce en el alegato definitivo para su recomendación amén de las singularidades e hipnotismos ya citados; que nadie deje escapar (término nunca mejor traído a colación) la oportunidad de reservar una copia porque el stock será limitado, conviniendo disfrutarla con amigos o familiares.
