Título original: Sweet home
Año: 2015
Nacionalidad: España
Duración: 78 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Rafa Martínez
Guión: Ángel Agudo, Rafa Martínez y Teresa de Rosendo
Reparto: Ingrid García, Bruno Sevilla, Oriol Tarrida y Eduardo Lloveras
Sinopsis
Durante una velada, una pareja descubre que unos encapuchados han asesinado al único inquilino que quedaba en el edificio que han ocupado para llevar a cabo su cita, convirtiéndose en sus objetivos...
Valoración
Lo mejor: el dato inicial emprado como premisa situacional según el cual más de cincuenta mil desalojos se realizan anualmente en el territorio patrio, llevándose a cabo pacíficamente un ochenta y cinco por ciento, por la fuerza un trece y usando otros métodos el dos restante, deja entrever un negocio inmobiliario perpetrado por el estado en el que la honestidad se extinguió hace mucho tiempo, una dura crítica que va escenificándose a lo largo del filme; el frenetismo que la música anuncia se ve complementado por un dinamismo de cámara que, aunque inestable, surte el efecto pretendido; el ambiente de decadencia social está muy logrado, invirtiéndose en ello un irrisorio presupuesto pero lográndose un resultado parecido al conseguido en Secuestrados, película a la que recuerda vaga pero claramente pese a que aquella era más verosímil sin darse tanta ineptitud conductual por parte de, siendo simplistas como la ocasión merece, buenos y malos.
Lo peor: la inexactitud espacial de los hechos es total, intuyéndose solamente la fecha navideña de la escena de apertura y no la siguiente, que se prolonga durante el resto de la cinta sin tan siquiera poder aproximarse a la misma si uno no recurre a la intuición menos fundamentada; la curiosidad, que en el célebre dicho mató al gato, es la gran artífice de los sucesos narrados en un desmesurado afán por saber qué ocurre cuando ni siquiera esto importa a los repentinos exploradores que ejercen de incautas víctimas; la acción, que transcurre en un sucio edificio de estructura idéntica al de la longeva saga REC en el que reside un único inquilino en todo el bloque, obedece a la extorsión más acentuada, propiciándola un atrevimiento romántico y una confusión ocupacional de holgada ridiculez y obviedad.