El caballero oscuro: La leyenda renace 06-12-2024 01:29 (UTC)
   
 

El caballero oscuro: La leyenda renace
(Christopher Nolan, 2012)


El Caballero Oscuro: La leyenda renace




Ficha técnica


Título original:
The dark knight rises
Año:
2012
Nacionalidad:
EEUU
Duración: 164 min.
Género:
Acción, Ciencia ficción
Director:
Christopher Nolan
Guión:
Bob Kane, Christopher Nolan, David Goyer y Jonathan Nolan
Reparto:
Christian Bale, Gary Oldman, Tom Hardy, Joseph Gordon-Levitt, Anne Hathaway, Marion Cotillard, Morgan Freeman, Michael Caine, Matthew Modine, Alon Aboutboul, Ben Mendelsohn, Burn Gorman, Daniel Sunjata, Aidan Gillen, Sam Kennard, Aliash Tepina, Nestor Carbonell, Brett Cullen, Miranda Nolan, Reggie Lee, Joseph Lyle Taylor y Chris Ellis


Sinopsis


Batman deberá enfrentarse a Bane, un poderoso villano que acaba de escaparse de la cárcel y que liderará una tropa de maleantes fugados de la prisión de Arkham. Bane asediará la ciudad de Gotham y Batman tendrá que unirse a las fuerzas del orden para detener su avance.



Crítica


Pocas personas dudarán en admitir en que el realizador y guionista británico Christopher Nolan es un director tan valorado como irrepetible, pues nunca antes nadie había recibido tanto renombre y (merecido) éxito con tan solo 41 años y únicamente ocho largometrajes en su haber; pese a ello, es uno de los cineastas más venerados por toda una generación de cinéfilos, un auténtico director de culto reconocido con tres nominaciones al Oscar y multitud de premios por trabajos como Memento, Origen o El caballero oscuro, una celebridad a la que muchos tildan de genio y otros tanto de maestro del séptimo arte, en todo caso una figura que apenas ha padecido altibajos en su carrera y se ha mantenido en todo momento en la cima del reconocimiento público, y ésta tercera y conclusiva entrega de su particular y muy personal visión del popular superhéroe Batman lo consolida en tal posición, pues todo aquel que ose contradecir dicha afirmación caerá en la común y odiable rutina del criticar sin motivos en base a pequeños errores que apenas se hacen visibles entre tanta majestuosidad (la cual se respalda, indudablemente, en una banda sonora apoteósica y contundente de la cual Hans Zimmer puede presumir y enorgullecerse de haber creado).


La película sigue directa e inmediatamente la historia narrada en El caballero oscuro, cuando Harvey Dent (Dos Caras, fiscal del distrito de Gotham City encarnado por Aaron Eckhart, solamente presente en fotografías) muere supuestamente a manos de Batman (como en toda la trilogía interpretado por Christian Bale de envidiable forma, asimilando un papel tan complicado como aparentemente cómodo para él) debido a la celosía que siente por éste al haber encerrado a todo miembro conocido del crimen organizado y, ante tal injusticia (falsa aunque necesaria) y el desprestigio que la acción conlleva, Bruce Wayne se ve en el exilio, al borde de la ruina, empeorando con el tiempo y desvinculándose de todo aquello que no guarde relación con su placentera soledad, la cual lo consume rápidamente al dibujar en su cabeza dolorosos recuerdos del pasado; la plácida aunque en absoluto aconsejable vida de Bruce se verá alterada con la incursión social de Bane (Tom Hardy, quien de camaleónica forma acapara gran parte de la duración del metraje, motivo por el cual tuvo que llevar a cabo un severo régimen para aumentar catorce quilogramos de masa muscular en tan solo tres semanas, objetivo que consiguió y se traduce en un colosal físico, aunque el aparato que porta en la boca para reducir el fuerte dolor que siente por un accidente padecido años atrás le hace inentendible en cuanto a pronunciación, hasta el grado de haber tenido que doblar su parte dialéctica para que sea medianamente comprensible), un mordaz e impasible ser aprendiz del mago oscuro Ras Al Ghul que tras escapar de la cárcel tratará de aprovecharse de la situación de caos y descontrol en la que la sociedad de Gotham se encuentra inmersa (pleno reflejo de lo que podría ser una realidad factible inminentemente) para suscitar la esperanza y así lograr la desesperación, conceptos que bajo su filosofía van aparejados ineludiblemente y se retroalimentan exponencialmente, con la inestimable ayuda del comisario Jim Gordon (Gary Oldman, sufridor y soberbio), el inspector John Blake (Joseph Gordon-Levitt, fundamental y espléndida su labor), la ladrona de joyas Selina Kyle (Catwoman; Anne Hathaway, presuntamente sensual y mortal, faltando de lo primero y sobrando lo segundo), la enigmática Miranda Tate (Marion Cotillard, infravalorada actriz que realiza un trabajo sobresaliente como ya hiciera en Origen, siendo en aquella la villana invisible y en ésta la imprevisible nueva conquista de Bruce), el inventor Lucius Fox (Morgan Freeman, omnipresente como de costumbre) e incluso el mayordomo personal Alfred (Michael Caine, entrañable y dramático en su interpretación, como el papel asignado requiere), Batman renacerá de sus cenizas con el propósito de poner fin al dominio absoluto que Bane está ejerciendo sobre la ciudad en un tributo a la superación extrema mediante la nutrición del alma (puede parecer un tanto filosófica la expresión pero ése es precisamente el sentido que cobra la historia en muchas secuencias, el de trsacender de la pantalla).

Como datos curiosos e interesantes señalar que la producción contiene referencias a la trilogía “Knightfall” en la que Bane esparce el caos en Gotham City con la intención de atraer y debilitar a Batman para finalmente acabar con él, a “Batman Legacy” y “Bane of the Demon” en las que Bane se encuentra con Ras Al Ghul y juntos aspiran a ser inmortales, e indicar que la némesis de Bruce Wayne no es la primera vez que aparece en una película de la saga, ya que el director Joel Schumacher ya había utilizado a este personaje en su muy criticada (con argumentaciones muy convincentes y comprensibles) Batman y Robin, aunque Bane era solamente un bruto descerebrado con un traje ridículo que se contentaba con emitir gruñidos (estéticamente no dista tanto del que aparece en la actual cinta, aunque el director haya sido más respetuoso a la hora de justificar sus acciones); además, retomar la discusión que suscitó el discreto guiño en el tráiler promocional en la escena en la que Bane ataca explosivamente un estadio y un hincha sostiene una pancarta con la letra “R” del Gotham Rogues (la cual repite el grafismo del logotipo de los cómics de “Robin”) no está de más, aunque la referencia oculta referida al joven acólito de Batman no tiene por qué atribuirse al director ya que durante el rodaje los miles de extras podían aportar aquellos accesorios que pertenecieran a sus héroes favoritos (no obstante, solamente visionando la película se podrá comprobar si ciertamente se trata de un homenaje espontáneo por parte de un admirador o una minucia relevante en mayor o menor grado).

El comunicado expreso emitido por la distribuidora del filme (Warner Bros. Pictures) “con el objetivo de mantener la expectación de los espectadores de la saga, rogamos, por favor, no revelar el final así como otros datos relevantes de la trama en las informaciones o críticas que se publiquen sobre la película”, previa proyección del mismo, hace patente el interés (en el sentido más amplio de la palabra) que suscita esta tercera entrega de la que se ha convertido en la trilogía más taquillera de la historia del cine (connotación que cobra más relevancia si cabe si se tiene en cuenta que ninguna de ellas ha sido presentada en formato tridimensional, el cual conlleva inevitablemente más ganancia), hecho al que ha contribuido enormemente la expectación suscitada con anterioridad a cada uno de los tres estrenos haciendo uso de las más sofisticadas estrategias de publicidad viral, provocando que se generasen unas expectativas tan grandes como conseguibles, pues finalmente se han terminado copando todas ellas con creces; con un formidable reparto bebedor de las dos predecesoras películas y nuevas incorporaciones (la mayoría de ellas provenientes de la fantástica Origen, obra del mismo director) el aspecto interpretativo estaba asegurado, siendo el argumental el que más en entredicho pudiera quedar, y pese a que ciertas lagunas hacen que el metraje no alcance la excelencia (en el mismo acontece una de las muertes más surrealistas, en el sentido más peyorativo, que se recuerdan), éstas quedan suplidas por una segunda mitad inmejorable (la primera no es de desmerecer pero mantiene cierta estética aseguradora e incluso infantiloide) que culmina en un desenlace algo previsible (la sorpresa apenas tiene cabida) pero impactante, el broche de oro a una trama ficticia a la par que imaginativa, mostrando un mundo creíble y poco menos que aterrador concentrados de toda mirada.

Parece (y de hecho es así) imposible no hacer una valoración global de las tres partes de la nueva franquicia al término del visionado de El caballero oscuro: La leyenda renace, pues están todas tan presentes y conectadas entre sí (valgan las breves pero importantes apariciones de Liam Neeson y Cillian Murphy como muestra de ello) que forman una única historia prolongada, un total de 451 minutos (134, 153 y 164 respectivamente) que provocan las más variadas sensaciones (incluso el sopor aparece en ciertos compases de ésta última) en el espectador, un abanico de posibilidades que el director ha sabido combinar magistralmente brindando la oportunidad de diferenciarse perfectamente, en orden cronológico, la oscuridad, la profundidad y la espectacularidad que la creación de un héroe del calibre de Batman comporta y merece, una elaboración tan artesanal (en especial la primera) como tecnológica (sobre todo la que nos ocupa) que de ineludible forma capta la atención del público proporcionándole una sensación de vacío existencial al concluirse la saga; apelando inconfundiblemente al sentido más épico, Christopher Nolan logra concluir una trilogía apasionante que en esta tercera y última entrega recoge la más fiel personalidad del célebre personaje protagonista de multitud de cómics, e incluso sus aliados y adversarios parecen asimilarse más que nunca a los plasmados (pese a que precisamente la confrontación entre Batman y Bane es uno de los aspectos menos interesantes de la misma, pues la sombra del Joker es muy alargada y la ausencia de Heath Ledger inolvidable) y por ende supone la mejor forma de poner punto y aparte (posiblemente algún personaje origine nuevas producciones, como lo hiciera previamente Catwoman) a una de las experiencias más duraderas y modélicas que jamás hayan acontecido y se hayan podido disfrutar en el celuloide.


Daniel Espinosa




 
 
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