Título original: Doctor sleep Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 151 min. Género: Suspense, Terror Director: Mike Flanagan Guión: Akiva Goldsman y Mike Flanagan Reparto: Ewan McGregor, Rebecca Ferguson, Kyliegh Parker, Robert Longstreet, Carel Struycken, Emily Alyn Lind, Selena Anduze, Jocelin Donahue, Chelsea Talmad, Juan Gaspard, Deadra Moore y Met Clark
Sinopsis
Un hombre con problemas de alcoholismo experimenta de nuevo sus habilidades psíquicas cuando contacta con una niña a quien debe rescatar de un grupo de seres que se alimentan de ciertas personas...
Valoración
Lo mejor: la retahíla de alusiones en forma de reminiscencias a la película original es tan abundante como plausible, conmoviendo a los nostálgicos (entre los que se encuentra un servidor) hasta cuestionarse si la secuela es una consecuencia necesaria de aquella o a la inversa; la selección del reparto es magnífica (los parecidos entre los personajes presentes basados en los pasados son más que razonables), cumpliendo con creces su cometido tanto actores con escasa experiencia como ya veteranos al ser formidable la sinergia global de tan personal e inspirador trabajo que indaga en las secuelas de quien ha sufrido en la infancia hasta traumatizarse de por vida; la mayoría de preguntas sin respuestas planteadas antaño se retoman no solo para contestarlas sino para ampliar el campo de acción sobre el que inciden (la labor escritural del guión no ha debido de ser sencilla ni mucho menos), no observándose a priori ninguna laguna al término de una cinta que audiovisualmente no puede tildarse sino de sensacional.
Lo peor: la vertiente puramente fantástica que recae sobre el grupo antagonista no agradará a los más puritanos (las interrelaciones entre sus integrantes puede que sí pero su vinculación con el resto de mortales no tanto al concebirse de un modo superficial e insustancial más allá de para aprovecharse de cierto poder que albergan en su interior), empleándose en las secuencias que pivotan sobre el mismo técnicas digitales que desmerecen a las artesanales; la temática metafísica tal vez no encandile como debiera (recurrir al dolor ajeno para obtener energía removerá algo más que conciencias sin aparente significación consecutiva), aunque quienes aprecien de veras el mundo del celuloide verán en ella un alegato más a favor de la película que ocupa; la depresión que uno padece al concluir el visionado del metraje es descomunal (cuando logre recuperar el aliento), no por sentirse defraudado sino por saber a ciencia cierta que durante un largo período temporal no volverá a disfrutar de una pieza tan majestuosa como esta.