Dark house 06-12-2024 00:29 (UTC)
   
 

Dark house
(Víctor Salva, 2014)


Dark house




Ficha técnica


Título original:
Haunted
Año:
2014
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
97 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
Víctor Salva
Guión:
Charles Agron y Víctor Salva
Reparto:
Tobin Bell, Luke Kleintank, Alex Kenna, Lesley Down, Zack Ward, Patricia Belcher, Anthony Rey, Ethan Smith y Amye Gousset


Sinopsis


Nick vive atormentado por su habilidad de tocar a alguien y ver exactamente como morirá; en su vigésimo tercer cumpleaños, deberá asumir la increíble de que su padre que suponía muerto está vivo...



Crítica


Cuando se anunció la unión de dos iconos como son Víctor Salva, capaz de aprovecharse de los cánones preestablecidos para exprimir al máximo la tenebrosidad de un monstruo de corte aparentemente clásico (así como recrear una atmósfera verdaderamente angustiante), y Tobin Bell, quien formara parte activa del equipo que reinventó el género de terror convirtiéndose instantáneamente en uno de los villanos más legendarios del séptimo arte (el relevo por parte de Costas Mandylor a partir de las tres primeras partes de Saw ensalzaron, sin necesidad de precisar bochornosas comparaciones, su enorme labor previa), ejerciendo asimismo de coproductor, el resultado difícilmente se antojaba negativo pero, pese a que la alianza no desemboca en un aburrimiento extremo, sí se percibe tediosa y poco fructíferamente al destacar únicamente las vagas reminiscencias respecto a The Faculty que se dan y el prácticamente idéntico preludio final (no el desenlace propiamente dicho) de La casa del Diablo, quedando muchos asuntos sin resolver (entre ellos dos de inviable importancia, el origen de la enorme cicatriz que el protagonista presenta en la palma de su mano izquierda y que sucede con el mismo una vez se soluciona la intríngulis narrativa); así, ambos presentaban Dark house (no confundir con la obra homónima que vio la luz en dos mil nueve de la mano de Darin Scott, siendo en la presente la traducción, al contrario que la confusa e incorrecta sinopsis, tan sencilla como elocuente, La casa siniestra) con la esperanza de que fuera bien recibida por parte de los seguidores de uno y otro (conviene referirse exclusivamente a tales incondicionales porque era de suponer que el resto de público no hallaría argumentos suficientes para aprobar el visionado), pero lo cierto es que han estado cerca de ser la excepción que confirma la regla al patentar un producto de dudosa mediana calidad.


Con motivo de la celebración de su vigésimo tercer cumpleaños (no se trata de la mayoría de edad por enésima vez sino una sumamente relevante e incluso mágica alternativa numeral al tratarse, como bien se especifica en el metraje, de los segundos que tarda la sangre en circular por el cuerpo humano, de los pares de cromosomas de cada persona y de las olas que son precisas para que se doble en altitud y fuerza a las anteriores al llegar a la costa), Nick (Luke Kleintank, irregular pero al menos correcto), un joven atormentado por su habilidad de ver exactamente cómo morirá alguien con sólo tocarlo (con la peculiaridad de que para ello es necesario que la forma sea realmente espantosa), algo por lo que es conocido en la ciudad que habita (las mudanzas han sido una constante para él desde los nueve años pero la popularidad, o más bien la curiosidad intrusa, le ha acompañado por dicho poder extrasensorial), acude a la convocatoria de su madre al pintoresco “Asilo Mental del Condado Crissum” manicomio en el que fue ingresada desde su niñez esperando que su petición se deba a una mejora de salud de su progenitora encontrándose, sin embargo, que apenas hay cambios en su lamentable condición psicológica; no obstante, la visita (cuya motivación real es el cumplimiento de una promesa efectuada a una penetrante voz residente en la oscuridad) le aguarda una sorpresa en forma de increíble revelación, pues al poco de despedirse de ella ésta muere y le es comunicado, con un incomprensible intervalo temporal de ocho meses en el que deja embarazada a Eve (Alex Kenna, hermosa aunque nefasta en su transmisión de emotividades), una chica a la que conoció en el club al que acudió para ahogar las penas de la p
érdida), mediante la lectura del testamento entregado por un enigmático juez (quien también parece comunicarse con la malévola entidad), que ha heredado una casa.

Podría haberse tratado de un mero legado lucrativo, pero la vivienda de la que es dueño (mostrada en primera instancia en una fotografía en blanco y negro), cuyo nombre atribuido a raíz del mito urbano que asegura fue arrastrada por una inundación de dimensiones épicas (de hecho fue considerada como la segunda de Noé por los lugareños) que arrasó con el pueblo en el que se ubica dos décadas atrás transportándola intacta (debería haberse pulverizado íntegramente pero es indestructible) a una posición incierta es “Amargura”, la lleva dibujando y soñando desde que tiene consciencia, siendo ésta la razón por la que se inclinó por la arquitectura y la fuente de su inquietud más interna, dónde ha permanecido recluido su padre toda su existencia; acompañado por su esposa, su amigo Ryan (Anthony Rey, totalmente desquiciante) y tres arboricultores de la Mediación de Tierras Públicas con los que se toparon mientras éstos mapeaban el valle del estado que investigaban (Zack Ward, Lesley Down y Patricia Belcher, un trío cumplidor y poco más), se embarca en un viaje en la búsqueda de la morada en cuestión, pero cuando la hayan el horror los atenaza cuando se ven inmersos en un fenómeno extraordinario e inquietante, la carretera les conduce, una y otra vez, a ella y, por consiguiente, al encuentro con Seth (Tobin Bell, quien apenas abarca unos pocos minutos en pantalla pero puede considerarse un secundario de excepción al conservar su desafiante mirada y rotunda imposición aun añadiendo una cómica larga melena rizada a su caracterización), el actual morador que la siente parte de su eminente dominio y los amenaza con su ejército de hacheros deseosos de decapitar a cuantos puedan, transformándose el inicial simple viaje de carretera en una odisea llena de escalofriantes acontecimientos...


El cambio de la percepción de la realidad que sufren los personajes (multitudes indetectables visualmente, frenos del coche que dejan de funcionar, fugas de gasolina, ahorcados aparecidos de la nada, sueños denominados paradójicos, excursiones nocturnas tan temerarias como catastróficas, encuentros carnales furtivos altamente incautos, transmisiones de sentimientos paternofiliales, ataques propiciados por incongruentes visiones, presentimientos poco esperanzadores, pesadillas anunciadoras de un futuro tan inmediato como mortífero, puertas de sótanos que despiertan del letargo en el que permanecen a voraces criaturas, ráfagas de viento que se traducen en insidiosas visitas, sigilosas huídas a través de estatuas humanas, agresiones relacionadas con citaciones bíblicas, falsas apariencias que ocultan conductas dañinas, descendencia demoníaca no reconocida, gárgolas divinas en lucha perpetua contra entes infernales, cazadores de corazones en sentido literal...) hacen presagiar tempranamente los funestos destinos que sobrevendrán; asimismo, que algunas escenas sean poco menos que cómicas sin pretenderlo (las persecuciones de salvajes por el bosque provoca carcajadas y no alteración al recibirse como una especie de sátira de El origen del planeta de los simios, la indagación en el interior de los tabiques se asemejan a un ejercicio para desestresarse más que un acto de violencia, el juego de la puerta activadora de movimientos ajenos se presume infantil cuando debiera enfatizarse lo macabro del asunto y el hecho de que el grupo se separe creyendo que así se puede explorar más terreno en menos tiempo es una idea simplemente absurda), tampoco contribuye buenamente al parecer.


Pocas son las similitudes entre la presente y aquellas inolvidables (más la primera que la segunda, por supuesto) dos entregas Jeepers Creepers de una década atrás, aunque en las propias premisas sí se encuentra una inmediatamente, la edad del protagonista de ésta (lo cual, como bien se ha detallado anteriormente, no se debe a la casualidad sino a una serie de detalles) y la advertencia inicial de aquellas (“cada veintitrés primaveras, durante veintitrés días, le toca comer...”) pero, por el contrario, muchas entre la analizada y el sinfín de trabajos de semejante índole que forman parte de esa lista de producciones prescindibles aunque amenas, siendo por ello una experiencia poco religiosa más allá del abundante contenido místico que alberga repleta de sobresaltos mediante recursos escasamente válidos (la inmensa mayoría fundamentados en la eficacia de repentinos estruendos; Dark house sirve cuanto menos para amenizar, de manera poco agradable, la larga espera para que la franquicia insignia del autor regrese, algo que sucederá en una fecha todavía por concretar de la temporada próxima cuando se estrene en salas comerciales Jeepers Creepers 3: Cathedral (el título sí ha sido oficializado), porque aunque no ofrezca nada nuevo al menos resulta entretenida y no genera ostracismo pese a caer en tópicos varios, recurrir a un giro final precipitado y contar con un maquillaje que deja mucho que desear (que las heridas sobresalgan varios centímetros en lugar de profundizar en la piel resulta ridículo), restando la sensación de que con algo más de presupuesto (tal vez una revisión o incluso una secuela lo confirme) el resultado pudo ser notable.




Daniel Espinosa

 
 
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