Título original: Chatroom
Año: 2010
País:EEUU
Duración: 97 min.
Género: Ciencia ficción, Suspense
Director: Hideo Nakata
Guión: Enda Walsh
Reparto: Aaron Johnson, Imogen Poots, Matthew Beard, Hannah Murray, Megan Dodds, Michelle Fairley, Jacob Anderson y Daniel Kaluuya
Sinopsis
Un grupo de adolescentes se introducen a través de internet en un juego peligroso, siguiendo los pasos de William, un tipo al que ellos en seguida toman como modelo a seguir; unos a otros se van animando y comienzan a promover peligrosas actitudes violentas y autodestructivas.
Crítica
Hideo Nakata, el hombre que revolucionó el género de terror con las exitosas The Ring y Dark Water (ambas con sus correspondientes remakes americanos años después), hace una inmersión en el oscuro mundo de internet, mostrándonos la cara más cruel de este espacio, que en ocasiones se torna peligroso y confuso, como queda patente en Chatroom; se trata de una propuesta muy interesante, enfocada en la actual población (en especial la juvenil), que comparten sus vivencias con completos extraños en aras de desahogarse y que alguien (muchas veces no importa quién) les dé una solución a sus problemas, representando los personajes de esta de la propuesta los más variados terrenos problemáticos que puede tener una persona, pero todos comparten la necesidad de una respuesta efectiva y sobretodo rápida.
Un grupo de jóvenes concurren en un chat abierto por William, pareciendo en un primer momento que el asunto no irá más lejos pero deciden romper el hielo hablando de las cosas que odian y poco a poco sus personalidades van apareciendo; está Eva, una joven glamourosa y superficial, Emily, quien vive acosada porque sus padres quieren hacer de ella una perfecta dama inglesa, Mo, un joven reprimido al que le cuesta hablar de lo que siente, Jim, un chico terriblemente deprimido y, por supuesto, William, quien se muestra como un joven desenvuelto y seguro que oscila entre una actitud agresiva y un presuroso interés en los problemas de los demás, proponinéndose todos ellos encontrarse frecuentemente en ese mismo lugar e intercambiar sus vivencias y evoluciones diarias con suma complicidad, cual hermanos de sangre.
William parece mucho más interesado en conocerles de verdad, saber quiénes son realmente y cuáles son sus puntos débiles, teniendo especial fijación por Jim, ya que al estar tremendamente desorientado y apocado es mucho más fácil de manipular que el resto; lo que pretende William es convencer al chico de que la única salida es el suicidio, con la mente puesta en hacer del suceso un significativo acontecimiento en la red, ya que para muchas personas a día de hoy es prácticamente similar a una iglesia en la que poder confesar sus secretos más oscuros e íntimos.
El filme logra llegar al espectador de forma directa gracias a las circunstancias que padecen los personajes, habituales en la sociedad actual (conflictos de identidad, mentiras, conductas sexuales desviadas, necesidad de recurrir a grupos de autoayuda, dificultades para diferenciar entre realidad y ficción... que convergen convincentemente en la historia); el elenco de actores abarca desde los más conocidos Aaron Johnson (protagonista de la trepidante Kick-Ass,que encarna al desviado pero inteligente William) y Imogen Poots (a la que pudimos ver recientemente en Centurión, que en esta ocasión interpreta a una chica ilusionada por ser modelo que ve frustrado su sueño por los complejos que tiene), hasta los menos conocidos pero no inexpertos Matthew Beard (en el filme Jim, la víctima elegida por William), Hannah Murray (dando vida a Emily, la acosada parentalmente) y Daniel Kaluuya (en la cinta Mo, el chico enamorado de una niña de apenas once años).
El planteamiento de la película aprovecha perfectamente algunas de las posibilidades del cine, que también son las del teatro, pues no olvidemos que el guión se basa en una obra teatral de Enda Walsh, para representar la vida cibernética; Chatroom convierte las conversaciones entre los jóvenes en algo real. Internet cobra la forma de una suerte de hotel con distintas habitaciones, las cuales el director satura de colores artificiales y nos conducen a un mundo aterrador, que hará dudar al espectador de ese espacio aparentemente inofensivo que es internet, una forma de enfocar el espacio virtual que parece alejarse poco de la realidad, en virtud de los numerosos casos conocidos semejantes a los plasmados en la cinta, que la hacen ciertamente cercana y creíble.