Título original: 127 hours
Año: 2011
País: EEUU
Duración: 93 min.
Género:Drama, Suspense
Director: Danny Boyle
Guión: Danny Boyle y Simon Beaufoy
Reparto: James Franco, Kate Mara, Amber Tamblyn y Lizzy Caplan
Sinopsis
Aron Ralston, un intrépido montañero norteamericano, sufre una caída en el ran Cañón y queda atrapado en una fisura; tras varios días inmovilizado e incapaz de encontrar una solución tendrá que comenzar a actuar...
Crítica
Danny Boyle vuelve a lucirse con su nuevo trabajo 127 horas, y es que tras el éxito (tan grande como imprevisible) de Slumdog Millionaire regresa tras las cámaras para dirigir un filme espectacular, absolutamente terrorífico desde el plano psicológico, un terror que cuesta mucho más olvidar que el mero terror plagado de ríos de sangre, y que logra llegar al corazón y hacerte reflexionar sobre las banalidades de la vida, que dándole vueltas resultan ser no tan mediocres como parecen.
La historia narra la verdadera historia del escalador Aaron Ralston (James Franco) que quedó durante cinco días (exactamente ciento veintisiete horas, de ahí el título del filme) a la intemperie por los implacables parajes del Gran Cañón, lugar que ofrece bellas estampas pero que a la vez se muestra feroz y peligroso; con su brazo derecho atrapado bajo el peso de una enorme roca que no consigue mover a pesar de intentarlo por todos los medios y con todas sus fuerzas, desesperándose a cada intento fallido y sintiéndose cada vez más sólo, como realmente ha estado toda su vida por decisión puramente propia. Así nos encontramos con una trama cuyo final ya sabe de antemano el espectador (y además con detalle), pero que está tratada de forma tan brillante que cada segundo que transcurre consigue generar más y más tensión, alternando imágenes de la videocámara que el protagonista lleva consigo con otras de fuera de la fisura (mostrando así un panorama desesperante para él), así como flashbacks que consiguen meternos todavía más en la piel de Aaron, contándonos sucesos verdaderamente relevantes en su vida que le harán ver (y de paso enviarnos un mensaje a nosotros, los espectadores, acerca de la soledad y la esperanza) que nada es imposible, que la fuerza de voluntad lo puede todo y que nunca se debe perder la esperanza ni en uno mismo ni siquiera en los demás.
La cinta podría ser entendida como una (extraña) mezcla de Náufrago (horrorosa película interpretada por Tom Hanks) y la mundialmente alabada Buried (Enterrado)(que nunca he entendido ni entenderé su éxito, ya que a mi parecer no pasa de ser una aburrida historia de terror psicológico, en la que Ryan Reynolds consigue interpretar a la perfección su papel pero que para nada llega a la altura (la cinta), en ningún sentido, de 127 horas); la película es puro terror, y lo atestiguan unos minutos finales que seguramente estén entre los más impactantes (por brutales) de los últimos años, cargados de emotividad y dureza visual y además, cómo plasma Danny Boyle el desmoronamiento paulatino de Aaron a medida que pasan los segundos, los minutos, las horas y los días es soberbia; pero es que no acaba aquí todo lo bueno que ofrece este trabajo, hay que añadirle una fotografía y música excelentes, generando momentos de poesía pura, de enfrentamiento y luego fusión entre hombre y naturaleza, con momentos inolvidables.
La expectación suscitada por su nuevo trabajo era muy grande, y de buen seguro no ha defraudado a nadie; y es que la mezcla de una interpretación excelente (por parte de un inmaculado James Franco), una trama tan inteligente como intensa y una banda sonora que sólo cobra protagonismo en los momentos idóneos consiguen componer un trabajo sólido como pocos, que por el momento se ha llevado varias nominaciones a los Globos de Oro y que es más que merecedora de algún Óscar (al menos debería ganarlo el actor principal, una de esas jóvenes promesas que se consolida como un actor excepcional y que tiene nombre propio, James Franco); no hay más que añadir, 127 horas es un digna merecedora de todos los elogios y le da mil vueltas a la aclamada Valor de ley y con una calidad superior en muchos aspectos a Cisne Negro, las dos películas más laureadas hasta el momento de este dos mil once y que para nada consiguen igualar la belleza e interés que despierta esta enorme cinta (desde el protagonista hasta el desenlace).