Título original: Wrong cops
Año: 2013
Nacionalidad: Francia
Duración: 85 min.
Género: Comedia, Fantástico
Director: Quentin Dupieux
Guión: Quentin Dupieux
Reparto: Mark Burnham, Eric Judor, Steve Little, Marilyn Manson, Grace Zabriskie, Arden Myrin, Eric Wareheim, Isabella Palmieri y Daniel Quinn
Sinopsis
Un grupo de policías corruptos intenten ocultar el cadáver de un hombre inocente que fue disparado accidentalmente por uno de ellos.
Crítica
Los amantes de lo surrealista y lo absurdo se relamían cuando se oficializó el regreso de Quentin Dupieux, el responsable de las geniales Rubber y Wrong (las cuales cautivaron a cierto sector del público), con su nuevo filme titulado Wrong cops basándose en un cortometraje de mismo nombre que el cineasta francés realizó justo después de terminar su anterior producción (la segunda de las citadas anteriormente) protagonizado por Marilyn Manson y por el que se alzó con un premio en el Festival de Cannes 2012, siendo lo más preocupante de antemano el hecho de que se tomara un intervalo temporal de dos años para madurar las predecesoras y en esta ocasión no; el temor señalado se traduce en que la desconfianza por parte de las compañías sea enorme, motivo por el cual se estrenó el pasado doce de enero en el Sundance Film Festival 2013 y hasta el Sitges Film Festival 2013, ya en el mes de octubre, ninguna proyección más se haya llevado a cabo (de hecho no hay más fechas confirmadas por el momento en adelante), descartándose por ende que llegue a las salas convencionales y, aunque ello no tenía por qué relacionarse con la calidad de la película, en esta ocasión es así, pues no mantiene el mismo tono onírico que ha caracterizado al autor de tornar lo que no parece situarse fuera de lo común en un plano irreal, más próximo al género fantástico que al cómico aun siendo éste último el más reconocible por (ya vieja) costumbre.
En un mundo donde el crimen ha sido erradicado qué ocurriría con el cuerpo del orden es la cuestión que plantea el director (su trayectoria se remonta a los doce años cuando empezó a filmar para poco después componer piezas electrónica bajo el pseudónimo “Mr.Oizo”, el cual utiliza en la actualidad para ejercer de productor musical) no de manera convencional sino rebuscada, elaborando un escenario en el que el delirio predomina frente a otros racionalismos menos atractivos para conformar una historia aparentemente mundana pero ciertamente compleja, lo cual es bueno hasta que uno se percata de que el guión no es nada sólido (dentro de la extravagancia del autor, por supuesto) y está plagado de matices que no exigen un segundo visionado para ser captados en su totalidad como suele suceder con toda obra que firma un autor tan peculiar como exageradamente imaginativo sino el repudio inmediato; lo que en la presente producción propone el director es simple y llanamente un sinsentido que abarca des del primer segundo (los propios créditos iniciales desfilan por la pantalla al compás de una arrítmica melodía que se prolonga durante toda la trama en diferentes variantes) hasta el último (un desacertado jolgorio celebrado en un cementerio instantes después de producirse un entierro) pero, a pesar de lo señalado, el hecho determinante del fiasco no es la irracional opción demagógica (las anteriores también apelaban al desconcierto pero éste estaba justificado por el devenir de los acontecimientos) sino la certeza de que el único arbitrio que funciona medianamente es el autorreferencial al observarse multitud de guiños con asiduidad (desde la breve aparición del protagonista de su último trabajo hasta el visionado en cierto instante por parte de una madre y su hija de la anterior), homenajes impropios al estar introducidos con nula correspondencia y atemporalidad (no por ser recordada eternamente sino por englobar elementos indigeribles).
Un grupo de policías (no es menester citarlos y juzgarlos individualmente porque todos y cada uno de ellos son cargantes, tanto los personajes como los respectivos actores que los encarnan) aparentemente normal en el que sus integrantes se gastan bromas (la gracia la encuentran solamente ellos, porque el resto como mucho se sorprenden ante tanta simpleza mental), desempeñan su labor con profesionalidad (es un decir, por supuesto) y regresan a casa con sus respectivas familias (los que la tienen, pues la mayoría viven en soledad), no es lo que parece, y es que incluso el propio oficial se dedica al negocio ilícito del tráfico de sustancias ilegales (al principio introduciéndolas en el cadáver de las ratas que con anterioridad encarga cazar a un humilde mercader de origen asiático en un claro signo racista y más tarde haciendo lo propio en el cuerpo sin vida de pestilentes pescados), por no mencionar que otros dedican su tiempo libre a hacer valer su particular poder de la ley poco menos que obligando a desnudarse a atractivas féminas a cambio de no ser multadas o penalizadas con otro tipo de castigos más carnales.
No son precisamente cautos y éticos y, fruto de ello, el mencionado agente de rango superior dispara accidentalmente a un civil (en un intento de matar a otro), momento a partir del cual emprenderá una desesperada (al menos así sería para cualquiera aunque para él sea un percance más sin apenas importancia) carrera por encomendarle a alguien la complicada tarea de deshacerse del cuerpo todavía con vida, mas cuando parece que ha dado con el sujeto propicio para la empresa al presentar éste una preocupante insolvencia económica (la extorsión junto con la corrupción hace el resto) el mismo declina llevarla a cabo finalmente al encontrar en su jardín una sucia mochila con treinta mil dólares en su interior (puede que este sea el único acontecimiento verdaderamente loable al traducirse más tarde en la nula asunción humana de aceptar la mera casualidad de la fortuna empeñándose a buscarla incesante e inútilmente), por lo que deberá buscar a otro mientras el moribundo, pese a su lamentable estado, no duda en formar equipo musical junto con un compositor de más que dudosa calidad.
Wrong cops es el intento fílmico fallido que precisaba incluir Quentin Dupieux en su currículum para ensalzar el resto de sus trabajos, un despropósito absoluto que, no obstante, tiene el dudoso mérito de lograr que en comparación con la misma Loca academia de policía se perciba como una obra de arte digna de ser tomada como referencia del género cómico, algo impensable que seriamente llega a uno a sopesar al tratarse la presente de una burda copia de aquella, quedando el sentido del humor limitado a desfasadas burlas que confunden la gracia con la ofensa, pues el sinfín de faltas de respeto que se dan (tales como insultar a un niño repentinamente sin motivos y mofarse de un discapacitado basándose en su supuesta inferioridad física, sin obviar referencias en cuanto a religión y condición sexual se refiere, por supuesto) es tan inaceptable como el resto de apartados a excepción de uno, el actoral, y no por el reparto principal sino por el secundario al poderse disfrutar, entre otras lindezas, de la cara más vulnerable de Marilyn Manson y de la conservación del don actoral tanto de Eric Roberts como de dos de los rostros más destacados de “Twin Peaks”, Grace Zabriskie como de Ray Wise, una galería de breves apariciones que evidentemente no sacia el apetito que abre la promesa de hora y media (duración genérica de un largometraje que por suerte se ve reducida algo aquí) de desenfreno, pero uno que pueda sostenerse mínimamente y no urdido a partir de arremetimientos libres, siendo por ende un producto pésimo.