Día 9 (Sitges Film Festival 2017) 30-04-2024 16:19 (UTC)
   
 

Mom and dad
(Brian Taylor, 2017)






Ficha técnica

Título original: Mom and dad
Año: 2017
Nacionalidad: EEUU
Duración: 80 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Brian Taylor
Guión: Brian Taylor
Reparto: Nicolas Cage, Selma Blair, Anne Winters, Joseph Reitman, Zackary Arthur, Olivia Crocicchia, Lance Henriksen, Brionne Davis, Tyler Sopland, Bishop Stevens, Matthew Allen, Dale Miller, Ellen Cullivan, George Griffith, Marilyn Dods, Michelle Pole y Rachel Melvin


Sinopsis

Una misteriosa epidemia en forma de locura masiva provoca que los padres ataquen violentamente a sus hijos sin ningún tipo de piedad...


Valoración

Lo mejor: la hasta la fecha inédita dupla formada por Nicolas Cage y Selma Blair, quienes desprenden una excepcional química (salvo en el terreno conyugal, pues ni un beso se dedican), complementándose a las mil maravillas la energía (a intervalos limítrofe con la sobreactuación) del primero con la ternura (criticable desde una vertiente puramente sexista) de la segunda en esta vertiginosa propuesta plagada de humor negro en la que, por una vez, son los padres los que suponen un peligro para los hijos y no a la inversa; la temática (aunque no se englobe directamente en el subgénero de los no muertos recurre a muchos de los códigos y las expectativas del mismo) no es nada novedosa pero el enfoque sí, no tanto por el contenido como por la forma de plasmarlo, situándose la cámara en lugares aparentemente imposibles para ofrecer planos únicos del intenso relato sobre la esclavitud al que los progenitores son voluntaria e innatamente sometidos por su instinto natural de protección filial y cuán terrorífico sería si se revirtiera (las escenas infanticidas se grabarán en la retina, en especial la del recién nacido a ritmo de “It must have been love” de la cantante Roxette); el aire retrospectivo que destila la cinta, desde la presentación del reparto hasta los temas musicales, remontarán a cualquiera a una época pasada a la que los protagonistas desean volver para revivir los sueños que albergaban entonces y que, con el paso del tiempo, se han desvanecido en virtud de otros más tangibles (al respecto cabe destacar el monólogo en el sótano a propósito de la instalación de una mesa de billar en el que se divaga acerca de las expectativas de él) para provocar su ira (pese a que el origen vírico, según de deduce, se debe a una arma biológica transmitida por las ondas hertzianas de la televisión que repercute sobre uno de los impulsos humanos más básicos y primitivos para eliminar todo atisbo de fructificante e hipotético futuro generacional).

Lo peor: la superficialidad con la que se tratan las preocupaciones y adicciones propias de la adolescencia (drogas, parejas, tecnologías...), al igual que sucede con conceptos tan apropiados para la ocasión como “obsolencia programada” (la explicación se da mediante la confiscación de un aparato móvil en plena clase ante la pasividad de su dueña) y “ataque despiadado” (el fenómeno en cuestión, común en el reino animal, apenas se menciona una vez pese a su relevancia); el argumento, analizado fríamente, no precisa de tantos diálogos como los que se pronuncian, habiendo sido tal vez más inteligente e interesante ocupar minutos con incómodos silencios que con inútiles palabras; la mayoría de recuerdos de los personajes no facilita el seguimiento actual de los mismos, es más, no aportan nada relevante para entenderlos actitudinalmente, por lo que justificar la lúcida paranoia y la extrema violencia (llaves, bolsas, botellas, cinturones, martillos, perchas, palas y picos sirven para agredir sin concesiones en una ola de asesinatos que no parece tener fin) se antoja inverosímil.



Daniel Espinosa




The ritual
(David Bruckner, 2017)






Ficha técnica

Título original: The ritual
Año: 2017
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 91 min.
Género: Suspense, Terror
Director: David Bruckner
Guión: Joe Barton
Reparto: Rafe Spall, Rob Collier, Sam Troughton, Arsher Ali, Jacob Beswick, Paul Reid, María Erwolter, Francesca Mula y Kerri Leanning


Sinopsis

Un grupo de amigos de la universidad se reúnen para emprender un viaje de senderismo por los montes suecos para rendir un homenaje... 


Valoración

Lo mejor: el debut en solitario de David Bruckner (hasta ahora había participado en las antologías Southbound y V/H/S con un segmento en cada una de ellas, amén de codirigir La señal) se traduce en una muy notable adaptación de la novela de Adam Nevill, en gran medida gracias a las enormes labores de Andrew Shulkind en el apartado fotográfico (cada escenario luce extraordinario y amenazante a partes iguales), de Ben Lovett en el musical (los sobresaltos los produce más este que el visual) y de los actores en el interpretativo como demuestran, respectivamente, los premios a los mejores efectos del British independent film awards 2017 y al mejor actor para Rafe Spall del Sitges film festival 2017, optimizándose los recursos para convertir un concepto no particularmente novedoso en una propuesta llamativa e interesante; la extrema dureza del inicio, pese a no ser apta para espectadores con problemas cardíacos es, además de contundente, la clave para entender la intríngulis subyacente en esta eficiente película de origen británico, así como el por qué de los extraños e incomprensibles comportamientos de unos amigos que se ven inmersos en un descenso hacia el terror más primitivo valiéndose de una atmósfera sólida e intrigante; la ambientación consigue que la frondosidad de los parajes salvajes escandinavos se torne mística inquietud, si bien el psicoanálisis no es conveniente al poder obtener conclusiones y sensaciones totalmente enfrentadas y contradictorias.

Lo peor: el monopolio de Netflix a la hora de hacerse con los derechos de distribución mundial (a excepción del país de procedencia) limita mucho su disfrute, mas si en la plataforma en cuestión se puede visionar en alta calidad (Ultra HD, es decir, la máxima existente) nunca será equiparable a la que podrían ofrecer los equipos de sonido y los proyectores de última generación de una sala de cine; la mención a Ibiza como obsoleto destino vacacional cuando el grupo planea su próximo viaje resulta algo ofensivo (aunque parcialmente certero) y suprimible, pues finalmente se opta por el conocido como “camino del rey”, el cual se extiende entre Suecia y Noruega y se consuma seis meses después de la reunión a causa de un fatídico incidente; el plagio de elementos propios del género (atendiendo solamente a la mítica Evil dead se pueden citar algunos como el bosque, la cabaña y la maldición, por no desvelar ninguna sorpresa) no inspira mucha confianza en cuanto a originalidad se refiere, siendo el devenir tan predecible como la sugestión a la que el autor somete al público, que se preguntará si lo que les ocurre a los protagonistas obedece a una sociedad secreta que rinde culto a una deidad pagana o a una metáfora de la lucha contra los demonios internos que uno de ellos libra cada día después de haber cedido ante el instinto de supervivencia de la forma más pasiva y cobarde (la respuesta, para más inri, cobra muy imaginativa pero también deprimente corporeidad).



Daniel Espinosa




Verano rojo
(Carles Jofre, 2017)






Ficha técnica

Título original: Verano rojo
Año: 2017
Nacionalidad: España
Duración: 85 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Carles Jofre
Guión: Antonio Payeras y Carles Jofre
Reparto: Inés Palmer, Juanan Cruz, Aina Zuazaga, Daniel Salom, Carlos Poyal, Gaspar Alemany, Guiem Juaneda, Dominic Hull, Simón Andreu, Carles Jofre, Francisco Jiménez, Martí Serra, Ino Pol, Ihrlie Serra, Juan Campaner, Baltasar Mir, Miquel Serra y Damien Ramos


Sinopsis

Cuatro jóvenes se van de viaje a Palma de Mallorca para vivir unas vacaciones idílicas, pero cuando exploran parajes inhóspitos, comienzan una odisea que les obligará a luchar por la supervivencia...


Valoración

Lo mejor: el montaje luce tan profesional como muchos otros de mayor presupuesto, confluyendo excelentes efectos visuales (la prometida brutalidad de buen seguro congratulará al espectador más exigente si acepta su fantasiosa ejecución, por ejemplo, cuando cierto cazador alcanza a su presa a decenas de metros de distancia con una escopeta, algo físicamente inverosímil) y de sonido (la selección de temas musicales es muy básica pero más efectiva) en este sentido tributo a La matanza de Texas (bebe directamente del clásico en cuestión recogiéndose elementos perfecta e inmediatamente reconocibles como la familia disfuncional, con patriarca discapacitado incluido, y la suculenta cena, por no citar el antifaz del enmascarado) con tintes de Los renegados del diablo (por sus locuaces discursos) y Hostel (por su torturador contenido); la secuencia de la panadería del pueblo fantasma (en especial el momento del baño con determinado comportamiento acosador), la primera de muchas localizaciones minimalistas que infunden tremendo respeto y lograda tensión para conformar un producto algo denso en su desarrollo pero muy aconsejable a la postre por las ideas planteadas, y más atendiendo a las características del mismo; la incalculable satisfacción (y emoción) de aparecer en los créditos finales al haber colaborado activamente durante el proceso de recaudación dineraria a través de una campaña de financiación en la plataforma Verkami para terminar la postproducción, lográndose finalmente un montante superior a siete mil euros gracias a las aportaciones de más de ciento setenta mecenas.

Lo peor: la presentación de los personajes es mínima, por lo que empatizar con alguno de ellos es prácticamente imposible, tanto como entender la asombrosa facilidad de propios y extraños para dejar inconsciente al prójimo o la decisión de huir en línea recta con calzado poco adecuado con el enemigo literalmente detrás conduciendo un coche; el nivel interpretativo es muy dispar, pues mientras que la labor de los actores más jóvenes no trasciende más allá de uno puramente principiante (no logran infundir la credibilidad que debieran, sobre todo cuando el malhechor con careta de gorrino empieza a sembrar el pánico entre ellos al tiempo que estos profieren triviales profecías como “vamos a o morir”) la de los veteranos maravilla sobremanera (consiguen horrorizar con lapidarias frases como “si llegas tarde a la película te jodes”); la calenturienta relación entre dos de los cuatro turistas (y, en general, el tono del metraje) resulta recurrente e innecesaria, suponiendo una pobre aportación argumental entre muchas reseñables (la insólita redefinición de la indicación geográfica de los productos mallorquines es digna de mención, al igual que la estratégica ocurrencia que el antagonista emplea para captar la atención de los incautos forasteros y tratar de evitarla en la vida real).



Daniel Espinosa

 
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