Ciclo: Expediente Warren 03-05-2024 16:16 (UTC)
   
 

Expediente Warren: The conjuring
(James Wan, 2013)




Expediente Warren: The conjuring


Ficha técnica


Título original:
The conjuring
Año:
2013
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
112 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
James Wan
Guión:
Carey Hayes y Chad Hayes
Reparto:
Vera Farmiga, Patrick Wilson, Ron Livingston, Lili Taylor, Mackenzie Foy, Joey King, Hayley McFarland, Shanley Caswell, Joseph Bishara, Steve Coulter, John Brotherton, Ashley White, Shannon Kook, Christy Johnson, Mellie Boozer, Amy Tipton, Marion Guyot y Arnell Powell


Sinopsis


Los integrantes de la familia Perron, en la década de los setenta, afirmaron haber contactado con espíritus tanto bondadosos como malvados en su domicilio del estado de Rhode Island; sus presuntos encuentros sobrenaturales fueron estudiados e investigados por Ed y Lorraine Warren, dos personas con mucha experiencia en casos paranormales y veteranos en materia espiritual, el resultado es este...



Crítica


No conforme con apasionar al respetable con su sádica concepción de la justicia moral en Saw y acongojarlo con su particular mirada al encantamiento ochentero en Insidious (cuyo esperado segundo capítulo se estrenará en otoño de este mismo año centrándose en seguir conociendo la maldición que persigue a los protagonistas cuya conexión con un secreto de la infancia traerá tras de sí horribles consecuencias para los mismos, tras la cual el autor se dedicará exclusivamente a la presumiblemente innecesaria séptima entrega de A todo gas), James Wan se propone (y vaya si lo logra) aterrarlo, y lo hace adaptándose a los nuevos condicionantes políticos y económicos que en todo el planeta están provocando en el ámbito cinematográfico la aparición de una rica industria paralela a la convencional, la de bajo coste, descubriéndose nuevas formas de aproximarse al celuloide e innovadores modelos de negocio surgidos a raíz de la nefasta dinámica provocadora de una ostensible caída de las cifras inversoras; así, contando con un paupérrimo presupuesto de trece millones de dólares (es de suponer que mucho de él destinado al reparto de mediano renombre), la adaptación cinematográfica del libro escrito por la americana Andrea Perron titulado “House of Darkness” consagra al director de origen malasio como un auténtico especialista en el tan recurrido y por ello rehusado cine de terror, mérito que se debe  en gran medida al ágil tránsito que mantiene de principio a fin la cinta y a las inimaginables apelaciones planteadas (si provocar escalofr
íos a plena luz del día y sustitur la clásica concepción del mal encarnado en cuervos por palomas no lo son...), manejando de muy buena forma las situaciones planteadas sin necesidad de utilizar los clásicos trucos de subir el volumen en determinados momentos para sobresaltar (ello lo logra con medios mucho más explícitos aunque el apartado sonoro bien merece una mención aparte), valiéndose de una imaginativa que ya se deja entrever en la procedencia de la producción (que la nacionalidad sea mitad francesa mitad estadounidense asombra mayúsculamente a tenor de la feroz rivalidad, dentro del ámbito del séptimo arte, que ambos países han mantenido últimamente con el objetivo de ser más fructífero que el otro ).

El mérito direccional no se limita a llevar al límite la fórmula patentada por él mismo en proyectos anteriores (ventanas que se abren solas anunciado visitas del más allá, puertas que chirrían como antesala de desagradables sorpresas, relojes cuyas agujas se detienen señalando la hora concreta en la que los antiguos residentes murieron trágicamente...), sino que la inquietud que suscita apelar al terror clásico en detrimento de las comunes escenas sangrientas (los instantes conclusivos sí presentan cierto contenido visceral pero lejos de desagradar cautiva más si cabe) da sus frutos desde el primer segundo, atrapando sin remedio al espectador en una vorágine de fatalismos cuya intensidad va creciendo paulatinamente hasta alcanzar una cota creída inexistente hasta la fecha; realmente da miedo, no parece tener cabida discusión alguna al respecto, pero cómo ha llegado la poderosa Warner Bros Pictures España (compañía distribuidora en territorio español de la producción) a la conclusión de que se trata de la película más terrorífica de los últimos cuarenta años como asegura con firmeza es un misterio solamente equiparable al que se expone durante la trama, pues aun siendo más que discutible tal afirmación la verdadera intríngulis reside en el número de años que supuestamente abarca la superioridad de la cinta respecto a todas las demás, toda una incógnita racional normalmente presuntuosa
.

El matrimonio Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson, compenetrados al máximo e infinitamente transmisores), ella fuertemente sensitiva y él el único deomonólogo (con esa terminología se refieren a la labor que lleva a cabo) reconocido por la iglesia católica, se dedicó a investigar sucesos paranormales a lo largo de la época de los setenta sosteniendo que el noventa y nueve por ciento de las ocasiones todo se puede solucionar con una simple limpieza y en casos extremos con un exorcismo siendo el medio a través del cual se manifiestan los entes un objeto cualquiera (una siniestra muñeca, una mugrienta caja musical... todo ello es posteriormente almacenado en el sótano de su hogar para permanecer teóricamente salvaguardado ya que es mejor disponer del recipiente que destruir el mismo y liberar el espíritu que contenga), resultando el más importante (por la fama que les supuso) el de la casa de Amityville, pero no fue éste el de más actividad sobrenatural, pues el de la granja ubicada en Rhode Island que relata el presente filme supera con creces el grado de misticismo; precisamente a esa morada se trasladó la numerosa familia Perron (cinco pequeñas y los padres de éstas encarnados por Lili Taylor y Ron Livingston, la una inmaculada en especial cuando es poseída y el otro algo menos exacto en su cometido al no exprimirse tanto su personaje), que contactó con espíritus desde el primer día hasta contactar con la experta dupla (al principio nada hacía pensar que algo maligno se escondía tras los fenómenos pero empezaron a sucederse multitud de manifestaciones dañinas), la cual descubrirá tras el oportuno estudio para determinar qué está acosando a los sufridores nuevos propietarios que este caso no es como cualquier otro, pues terminarán por entrar en juego asuntos tanto ajenos como personales (que el emplazamiento haya sido testigo de cuantiosas atrocidades, entre ellas la quema de una bruja, no puede hacer presagiar nada bueno, obvio).


Un buen número de débiles cuestiones surgen de inmediato al visionar el metraje (cómo el clan recientemente trasladado cuando conoce los pormenores de las fuerzas oscuras que habitan su morada no decide largarse de inmediato justificando su permanencia en que las primeras apariciones eran inofensivas es tal vez la más llamativa, ya que parece evidente que cualquier persona con un mínimo de criterio se hubiese marchado enseguida), pero tales banalidades (al fin y al cabo las pretensiones no van dirigidas solamente a innovar determinados aspectos del género sino también a respetar el mismo aunque ello implique introducir algunas irracionalidad típicamente asumidas) permaneces completamente ocultas tras la incomodidad que en la butaca padece el espectador, incomparablemente genial no tanto por la propiciación de la tensión como por el modo de resolverla; que haya sido rodada en formato digital resta algo de verosimilitud de la estupenda recreación de los años ochenta que se puede observar, pero haber optado por otro método tal vez hubiera significado dilapidar todo intento de cercanía contemporánea (sin el elegido la mayoría de sobresaltos generados por ordenador no podrían acontecer y aun no siendo muchos se agradecen al ser propicios), así que incluso éste supuesto error se puede considerar una sutilmente premeditada estrategia aseguradora.


Si bien es cierto que afirmar que la historia en la cual se centra la cinta está basada en hechos reales es un recurso que se utiliza cada vez más a modo de mero reclamo (siendo normalmente incierto que así sea), en este caso es verídico, y es que investigando un poco fácilmente se puede corroborar la existencia de ambas familias y que la autora de la novela citada en el primer párrafo de ésta opinión presenció tal actividad con apenas once años recogiendo en uno de los pasajes de la misma “era un lugar extraordinario, empezamos a ver espíritus, tan pronto como nos mudamos a la casa, la mayoría de ellos eran benignos, incluso algunos de ellos ni siquiera parecían darse cuenta de que estábamos allí, pero la verdad es que ocho generaciones de familias vivieron y murieron en esa casa antes de nuestra llegada y algunos de ellos nunca se fueron...”, escalofriante testimonio que no hace sino añadir más verosimilitud a lo plasmado aun pudiendo sobrar ciertos simbolismos religiosos (sostener que tres golpes inexplicables es sin
ónimo de una burla de procedencia satánica hacia la Santa Trinidad es una pincelada de humor no buscada); hora y media de convencionalismos magistralmente combinados y una última media hora de infarto, treinta minutos no aptos para aquellos que tengan el corazón sensible, es no lo que se traduce en resumidas cuentas Expediente Warren: The conjuring, una propuesta de imperdible disfrute que pasará a formar parte de los anales de la historia del cine y que combinada con el visionado de alguno de los vídeos que la citada escritora ha publicado en su canal personal de YouTube harán que conciliar el sueño se torne una quimera durante una buena temporada.



Daniel Espinosa




Expediente Warren: El caso Enfield
(James Wan, 2016)







Ficha técnica


Título original:
The conjuring 2: The Enfield poltergeist
Año:
2016
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
130 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
James Wan
Guión:
Carey Hayes y Chad Hayes
Reparto:
Vera Farmiga, Patrick Wilson, Frances Connor, Madison Wolfe, Lauren Esposito, Patrick Auley, Benjamin Haighlson y Franka Potente


Sinopsis


Dos renombrados demonólogos viajan a tierras londinenses decididos a ayudar a una humilde familia que vive aterrada por espíritus malignos...



Valoración


Lo mejor
: el juego de luces y sombras que durante toda la película pone a prueba la sensibilidad perceptiva del espectador, un talentoso e ingenioso crucigrama de emociones que supone el regreso del mejor, entendiendo dicho adjetivo desde una perspectiva técnica, James Wan, quien parece haber retomado la senda de la funcionalidad desde que el nefasto segundo capítulo de la franquicia Insidious se estrenara en dos mil trece, firmando desde entonces la formidable cinta que precede a la presente y la adrenalítica séptima entrega de A todo gas, tributo al tristemente fallecido Paul Walker incluido, demostrando aquí el poder de inquietar con objetos presuntamente inocentes como un camión de bomberos de juguete o un mando a distancia de televisión con planos en movimiento que ridiculizan los límites de cualquier otro ser humano; el delicioso homenaje al género en el que se traducen las referencias directas a clásicos como El exorcista y sus vibrantes camas y El sexto sentido y su doméstica tienda de acampada, abundantes inclusiones que ensalzan una ciertamente vulgar metodología narrativa, y es que el valor total, mayor del inmediato, se estima posteriormente cuando se reflexiona acerca de la misma y su excelsa sonoridad; la época en la que se desarrollan los hechos está perfectamente recreada, con elementos propios de la década que abarcan desde vehículos hasta vestimentas y demás detalles, al igual que las personalidades de los personajes, las ya conocidas y las nuevas, con gran carisma y empatizaci
ón unas y otras.

Lo peor
: la profundidad de los pavores en formas corpóreas que se plasman, atrayentes primigenia y conceptualmente, porque tanto el villano principal, una tenebrosa monja como blasfemia religiosa, como el canal mediante el cual consuma su particular acoso, un inválido anciano como abandono de atenciones, amén de otro diseñado por ordenador literalmente retorcido que poca impresión produce y mucha indiferencia genera, prometen de veras y la reserva para sendos títulos independientes (deseable es que no sean tan bochornosos como Annabelle) impacientar
á a más de uno; el guiño a la mítica historia de Amytiville, desmerecedor de elogios al limitarse a la representación visual de los brutales asesinatos, una minúscula visión tan precipitada e infundada como el desenlace, ingenioso e intangible, dispares y puede que incluso antagonistas palabras; la demora, aunque finalmente haya merecido la pena, de una segunda parte que no es una precuela al uso, ya que solamente el matrimonio protagonista en su interminable lucha contra el mal en todas sus horripilantes formas vuelve a escena junto con cierto representante de la iglesia cristiana, nada prolongada a tenor de un guión sin demasiadas complicaciones que se vale de la difusión del más documentado caso de posesión elevado a entretenimiento cinéfilo, primando el sentimentalismo en detrimento de una mayor contundencia.



Daniel Espinosa

 
 
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