Título original: Killing ground Año: 2016 Nacionalidad: Australia Duración: 86 min. Género: Suspense, Terror Director: Damien Power Guión: Damien Power Reparto: Aaron Pedersen, Stephen Hunter, Harriet Dyer, Ian Meadows, Tiarnie Coupland, Michael Knott, Mitzi Ruhlmannan y Aaron Glenane
Sinopsis
Una pareja vive una pesadilla cuando se tropieza con unos crímenes...
Valoración
Lo mejor: la abrumadora belleza del verdoso y virginal medio ambiente en el que se adentran los protagonistas, captada en multitud de planos con reverencia, combina a la perfección con la exquisita violencia (para nada soez sino sutil al valerse de supresiones como la de la violación o simbolismos como el del cerdo salvaje) que el director propone en este su más que decente debut cinematográfico tras las cámaras y el papel (firma como único director y guionista); el improvisado examen doctoral de conexiones óseas al que es sometido cierto profesional del sector puede antojarse impertinente pero, al fin y al cabo, se trata de un aporte intelectual (lo cual siempre es de agradecer en cualquier caso); el turismo (desde su vertiente escenográfica) luce espléndido a pesar, no obstante, del escaso e inconsistente contenido en relación al mismo, impropio de un largometraje cuyo estreno en territorio patrio se produce en un certamen de tanta trascendencia mundial como el Sitges Film Festival 2017 (si bien hacen lo propio muchos otros de peor calidad).
Lo peor: la especie de revisión de la sensacional Eden lake (salvando las quilométricas distancias entre una y otra), poco ortodoxa y menos curiosa, en la que se traduce la obra, osada pretensión que desemboca en desoladora mediocridad si se comparan (por muy superficialmente que se proceda a ello) ambas; la leyenda de la masacre colona se menciona sin ahondar nada en ella, pudiendo haber resultado un potente y perturbador elemento argumental muy compaginable con la estructuración de una trama que, por este y otros motivos, no alcanza en ningún momento la algidez esperada; la historia principal se presume de compleja lectura (no sucede lo mismo con la paralela, algo más cuidada e inmediata) pero para nada es así, poniéndose de manifiesto tempranamente para los más avispados (el móvil amarillo y el vehículo negro son dos claves que convierten la posible inquietud en una sencilla resolución) la intríngulis de este inusual rape&revenge con algún que otro gran error, entre ellos dotar de naturalidad la decisión de acampar en solitario junto a desconocidos (temeridad todavía mayor cuando se descubre que su tienda está vacía y amotinada) y emprender una expedición con un extraño armado (peor aún si éste se define como un cazador y es, fácilmente observable, alguien depravado y sin escrúpulos como su inseparable mentor de fechorías), no cabiendo confundir cobardía con prudencia, términos muy diferentes.