Título original: The shinning Año: 1980 Nacionalidad: EEUU Duración: 117 min. Género: Drama, Terror Director: Stanley Kubrick Guión: Diane Johnson y Stanley Kubrick Reparto: Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson, Philip Stone, Joe Turkel, Lia Beldam, Billie Gibson, Barry Dennen, David Baxter, Manning Redwood y Lisa Burns
Sinopsis
Un hombre se traslada con su mujer y su hijo de siete años a un gran hotel para encargarse del mantenimiento de las instalaciones durante la temporada invernal, permaneciendo encerrado y aislado de todo...
Valoración
Lo mejor: la catalogación de obra maestra resulta insuficiente para definir cuán imprescindible resulta la cinta, la cual relata los vericuetos de una esquizofrenia maníaca asomándose a los abismos interiores de una mente perturbada al trasladarse el relato original de Stephen King a la pantalla con una narración angustiosa e inquietante que, además de presentar una atmósfera opresiva, contiene algunas de las escenas más impactantes del cine de terror de todos los tiempos; el mérito de, a diferencia de lo habitual en el género, no refugiase en la oscuridad para provocar miedo o tensión sino hacerlo a plena luz (valga mencionar la simple pero sobrecogedora secuencia del pequeño Danny, el niño con capacidades extrasensoriales, montado en un triciclo paseando por los pasillos del hotel o, procedente del mismo, el juego de palabras “redrum”); el truncado objetivo del protagonista de encontrar paz y sosiego para escribir un libro y, sin apenas cerciorarse, comenzar a experimentar fenómenos extraños y paranormales, un viaje sin retorno a la locura más arraigada que pueda imaginar que, para el espectador, se traducirá en una espiral de emociones sin parangón, siendo una proeza fílmica sin adjetivación aplicable para su época de lanzamiento.
Lo peor: el curioso dato de haber cosechado no solo merecidos reconocimientos sino también insultantes nominaciones, concretamente a los Premios Razzie (aquellos que premian a las peores películas) en las categorías de director y actriz, es decir, Stanley Kubrick y Shelley Duvall respectivamente; la repercusión indirecta que ha padecido el largometraje a raíz de emplearse sus elementos en centenares de ocasiones posteriores, algo no reprochable pero ineludible al sufrir las consecuencias negativas; el doblaje al español, sin ser de los peores, implica visionar la propuesta desde una perspectiva menos pavorosa, común e inmerecidamente adulterada.