Título original: El ataúd de cristal
Año: 2016
Nacionalidad: España
Duración: 75 min.
Género: Drama, Suspense
Director:Haritz Zubillaga
Guión: Aitor Eneriz y Haritz Zubillaga
Reparto: Paola Bontempi, Ramón Moro, Juan Dopico, Antonio Baroja, Íñigo Portillo, Josu Eguren, Luis Posada, María Solá y Laura Monedero
Sinopsis
Vestida para la ocasión con un elegante traje de noche, una aclamada actriz entra en un lujoso vehículo y se dispone a dirigirse a recoger un valioso premio como reconocimiento a su larga y exitosa trayectoria...
Valoración
Lo mejor: la misteriosa voz distorsionada estéticamente con un filtro penetra en la mente de propios y extraños para, asegurando no mentir nunca aunque tampoco por qué revelar toda la verdad, guiar reflexivamente a la pudorosa y desprevenida víctima, obligada a llevar a cabo sus divertimentos cuando, apacible si está tranquila o enervada si se encuentra ofuscada, la persona a la que pertenece así lo dicte; el descubrimiento de un director con esta su ópera prima que, para deleite del público, emplea la cámara memorablemente con escasos recursos, logrando infundir una tensión terrible y denotando una profesionalidad tal que cabe mencionar explícitamente, al igual que la de los integrantes del equipo de prensa encargados de dar difusión a la producción y atender a los medios, cuya gentileza a la hora de proporcionar a esta humilde página un enlace privado para visionar la película en alta definición y poder examinarla minuciosamente debe quedar también plasmada aquí; la aparición de una poética contraposición corpórea dos décadas posteriores a un ruinoso y desgraciado detalle da luz a una trama algo descuidada en cuanto a explicaciones consistentes se refiere, siendo entonces cuando se comprenda el porqué de tanto eufemismo y la auténtica profundidad de una historia que emplea el abuso y el sadismo como potentes armas de culpabilidad persecutoria, y es que una decisión puede marcar para siempre la vida propia y también la de terceros, inundando a tales daños colaterales de envidia, rencor, rabia y odio, entre otros sentimientos implícitos en la eterna conflictiva supervivencia humana.
Lo peor: el contenido tórrido, que no se limita a una escena concreta sino que se extiende a la cinta en general, dista mucho del sentido erótico popular de placer y fantasía, situándose en un plano mucho más adulto que puede no agradar a cierto sector de espectadores, aquel más puritano, al sucederse palabras malsonantes que la dotan de gran realismo pero, en cualquier caso, se prolongan en exceso para culminar de forma muy orgánica; la referencia argumental a Buried como punto de partida (también comparte otras inmediatamente apreciables como el inicio, idéntico al de Grand piano en cuanto al nerviosismo de una celebridad en vísperas de su gran noche de reconocimiento informando de su estado de agitación a su pareja, y el proceso actuacional del raptor, semejante al de Saw en su comunicación prescindiendo de tanta visceralidad verbal), cambiando un pequeño ataúd de madera por uno de considerable mayor tamaño de cristal, es tan evidente que la improcedencia puede servir como alegato primario pero, además de contraer lindezas propias, la claustrofobia que suscita tal espacio en esta ocasión es igual o mayor que la padecida en aquella y, por ende, la valía no alberga ninguna duda; la incomprensión de qué diantres llevaría a alguien a consumir productos de desconocida procedencia en las circunstancias plasmadas escapa a toda lógica pese a que, obviamente, es una inestimable demanda del guión para ofrecer y forzar inesperados giros.