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“Domingos de vermut y potaje”, de Teatro Flamenco Barcelona

Domingos de vermut y potaje es un ciclo que abarca (amén del día aquí reseñado correspondiente al nueve de noviembre) los domingos catorce de diciembre, uno de febrero y ocho de marzo (siempre a las trece horas) en la majestuosa Casa Montagut (un palacete del siglo diecisiete que estaba cerrado acogiendo ahora las propuestas culturales del Teatro Flamenco Barcelona); se ha creado con el firme objetivo de tornar el otoño e invierno en épocas a recordar más allá de la mera climatología, lográndose plenamente como se expondrá en adelante en este artículo elaborado desde el más absoluto respecto (e incluso admiración) para con el formidable equipo que lo lleva a cabo.

La maestra de ceremonias es la inigualable e incombustible María Luisa Ramírez (popularmente conocida como Maui, la Björk de Utrera o la Woody Allen de la canción), cantautora desde la cuna (a los ocho años inició los estudios en el Conservatorio Elemental de Música de su localidad sevillana comenzando a componer a los trece) con cinco discos en su currículum (Flamenco sumergido, Un ratito más, Problemología, Viaje interior y Por arte de magia) junto a un sinfín de incursiones; ésta cocina en directo mientras honra la tradición de su pueblo natal, aunando baile con gastronomía como nunca antes en tan genuina e inusual disciplina a modo de órdago a la alegría superlativa.

Desde el primer instante (nada más llegar se brinda una copa de delicioso vermut de bienvenida en la área destinada a tal efecto en los aledaños de las escaleras que conducen a la estancia) la experiencia destaca por la enorme conexión que se establece entre las partes, culminándose la celebración con la tradicional bendición del potaje (convertido en sello distintivo) degustando el plato en cuestión tal vez no literalmente...) cual culmen del auténtico homenaje gitano que significa la curiosa e inédita obra sin margen de defraudar a nadie en un show tremendamente equilibrado en cuanto a contenido desplegándose sobre sí mismo el duende que alberga la protagonista.

El espectáculo cuenta con la presencia de un invitado estrella (en el caso que ocupa el rumbero catalán Paco Aguilera al que se le realiza una precisa e intimista minientrevista repleta de anécdotas e intimidades al que cabe sumar la del joven Edu García como flamante despedida acompañado del escueto e increíble elenco), quien concede una demostración de su talento a los espectadores que en ningún caso eclipsa a la diva del entretenimiento; mención especial para la intervención chelista (sin descuidar un ápice al guitarrista Paco Soto), interpretando una versión inédita de “Procuro olvidarte” escrita por don Manuel Alejandro popularizada por Miguel Vargas alias Bambino.

Si individualmente la empatía se formaliza desde el comienzo, grupalmente la sinergia conseguida alcanza inusitadas cotas con una mayúscula complicidad entre los integrantes (la pasión que transmite un ultraexpresivo Kiko Martín secundado por un meticuloso Juan Carlos Gil inunda de regozijo al más huraño) hasta traducirse la velada en una catarsis conjunta imposible de no rememorar asiduamente; en referencia a la ausencia casi total de capturas fotográficas, aclarar que se ha evitado abusar para respetar escrupulosamente como merece el evento en aras de preservar algunas sorpresas que rozan lo paródico pero finalmente se ejecutan con soberana delicadeza.

Como aspectos negativos (adoptando una postura ventajista e injustamente severa) es menester citar el retraso a causa de la correcta acomodación (exactamente mil segundos), la claustrofobia que genera el reducido espacio entre filas (once más un pequeño palco de otras tres para un total de ciento cincuenta asientos por denominar de manera complaciente a sillas de plástico no plegables) o las infinitas dificultades con la proyección en la pantalla (en realidad permaneció en negro eternamente); sin embargo ello permitió apreciar las bondades del atrezzo, facilitó percibir nítidamente la acústica de infarto e inquirió encumbrar la improvisación en su glorioso esplendor respectivamente.

La combinación de flamenco con humor (teñido de dramatismo personal al traducirse en una especie de introspectiva) para abrir el apetito funciona a las mil maravillas, derrochando tanta profesionalidad como elegancia ofreciendo icónicas escenografías que encuentran en la célebre expresión “es la hora del vermut” una excusa para provocar un inspirador encuentro; la selección musical solamente puede tildarse de excelsa, sucediéndose los momentos sonoros (muchos de ellos alejados de tipicismos varios o temas propiamente dichos) para deleite de un público que vibra (la acogedora sala contribuye al épico idilio) durante teóricamente sesenta minutos que llegan a los noventa netos.

Únicamente resta recomendar fervientemente a todo el mundo a que acuda a disfrutar de lo descrito (detalles meramente ejemplificativos de la inmensa valía ya que in situ los positivismos incrementan por doquier), conviniendo adquirir las entradas (por unos ajustados veinticinco euros) anticipadamente (vía los links adjuntados abajo) para asegurar la asistencia; por último cabe advertir que las butacas no gozan de numeración (se ocupan por estricto orden de llegada aconsejándose estar con suficiente antelación aunque cualquier ángulo de visión es óptimo), imperando el carácter familiar (los dos miembros representantes de Cementerio de Noticias lo han sentido) sin titubeos.

Correo: reservas@teatroflamencobarcelona.com
Teléfono: +34 931 353 590
Instagram: Teatro Flamenco Barcelona
YouTube: Teatro Flamenco Barcelona
Web: Teatro Flamenco Barcelona

Daniel Espinosa y Alicia Barrientos, a 09 de noviembre del 2025 |
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