Título original: Dearthgasm
Año: 2015
Nacionalidad: Nueva Zelanda
Duración: 83 min.
Género: Comedia, Terror
Director:Jason Lei
Guión: Jason Lei
Reparto: Milo Cawthorne, James Blake, Kimberley Crossman, Sam Berkley, Daniel Cresswell, Delaney Tabron, Stephen Ure, Colin Moy, Jodie Rimmer, Nick Hoskins, Erroll Shand, Kate Elliott, Aaron Gregor y Tim Fol
Sinopsis
Dos perdedores amantes del heavy invocan peligrosas fuerzas del mal, restando su sueño de llegar un día al estrellato en un muy segundo plano.
Valoración
Lo mejor: el ficticio videoclip del tema al que da lugar la heredada partitura romana apropiada previo allanamiento y posterior cesión, la cual otorga el poder absoluto al tratarse de una invocación satánica, un elemento plausible que, sin embargo, recuerda demasiado a Lords of Salem en su método de empleo y a Evil dead en sus sangrientas consecuencias; la filosofía de vida, más allá de griteríos varios de, según se afirma en el metraje, subclases como el “grindcore”, el “screamo” y el “trash”, de quienes idolatran el “heavy” puro, plasmada con cierta sátira mediante personalidades de considerable deficiencia mental pero, como bien aleccionaba el maestro Akira Kurosawa, “los personajes ignorantes son adorables”, y aquí vaya si lo son merced a canciones de metal (el estilo y no el elemento), juegos de rol (la temática y no la posición) y discos de vinilo (el formato y no el material); la calidad de los efectos especiales es excepcional, a excepción de la simulación de corriente eléctrica, y como suele decirse lo valiente no quita lo cortés y reconocer lo que es indudable no es opcional sino menester por más que los alegatos del siguiente apartado puedan hacer presagiar lo contrario, pues la objetividad debe substituir la subjetividad en esta diabólica aventura protagonizada por unos metaleros con consignas ocultistas dispuestos a no ceder ante imposición alguna ni tan siquiera ante el mismo anticristo.
Lo peor: la carcajada no debe ser robada sino despertada y, aunque algunas acciones como el hurto de diésel a una ambulancia estacionada sí que resultan simpáticas, la cinta no logra ni una cosa ni otra y abusa de recurrentes, por no sentenciar ofensivas, artimañas, la mayoría de ellas con connotaciones sexuales de total desfase; la película rinde, según su responsable, tributo al culto, pero el espíritu del género dista mucho del seguido por el autor y respaldar lo contrario porque algunas imágenes se aproximen no es conveniente, ya que lo hacen por rareza y no por locuacidad; la inestimable predisposición exigida por la propuesta desde su propia concepción es mayúscula, y es que sino la diversión se torna tempranamente sufrimiento y el componente radical hipócrita, conviniendo proceder al visionado bajo grandiosa irracional prescripción.