Título original: Carnage park
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 78 min.
Género: Acción, Suspense
Director: Mickey Keating
Guión: Mickey Keating
Reparto: Ashley Bell, Pat Healy, James Hebert, Michael Villar, Larry Fessenden, Graham Skip, Darby Stanchfield, Bob Banc y Alan Ruck
Sinopsis
Dos atracadores toman como rehén a una joven que logra escapar...
Valoración
Lo mejor: la banda sonora, a la postre el único apartado que apenas muestra fisuras (esos inentendibles sonidos vocales que distorsionan auditivamente impiden su armonía) y consigue transportar a la década de los setenta en la que se engloba la supuesta inspiración; la incitación de cierto funcionario a una recientemente arruinada huérfana para que se dedique a negocios turbios, concretamente los que chicas de mente abierta y piernas todavía más llevan a cabo en burdeles, para subsanar sus necesidades económicas, una de tantas cómicas ideas (otra de especial mención es la que profiere uno de los bandidos a la mujer que ha secuestrado en un asalto perpetrado contra un banco agrícola apuntándola con una pistola haciendo alusión a su particular Biblia de unitario verso “no huyas de mí”) que, de absurdas que resultan, dibujarán tímidas sonrisas en el público; el clásico juego del gato y el ratón de cuarenta minutos (es decir, la mitad de la duración total) en medio de unos paisajes tan desoladores como las sensaciones que originan los resultados de la película como divertimento de persecutoria tortura por parte de un despiadado e infalible psicópata que, armado con un rifle y refugiado bajo una máscara de gas, dedica su existencia a coleccionar las orejas de todo aquel que ose profanar su propiedad privada, delimitada cual recinto de caza (clásica práctica donde las haya) mediante medidas disuasorias.
Lo peor: la misteriosa causa por la que Mickey Keating ha logrado reunir a un reparto con rostros verdaderamente cumplidores y en dos casos concretos (los principales de hecho) populares, antojándose un motivo puramente económico (todo el presupuesto se habrá destinado a ello, pues en nada más se observa desembolso alguno) o como favor personal, ya que el atractivo de la obra es nulo antes y después de conocer su premisa; la narración de los hechos, presuntamente circunscritos en uno de los casos más extraños del territorio inglés acontecido en el año mil novecientos setenta y ocho según se anuncia al inicio del filme, época en la que el famoso sueño americano no era tal y la venganza regía la mente de no pocos enfermos mentales valiéndose de las curiosas permisiones legales entonces existentes, siendo cada segundo peor que el anterior (por imposible que parezca desde el primero) al sucederse grandes impedimentos argumentales, como el sinfín de breves escenas reminiscentes, que no hacen sino convertir en bochornoso e insufrible, amén de sin sentido, el visionado, concluyendo de la peor forma posible, prolongada y oscura; el supremo descontrol global, que encuentra su mayor sustento en la presentación de un francotirador que no imita sino que directamente plagia el comportamiento del desagradable villano de la potente Wolf creek, dando lugar en su conjunto a la peor proyección del Sitges Film Festival 2016 (incluso puede que de todas las ediciones, nada menos que cuarenta y nueve hasta la citada) y a una incredulidad constante en el espectador, que no saldrá de su asombro al ver que Ashley Bell (la flamante protagonista de las dos entregas de la inquietante El último exorcismo) y Pat Healy (el adorable padre de familia de la salvaje Juegos sucios), cazador y presa respectivamente, añaden tan ínfimo título a su trayectoria a pesar de ser sendas garantías de éxito actoral.