Título original: Absolutely anything
Año: 2015
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 78 min.
Género: Ciencia ficción, Comedia
Director: Terry Jones
Guión: Gavin Scott y Terry Jones
Reparto: Simon Pegg, Kate Beckinsale, Sanjeev Bhaskar, Rob Riggle, Eddie Izzard, Joanna Lumley, Terry Gilliam, John Cleese y Robin Williams
Sinopsis
Un grupo de extraterrestres conceden poderes a un profesor, quien descubre que sus nuevas habilidades le permiten hacer cualquier cosa...
Valoración
Lo mejor: el ingenioso festín de ocurrencias visuales derivadas de la no matización verbal de los deseos pretendidos por pate de alguien a quien le es asignado un don sin precedentes, desde heces caminantes hasta esqueletos hablantes, pasando por cuerpos cambiantes y salchichas encarnadoras, por citar algunas de las muchas tesituras padecidas por Simon Pegg y Kate Beckinsale, contagioso e irresistible respectivamente en esta especie de enseñanza fílmica acerca del aburrimiento y el vacío interno de tener lo que uno desea siempre que quiera, así como el peligro que ello contrae para quienes le rodean; la voz, obviamente en la versión original de la película, del tristemente difunto y eternamente recordado Robin Williams prestándosela al canino propiedad del protagonista del filme, demostrándose su legendaria entrega en un breve vídeo reproducido junto a los créditos finales que evoca a su gloriosa labor en Aladdín; el creativo e inusual aspecto de los alienígenas que forman el consejo intergaláctico que planea destruir a los terrícolas a raíz de la recepción de la sonda que los mismos lanzaron al espacio exterior décadas atrás si éstos no denotan una superioridad intelectual a través del análisis comportamental de un ejemplar seleccionado al azar es, aunque medianamente semejante a los de la trilogía de Men in black.
Lo peor: la justificación del fallecimiento de treinta y ocho niños en horario escolar para, en teoría, provocar la primera carcajada no se aleja del humor menos brillante e indecente, pese a que poco después vuelvan a la vida milagrosamente; la defensa literaria, entendiendo como tal la venta de ejemplares físicos, está tan sobredimensionada que su ineludible necesidad resulta dudosa; el catálogo de analogías, tanto de temática como de enfoque, entre la presente cinta y otras de homóloga índole como Click y Como Dios es tan ingente que no permite a la presente alejarse del mero entretenimiento, por muy ameno que éste sea, algo imperdonable para un director en cuyo currículum profesional constan grandes clásicos de los genuinos Monty Python como Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores y La vida de Brian, ambas producciones indispensables, huelga citar defensa alguna, por supuesto.