The double 19-04-2024 12:30 (UTC)
   
 

The double
(Richard Ayoade, 2014)


The double




Ficha técnica


Título original:
The double
Año:
2014
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
87 min.
Género:
Comedia, Drama
Director:
Richard Ayoade
Guión:
Avi Korine y Richard Ayoade
Reparto:
Jesse Eisenberg, Mia Wasikowska, Noah Taylor, Wallace Shawn, James Fox, Cathy Moriarty, Yasmin Paige y Phyllis Somerville


Sinopsis


Un hombre empieza a perder la cordura
cuando alguien, exactamente igual que él, aparece en su oficina y reclama su posición profesional.


Crítica


Denis Villeneuve
decidió adaptar las palabras de la novela El hombre duplicado de José Saramago creando Enemy y Richard Ayoade ha hecho lo propio con las de Fiódor Dostoievski en The double (el título escritural y el cinéfilo es el mismo), sorprendiendo no tanto que ambos libros se traduzcan en una investigación sobre la dualidad humana y el sentido de la identidad propia como que hayan visto la luz con apenas unos meses de diferencia aun guardando tantas similitudes entre ellas que lo más elocuente hubiese sido un distanciamiento temporal algo mayor, sin embargo, a pesar de compartir tema existencial, cada cinta toma su propio camino consiguiendo que puedan ser disfrutadas en aspectos muy diferentes y, por ello, la desestimación de ésta (la anterior posee el atributo de haberse lanzado al mercado con anterioridad) no es viable (al menos por tal alegato); aunque carezca de la fuerza visual que posee la citada conversión del dramaturgo español, la presente consigue momentos con más ristra cómica (aunque uno no pueda sino sentir compasión al reconocer las situaciones) que hacen más ligera la carga psicológica que contiene, la cual juega constantemente con el temperamento de sus personajes y con el espectador mismo, convirtiéndose la perspectiva optada en la base de la realización cuando el protagonista se ve sorprendido por alguien que es exactamente igual a él, despertándole una lucha interna entre la idiosincrasia y la revelación que le llevará al punto álgido del filme, plantearse seriamente explotar su potencial sin contemplar las consecuencias de tan arriesgada opción.

Pese a que la dirección sea poco arriesgada (no carente por ello de estilo) y el actor principal no cuente con más de dos muecas para diferenciar sus dos caracterizaciones, el metraje crea un diálogo intrínseco tan inteligente y oscuro que abruma, adentrando al público en la asfixia del mismo con un sentido del humor un tanto singular acompañado por un apartado sonoro que lo mantiene expectante, siendo una buena recomendación (si bien hay que tener en cuenta que el interés va disminuyendo paulatinamente al ser el primer tercio absorbente, el segundo consecuente y el tercero divagador) para quienes ansíen algo diferente donde últimamente sólo aparecen historias planas cuya única pretensión es la captación económica en taquilla; la contemporánea visión del relato original sobre, como parcialmente se ha adelantado en el párrafo preliminar, un burócrata que empieza a perder la cabeza cuando un doble exacto a él aparece trabajando en su misma oficina y parece tener intenciones de suplantarle, adquiere los ribetes de un ácido fingimiento que busca la carcajada en lo cruel pero también una reflexión evidente, la de la singularidad de cada cual y la imposibilidad de que se pueda dar el caso de que dos seres sean análogos, y es que la lectura insinúa un fraccionamiento ante la ruptura de los deseos más íntimos a partir del cual se origina un nuevo individuo que simboliza las decepciones y deseos del primigenio, el lado oscuro del corazón que, sin decoro, se comporta anormalmente (a veces con decisión y raigambre y otras ocasiones con ambages y engaños), bien sea por educación o imperativos (tanto morales como sociales), resultando indiscutible que muchas almas mantienen a diario esa lucha fútil que aquí se muestra con imágenes vertiginosas mediante una universalidad de muy buen ritmo.


En una sociedad manipuladora y prácticamente automatizada (es decir, una escasamente distanciada a la actual), sin cabida para la elección personal o las ideas fuera de los márgenes preestablecidos por unos superiores ensimismados, Simon James (Jesse Eisenberg, algo encasillado en este tipo de papeles pero, al igual que en la desinhibida y supremamente diferente a ésta Zombiland, borda su estricto aunque complejo cometido) el contable de la empresa de procesamiento de datos más importante del planeta, lidia con una madre que no es capaz de reconocerle sus méritos y su perenne motivación en la sombra, Hannah (Mia Wasikowska, nadie diría que ésta actriz australiana de ascendencia polaca sólo tiene veinticinco años juzgando la descomunal profesionalidad que denotan sus variopintas encarnaciones), la empleada de la copistería de su misma compañía y vecina del bloque del frente del apartamento que habita por la que se siente irremediablemente atraído (y quién no con esa sonrisa ilusionante y rostro angelical); un día como otro cualquiera el imperceptible, infravalorado y solitario trabajador se ve asaltado por alguien que posee todo aquello con lo que tan siquiera se ha atrevido a imaginar y, lo que realmente le inquieta, compartiendo ambos idéntico rostro, apareciendo reflejadas en esta especie de gemelo sus deseos más internos y, a medida que crece entre ellos la (supuesta) confianza y va adoptando el original los hábitos de la admirada, extrovertida y respetada nueva incorporación a su vida dejándose influenciar por la personificación de la anti ética que supone la misma, descubriéndole la ferocidad de un cosmos que siempre le ha anulado y desgarrado mediante el cumplimiento de una repetitiva rutina, austera, insoportable, patetismo activo que siempre ha circulado por su persona devorando sus entrañas aniquilando una delicada y fina sensibilidad que intenta resistir los avatares cotidianos y que ahora, al fin, se propone remediar para no seguir siendo el insulso y mustio sonámbulo andante que es, inequ
ívocamente, desde que posee querencia de razón.

“Soy Pinocho, un niño de madera, no uno de verdad, y eso me mata”, éstas son las palabras textuales con las que se define, tras muchos deliberes, el deprimida y frecuentemente humillada (la primera secuencia muestra cómo se ve obligado a cederle el asiento en el metro a otro usuario siendo ellos los dos únicos que viajan en el vagón en cuestión, llegando a comunicarle telefónicamente su madre que es una decepción para ella) estrella que no brilla precisamente en un cielo lleno de luminiscencias que tratan de desestabilizarle en una prominente promesa de cinta eficaz y persuasiva cuyo impacto sensorial no se certifica totalmente con el cognitivo, pues el encanto y entusiasmo de la involucración inaugural se evapora con inconsciencia no adquirida por insatisfacción (la misma polaridad que se recoge es la sufrida), no encontrándose la sublevación apasionada esperada ni una mayor implicación ferviente, desapareciendo la confusión que alimenta la tesis en virtud de un texto que consigue un atractivo y temporal caos que se diluye conforme avanza el formato óptico por el que se ha optado, cuya hilaridad y expectación no sacia completamente el interés estimulado; el dibujo reconstruido previa recuperación de los trozos que lo componen y el suicidio de un extraño tras saludarle con la misma herramienta que el propio ninguneado (de hecho sí que lo tienen en consideración, pero para aprovecharse o burlarse de él) emplea a modo de espionaje de la chica a la que ama en secreto (por citar dos ejemplos inmediatos de la simbología incluida) son algunos de los visionarios matices a los que alude Richard Ayoade (y, por ende, Avi Korine en la confección argumental)  acerca de la necesidad de ser (o al menos creerse) preciso entre tanta insignificancia magnificada y valoración meramente subjetiva.


Da la impresión de que The double, película nada fácil de realizar, se le ha escapado un poco de las manos al responsable en el sentido de que trata de abarcar más de lo que puede, y es que después de firmar un proyecto tan convincente como Submarine era de esperar que ese estilo propio se repitiera en ésta pero no del modo tan irregular que lo hace, observándose grandes inspiraciones (como bien señalan por la red, pues ésta vigilancia ha sido llevada a cabo por otro crítico) respecto a otras en varios compases (concretamente A short film about love de Krzysztof Kieslowski y La chica de la fábrica de cerillas de Aki Kaurismaki y, en menor medida, Disturbia de D.J.Caruso y The necessary death of Charlie Countryman de Fredrik Bond), algo totalmente lícito pero demasiado evidente, sin llegar a defraudar lo más mínimo; así, la producción se queda en algo más que anécdota pero, curiosamente, no por lentitud sino por rapidez en el desarrollo de la trama, escaseando la profundidad de los aspectos más importantes tratados en la misma y olvidando de dotar de naturalidad a los escenarios (tal vez la intención era esa, la de recrear entornos artificiales, pero el desconocimiento hace que la opinión se circunscriba en el desencanto), pese a ello, el nivel general que alberga es más que aceptable y la intríngulis interesante a la par que inteligente, una obra especial de indiscutible brillantez conjuntiva aunque sea, en último término, un largometraje rígido que se ve apurado para sostener impulsos a lo largo de su duración, no llegándose a desplegar todo el potencial de su temática y, por ello, no siendo inolvidable pero sí parcialmente demoledor (la sentida carta de despedida “a quien corresponda, he decidido poner fin a mi vida porque ya no existo, y una persona debe contar algo y no flotar por el mundo como un fantasma” modificada por “a quien corresponda, soy un fantasma” refleja el reflexivo trasfondo de inmenso valor en la que se traduce el filme, siendo la dilapidaria frase de cierre “me gusta pensar que soy único” una tormentosa ideología compartida por propios y extraños, sin distinciones ni excepciones, en aras de sentirse valorado).



Daniel Espinosa




 
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