Título original: Feedback Año: 2019 Nacionalidad: España Duración: 88 min. Género: Drama, Suspense Director: Pedro Alonso Guión: Alberto Marini y Pedro Alonso Reparto: Eddie Marsan, Paul Anderson, Ivana Baquero, Richard Brake, Alexis Rodney, Oliver Coopersmith, Nacho Aldeguer y Anthony Head
Sinopsis
El periodista estrella de un exitoso programa radiofónico londinense se ve asaltado por unos macabros encapuchados que irrumpen en el estudio tomando el control a punta de pistola para sacar a la luz un escándalo que podría suponer el final de su envidiable trayectoria...
Valoración
Lo mejor: la ineludible invitación (o más bien obligación) a consultar el término brexit (no tanto por aludirse expresamente sino por pivotar gran parte de la trama sobre él), siendo (por qué no explicar muy superficialmente en qué consiste tan histórico hecho) la abreviatura de las palabras inglesas “britain” y “exit” acuñada para referirse a la salida del Reino Unido de la Unión Europea para poner fin a una relación de más de cuatro décadas; la retahíla de ocurrencias que ofrece el filme es sensacional, tales como la nomenclatura de la emisora (DBO en referencia a la famosa cadena televisiva de pago HBO), el título del programa (“La cruda realidad” como sintetizadora declaración de intenciones), la improvisada lectura de correos electrónicos (un órdago a feroces críticas dirigidas a aquellos que idolatran a falsos eruditos) y alguna que otra frase para la posteridad (“cuando no tenemos nada que perder nos volvemos monstruos” tal vez sea la más destacable); la elegancia que derrocha cada fotograma convierte a tan incómoda e intensa experiencia en un deleite para la vista, algo tanto o más meritorio que conseguir que el espectador dude de a qué personaje creer (parecer que oscila) con el diálogo como principal herramienta.
Lo peor: el discurso sobre el concepto de “postverdad” (aludiendo a una supuesta injerencia rusa en las elecciones para sembrar la polémica financiando a radicales) se extiende durante demasiado tiempo, llegando a resultar tan poco convincente (y menos eficiente) como el argumento, muy motivador pero nada transgresor; la decisión de mostrar demasiados detalles explícitos como para no dar lugar a la imaginación sino a la certeza se antoja tan irracional como la permisión dialéctica entre tanta coacción, en especial la concedida entre parientes cuando la tensión parece instaurarse para, desastrosamente, reconducir la situación hacia el drama menos ortodoxo (en este aspecto cabe señalar que el nivel interpretativo de cada actor roza la matrícula de honor al firmar un excelente trabajo coral); el efecto visual creado por ordenador (huelga especificar más porque solo se observa uno durante toda la película) es tan bochornoso como el casual hallazgo de cierto aparato de comunicación que da lugar a una totalmente desproporcionada violencia de los asaltantes, y es que una vez lograda la traumática confesión buscada de una fatídica noche de desmadre no tiene sentido actuar más furiosamente que se reprocha.