El útlimo exorcismo: Parte II 28-03-2024 23:13 (UTC)
   
 

El ultimo exorcismo: Parte II
(Ed Gass, 2013)







Ficha técnica


Título original:
The last exorcism: Part II
Año:
2013
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
85 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
Ed Gass
Guión:
Damien Chazelle y Ed Gass
Reparto:
Ashley Bell, Muse Watson, Spencer Treat, Julia Garner, Andrew Sensenig, Judd Lormand, Roger Mitchell, David Jensen y Raeden Greer


Sinopsis


A Nell Sweetzer la hallan en una zona rural de Luisiana; instalada en Nueva Orleáns, la chica se percata de que no puede recordar casi nada de lo ocurrido en los últimos meses salvo que es la única superviviente de una sanguinaria masacre que acab
ó con la totalidad de su familia...


Crítica


En el dos mil el polémico Eli Roth apadrinaba una película dirigida por Daniel Stamm, una producción elaborada con pocos medios y mucha inteligencia que destacaba por estar filmada toda ella en vista subjetiva, siendo la excusa en la trama la grabación de un documental rodado para mostrar cómo se podía fingir un milagro aunque, como era de esperar, a medida que se sucedían los acontecimientos comenzaban a pasar cosas que no podían explicarse empleando el raciocinio, un trabajo exquisitamente montado que se convirtió en todo un éxito comercial al recaudar mucho más de lo que había costado, lo cual hacía presagiar una secuela que, en contraposición a aquella (la manera de plasmar la lucha psicológica y los cuestionamientos que ésta despierta sobre la fe atrapaban al público sin remedio), poco aporta a la temática de los sortilegios; así, cambiando de autor (Ed Gass para la ocasión) y pasando a un tipo de relato más formal con una cámara invisible (es decir, el clásico formato), llega la nueva entrega de un metraje cuyo título ya hace percibir que es totalmente innecesaria (la segunda parte de un último evento, sea cual fuere, no tiene sentido alguno al contradecirse la nomenclatura misma), tratando sobre la protagonista de la primera intentando rehacer su vida como puede en una trama forzada y extendida, residiendo el problema no en la labor actoral (Ashley Bell vuelve a estar sensacional) sino en la poca definición argumental presentada, no decidiéndose el responsable por el sobresalto o el drama con claridad.


La masa del público resulta a veces de un capricho inexplicable para encumbrar unos filmes y menospreciar otros y, por ende, no sería de extrañar que haya quienes defiendan que El último exorcismo recogía temblorosamente en color sepia sin verse prácticamente nada con claridad una historia cuantiosamente contada con anterioridad y que El último exorcismo: Parte II se ha llevado a cabo con medios más costosos e ideas más válidas y, sin estar del todo errados, cabe recordar que el entusiasmo no lo despiertan las mejorías técnicas ni mucho menos las recopilaciones de tópicos engendrados sin tener cabida sino las buenas vibraciones generales, en este caso insuficientemente notables (sí medianamente decentes), hecho al que contribuyen (negativamente) tanto la precaria calidad de efectos especiales (el tema se desarrolla no tanto desde lo visual como en otros exponentes del género pero los que se dan, en especial el de las moscas y los artilugios punzantes voladores, son alarmantemente penosos) como la sangre derramada (no es por incitar a la visceralidad banal pero algo, por poco que sea, siempre es bien recibida), por no mencionar la escasa relación que mantiene con la original (la misma se limita a pequeños destellos como la figura autoritaria del padre y las botas que la gustaban, así como fugaces recuerdos); como es evidente, los argumentos a los que los referidos defensores se pudieran acoger deben respetarse pero pueden debatirse con facilidad hasta tornarlos en su contra, pues para cautivar al espectador no se precisan grandes hazañas sino más bien todo lo contrario aun siendo recibido el derroche (fallido ensayo éste) como desquite agrado para los que padecieron el teóricamente mareante método narrativo pero como desquiciante clasicismo para los que idolatraron la anterior, quienes apenas podrán justificarlo como un visionado poco exigente para la afluencia de asiduos que no solicitan más que típicas levitaciones y una edición de vídeo que se pone de manifiesto desde su origen de programa gráfico, pudiéndose disfrutar no obstante de noventa minutos de entretenimiento por encima de la media.


La adolescente de diecisiete años (al menos así se asegura en la cinta, por lo que de no adecuarse la edad en seguras próximas andanzas del personaje en la franquicia terminará siendo una actriz cercana a la treintena encarnando a una más de diez primaveras menor, con la pertinente afectación negativa de credibilidad que aquí ya se observa) Nell (Ashley Bell, soberbia una vez más al mostrarse tan vulnerable como fuerte) es hallada aterrorizada y temblorosa en una zona rural de Luisiana tras permanecer varios días misteriosamente desaparecida, siendo la viva imagen de la ingenuidad (la semejanza física de la  intérprete estadounidense con la española Ana Polvorosa se difumina por ello) tornada malévola locura; la compleja situación de la virginal puritana parece estar controlada por los expertos en la materia tras ser tratada terapéuticamente a lo largo de dos meses en Devereux, un hogar temporal para chicas que han sufrido mucho y buscan reconstruir sus vidas (textualmente es descrito de este modo la especie de psiquiátrico) regentado por el escéptico del demonio pero no del mal doctor Frank (Muse Watson, no es preciso menospreciar su labor pero sí señalar que la misma deja mucho que desear) al que fue trasladada inmediatamente, sintiéndose en la actualidad útil como limpiadora de habitaciones al decidir que Abalam, el diablo que la poseyó, no es real sino un mero producto fruto de las experiencias sufridas fabricado por su atormentada mente, la cual la impide afrontar relaciones interpersonales al sentirse que está sola debido a que todas las personas que se supone han de guiarla no la ven más que como un objeto manipulable de sus doctrinas.


Instalada en Nueva Orleáns, la considerada como lunática ejemplar se percata de que solamente puede recordar que es la única superviviente de su familia y que no puede dejar de pensar que la entidad oscura que les acechó sigue muy presente en su rutina diaria tanto por la convicción interior que denota como por las múltiples apariciones corpóreas vinculadas a la secta a la que involuntariamente perteneció que van sucediéndose a medida que va conociendo la viciosa satisfacción que la ofrece el placer carnal, empeorando ostensiblemente el panorama cuando comienza a sufrir supuestas alucinaciones, las cuales comparte con la única persona que parece entenderla, Gwen (Julia Garner, ésta y Eva Green son dos gotas de agua aunque aquella albergue mucho más talento), una encantadora adolescente del sur que se ofrece para ayudarla no dejándola sola en su encrucijada religiosa; sin embargo, su creída fiel compañera con la que entabla una amistad tan estrecha como peligrosa provoca que se resquiebren los cimientos de la confianza al romper su promesa y abandonarla a su suerte, viéndose obligada a ampararse a los numerosos miembros de la Orden del Camino de la Mano Derecha, quienes intentan cumplir los requisitos exigidos por una antigua profecía pagana (protectores círculos de sal, necesarios sacrificios de animales..., vaya, nada distante a lo recurrido hasta la fecha) que no es, ni más ni menos, que el preludio del consabido exorcismo (ni mucho menos el conclusivo a juzgar por el desenlace, no abierto sino asegurador de una, al menos, trilogía), ritual que afrontará resistiéndose con toda su alma (precisamente la que desea el anticristo de ella) a ceder ante una prometida liberación purificadora considerando su supervivencia no como acto de egoísmo sino de autocontrol sobre su destino, y es que aprenderá que la libertad maligna depende del triunfo del arte de la seducción amatoria, ancestral don anticristiano conocido.


El último exorcismo: Parte II
es un cuento de terror sobrenatural que resulta inquietante de una manera extremadamente lenta pero parcialmente efectiva en el que se ha obviado incluir novedades, optando Ed Gass por una trama que más que posibilitarlas las exige aunque, aun siendo prescindible e innecesaria al no aportar absolutamente nada, presenta una atmósfera escalofriante tremendamente envidiable, la cual no compensa la falta de auténticas sorpresas (las que se provocan por repentinas imágenes y no por una laboriosidad exigible) en esta poco impresionante continuación, dándose de bruces abismalmente en su segunda mitad (el único factor que llega a infundir algo de tensión es la banda sonora y, en cuanto al apartado secuencial, los primeros dos minutos en los que se resume mediante escenas de muy corta duración todo lo sucedido tiempo atrás sería lo más destacable), yendo claramente de más a menos hasta llegar a ser poco menos que insoportable; se dice que el diablo puede adoptar infinitas formas pero no así el símil de éste con los temores propios del ser humano si se hace de un modo tan superficial como el que se plasma en la presente producción, el cual no deja de ser una visión nada certera acerca de la reinserción social por parte de una joven con problemas mentales, una simpleza argumental tal que las añadiduras que tratan de convertir el filme en uno apoteósico no son agradecibles sino sumamente aborrecibles.



Daniel Espinosa

 
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